IX

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CAMILA C.


Alguien está golpeando la puerta.

Lo han estado haciendo sin parar durante los últimos minutos y me molesta. He cubierto mis oídos con mis manos, intentando balancearme hacia adelante y hacia atrás, nada lo bloquea. Se hace más fuerte y ni siquiera metiendo los dedos en mis oídos consigue deshacerse de él. Solo quiero que se detenga y no lo hará. A pesar de que tomó algún tiempo, hice todo lo posible por limpiar el piso debajo de mí. Todavía está manchado y mojado, pero al menos allí ya no está un charco. Realmente odio tener accidentes, pero más odio el desastre que dejo atrás. Por mucho que odie lo que ellos dicen cuando sucede, no es una mentira. 

Apesta.

El problema con el olor es que generalmente no lo noto tanto, pero esta vez, es todo lo que puedo oler, así que mientras trataba de limpiarlo, me dio asco. Ahora no solo estoy quemada y empapada, mi camisa nueva está estropeada y mojada. Quiero tanto salir de aquí, pero no tengo la fuerza para abrir la puerta y salir. En el momento en que abra la puerta, las personas me van a ver así y simplemente no puedo. Apenas puedo mantenerme como estoy.

Quiero a mi mamá.

Hay sonidos que parecen como gritos en el corredor, pero no puedo percibir las voces. Todo lo que sé es que, quienquiera que está en el otro lado de la puerta, está enojado. Tan enojado que ni siquiera quiero que abran la puerta porque si lo hacen, voy a estar de vuelta a donde empecé antes. Asustada, sola y haciendo el ridículo de mí misma. ¿Por qué acepté esto cuando ella me preguntó al respecto? Podría fácilmente haberle dicho que no quería ir a la escuela, que estaba más segura en casa y ella habría encontrado una manera de evitarlo. ¿Por qué tuve que hacer lo correcto y decir que sí, así ella finalmente podía tener un descanso de mí? Todo lo que quiero es ir a casa y nunca regresar. Nunca debí haber dicho que sí a esto. La educación en casa podría ser solitaria, pero al menos, no estaría desplomada en un desastre en el suelo.

La puerta se abre y me encojo más, sin querer que la gente que está obligada a entrar me vea de esta forma. No es como que puedo esconder todo esto, pero en verdad no quiero ver a nadie a los ojos. Soy un desastre. Un desastre asqueroso y repugnante, y todo lo que quiero es estar en paz con ello, de la forma en que Amy y sus amigas querían que fuera cuando me dejaron aquí.

— ¡Jesucristo,Camila!

Antes de que pueda siquiera registrar la voz, siento que estoy siendo levantada del piso. Manteniendo mis ojos bien cerrados, espero por lo que viene después. La voz suena preocupada, pero con la forma en que todo va aquí y en cuántas cosas pasan desapercibidas, no estoy segura de lo que estoy escuchando.

— Estoy aquí ahora. Te tengo. No debes tener miedo más.

Ahora reconozco la voz cuanto más habla y es la última voz que quiero escuchar. Es la voz que no importa cuánto lo intento, parece que no puedo sacarla de mi cabeza a pesar de que ella no pertenece allí. No se lo ha ganado. Es una sinvergüenza, o como ella dice, una cabrona. Definitivamente, es la última persona que quiero que me vea así. Sus brazos se envuelven completamente a mí alrededor, mi cuerpo está siendo apretado en el suyo y lucho contra eso. No quiero ser abrazada por ella. Todo lo que quiero es a mi mamá. Quiero ir a casa, trepar en mi cama y nunca salir otra vez.

— Gracias, Jim. Si traes el balde, limpiaré esto por ti.

— ¿Estás segura de que no quieres que traiga a alguien? — contesta la voz que solo puedo asumir es de Jim. Conozco a Jim, es el conserje de la escuela. En verdad, él ha estado en más de un lugar de accidentes conmigo. Jim es amable. Jim no es Lauren.

COUNT ON MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora