Recuperación
Yaima despertó de aquel sueño irreal cuando su corazón volvió a un ritmo normal, y sintió como el agua refrescante entraba a su cuerpo profundamente y paradójicamente, terminaba, con su desesperación. Era la sensación más rara que jamás imaginó, porque no estaba usando su boca ni su nariz, sino su garganta. El agua entraba y salía, entraba y salía. Se llevó las manos a sus nuevas branquias: pegajosas y suaves. No le dolía nada. Se miró las manos, iguales a las de una náyade: empalmadas. Solo se le ocurrió suspirar de alivio consiguiendo como resultado expulsar más agua. Se impresiono al darse cuenta de que estaba realmente sumergida y había comenzado a respirar. Poco a poco su vista se aclaró y pudo comprobar impresionada que esa aleta seguía allí. No había sido una alucinación. Era encantadora, y estaba unida a su cuerpo.
Sus piernas ya no estaban, ahora eran reemplazadas por una cola un poco más larga. Siguió mirando su cuerpo de abajo hacia arriba y comprobó que las escamas subían y cubrían su pecho como un vestido de escamas verdosas. Había resucitado.
Miro hacia arriba y vio la superficie como quien mira el agua del lago desde arriba, sin poder imaginar qué hay debajo. Le daba tanta curiosidad como un lugar nuevo. Decidió asomarse, y no tardo más de unos segundos impulsarse con la cola. Lo primero en asomar fueron sus manos, no sentía el frio que cualquiera siente a la intemperie estando mojado, era como si su piel se hubiera endurecido. Con su cabeza fuera del agua noto que podía volver a respirar con sus pulmones, estos no se habían ahogado.
Algo le agarro la cintura por detrás. Se asustó, ya que casi se había olvidado de la presencia de Caribdis con tantas emociones y sorpresas. Al mirarse a los ojos ahora era distinto, no la veía diferente. Podía sentir como ella. Fue la primera en hablar.
- ¿Cómo se siente? - le pregunto un poco tímida, ya que sabía que había sufrido el proceso. - no podía hacer nada por tu dolor, mis disculpas - le dijo haciendo una reverencia.
- Por un momento pensé que ibas a matarme. Hasta sentí que morí y volví a la vida - Su voz ahora era más grave, era clarísima. Se imaginó cantando y no había dudas de que lo haría muy bien seguramente.
- De hecho has muerto, pero por dos o tres segundos, era parte del transcurso. ¡Estás realmente bella! - le dijo con mucha ternura en los ojos, para cambiar de tema. De hecho le sorprendía como había hecho su trabajo, no se veía nada extraño en ella.
Sin embargo su actitud cambió casi bruscamente
- Debemos irnos ya mismo - le dijo tomándola de una mano y sumergiéndose.
Comenzó a bucear con la mochila a su espalda, la cual contenía el frasco de piedras. Apenas percibía su peso. Quedó maravillada: podía ver perfectamente sin que sus ojos le ardieran, veía cada cosa con todos y cada uno de sus detalles por más minúsculos que fueran. Los colores eran más vivos que antes. Se sentía capaz de captar cualquier tipo de movimiento. Seguía a su amiga, nadaba por instinto, esquivaba las rocas grandes con gran agilidad justo después que ella y luego de un tiempo nadaban a gran velocidad. Nunca pensó lo fácil que sería moverse con una sola gran pierna, ¡el impulso que tomaba era asombroso! Se alejaban más y más, el agua se tornaba más azul y profunda. Estaban saliendo del lago. Un largo camino las esperaba, aún para ellas que eran muy buenas sorteando la corriente. Yaima pensaba sin cesar y se preguntaba muchas cosas, no estaba segura ni siquiera de a dónde iban. Así que pensó que sería buena idea empezar a sacarse esas dudas mientras viajaban.
- ¿Cuánto falta para llegar a otro lago? - le preguntó tapándose la boca con una mano inmediatamente. Su voz no había salido como siempre, era una comunicación indescriptible: sabía que había dicho las palabras que quería, pero no fue voz lo que salió, solo pensamientos, tan claros y fuertes como si los hubiera pronunciado, y sabía que Caribdis la había oído porque estaba a punto de responderle. Movió su boca pero la voz no salió con aire, produciendo burbujas como hubiera creído, sino que la escucho en su cabeza, con el tono de voz y la intensidad con la que la hubiera escuchado si estuvieran separadas a la misma distancia fuera del agua. Supuso que si estaban alejadas y se hablaban, se escucharía igual que si estuvieran gritándose. Telequinesis. Siempre había soñado con tenerla. Caribdis la miro extrañada, no se daba cuenta lo nuevo que era para ella hablar de esa forma. Yaima decidió que no se asombraría a cada paso, ya que faltaban mil cosas por descubrir. Siguió su conversación.
- O sea, a esta velocidad, llegaremos pronto, ¿no?
- ¡Eso espero, querida! - le contesto casi sin mirarla.
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El lago
MaceraYaima es una niña especial, a pesar de que todavía lo ignora. De hecho, fue elegida para que la perspectiva de su vida cambie para siempre de una forma increíble. A veces, las sorpresas llegan solas. En esta ocasión, la sorpresa, es traída por el ag...