Un menu completo, muy completo...

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Al principio Dios creó las casas de comidas, donde por veinte duros comías arroz a la cubana (sin plátano ni mariconadas), una escalopa, bebías vino peleón con gaseosa, y de postre un flan. El mantel era de hule, y con el paso del tiempo los agujeros de cigarrillo competían con las manchas de café y de vino. 

Las casas de comidas eran antros con poca clase, lugar donde estudiantes y camioneros jugaban a cartas, y donde también comían señoritas de moral distraida (que es como antes se llamaba a las putas queriendo ser fino) que tenían muchas veces habitación en el piso superior, algo que sabían todos los camioneros pero casi ningún estudiante (por aquel entonces muchos estudiantes eran unos pardillos de la vida). 

Pasó un tiempo indefinido en el que los menús no cambiaron casi nada, salvo de precio, aunque en el arroz algunos le ponian un platano frito (de Canarias, vamos, de los de postre) y entonces Dios se hartó de eso y dijo: "Hágase el euro". Y el euro se hizo. Y Dios vió que el euro era bueno (vaya un "gilí", no era omnisciente el julai?), y separó las casas de comidas de los restoranes y los salones de té, donde reinaba el buen gusto y las buenas maneras, los manteles eran de hilo bordado a mano por las monjas descalzas, y las señoritas de moral distraida llevaban haute couture y venían siempre, siempre, con el marido (con el marido de alguien, se entiende). 

Estaba el Altísimo liado con el ajuste del euro cuando apareció por allí el Maligno, unos dicen que se llamaba Lucifer, y otros que llevaba un jersei negro de cuello alto y se llamaba Esteban. Entonces el Maligno decidió que no podía ser que los restoranes y salones de té fuesen puros y virtuosos, y pensó en como llevarlos a pecar. 

El Maligno era un genio, maligno pero un genio, y ahora en todas partes, en casas de comidas, restoranes y salones de té, es imposible comer tranquilamente un sencillo menú, no ya un menu degustación, tan solo un simple arroz a la cubana (incluso el platano sería aceptable) con una escalopa, vino peleón y gaseosa, y de postre un flan. 

Como digo, es imposible comer tranquilamente un menu..., es imposible cuando en la mesa de al lado, en la de detrás, incluso en la tuya propia, a cada momento oyes el insufrible ruidito del wassup o de la vibración de mensajes y llamadas, eso sin olvidar que, mientras cortas la escalopa, tus vecinos te ponen al dia de sus problemas cotidianos, personales o de oficina, hablando a voz en grito con quien sea que hablen, que en algún caso hasta oyes con quien hablan porque el otro o la otra también gritan desde otro restoran, y todos gritan porque asi intentan hacerse oir ya que hay tanta gente hablando por movil que si no gritas no te oyen.

Retales (but no re-tales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora