PRÓLOGO

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LAUREN JAUREGUI


Tengo que seguir caminando.

Simplemente mantengo mi cabeza hacia abajo y camino a mi auto.  Ir  a  casa.  Lo  único  que  me  muero  por  hacer  ya  que  el entrenador  me  terminó  dando  el  discurso semanal  después  de  la práctica. No  necesito  involucrarme  en  esto,  aunque  mis  amigos  son  los  cabecillas. Tengo  que  fingir  que  no  puedo  oír  ni  ver  nada  de  esto  y  seguir  caminando  hasta encerrarme con seguridad donde ninguno de ellos pueda llegar a mí.

Eso sería lo más inteligente para hacer, pero seamos sinceros; nunca hago lo más inteligente. Hago lo único que es seguro que me hará terminar en más mierda una vez que mi hermano Dean se entere de ello.

— Oye Lauren,  ¿quieres  entrar? — grita  Dillon,  señalando  hacia  su  último proyecto.

— Nah  hombre, es toda  tuya — digo, forzando una  risa  para  que  piense que estoy bien con la idea y no molesta por lo que están haciendo. Sin embargo, estoy molesta por ello. Una cosa es meterse con algunas nerds caminando por los pasillos con su nariz en un libro, ¿pero Camila?

Todo el mundo sabe que la chica tiene problemas, ¿por qué hacer este estúpido juego con ella?

— Te  lo  pierdes,  hermana — grita  en  respuesta  y  me  pongo  a  caminar  de nuevo, más decidida que nunca a solo llegar a mi auto y largarme de aquí.

Es  un  juego  para  nosotros.  Tomamos  a  alguien  cada  dos  meses  y  lo torturamos  en  un  montón  de  diferentes  maneras  hasta  que  se  rompen  bajo  la presión.  Digo nosotros porque  he  sido  parte  de  ello  antes,  más  de  un  par  de  veces en  realidad.  No  es  que  crea  que  sea  correcto,  pero  es  mejor  que  cuando  se invierten los papeles y te conviertes en el que ellos atacan.

No  quiero  ser  parte  de  esto,  sin  embargo,  y  no  porque  cuando  Dean lo descubra  va  a  patear  mi  culo.  La  verdad  es  que  iba  a  hacer  eso  de  todos  modos. Esta vez no lo hago a causa de a quién se lo están haciendo.

Camila Cabello.

La chica de último año de cabello castaño y ojos como el chocolate que ha vivido en la calle del frente de mi casa desde que estábamos en pañales. Antes de que mi mamá nos dejara,  solíamos  pasar  mucho  tiempo  en  su  casa.  Ella  lo  llamaba  la  hora  del  té, pero juro por la forma en que solía actuar, estoy bastante segura de que había algo más que té en esas tazas.

Camila siempre  era  súper  callada  y  recuerdo  que  pensé  que  era  un  poco espeluznante,  la  forma  en que casi miraba  a  través  de ti,  sin  embargo, nunca dijo una palabra. Cuando se las arreglaba para interactuar, siempre era de una manera muy  extraña,  como  si  no  fuera  normal.  Mamá  se  fue,  dejándome  con  Dean,  y  yo estaba  feliz por  eso.  Eso significaba  que no me vería obligada a  pasar más tiempo con el bicho raro de al lado. Sí, lo sé, soy una idiota, pero eso no es exactamente una novedad. No voy a estar en esto porque a pesar de la forma en que solía mirarla y quizá todavía  lo  hago,  sé  las  cosas  ahora.  Dean  terminó  explicándome  hace  unos  año cuando tuvo que recogerla de la escuela porque tuvo un accidente y la escuela no pudo contactar a su madre.

Atacarla no tenía ningún atractivo para mí.

Es  cuando  la  oigo  gritar  que  me  detengo.  No  es  el  grito  de  alguien  siendo intimidado  como  hemos  hecho  antes.  Esto  es  diferente.  Es  casi  como  si  no  fuera humano en absoluto, sino el grito de un pájaro herido.


COUNT ON MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora