IV

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CAMILA C.


- Camila, no creo que vaya a venir. Lo siento.

Quiero darme la vuelta y decirle gracias por señalar lo obvio, pero incluso si pudiera decir las palabras, todavía no lo haría. Con la forma en que me está mirando en este momento, con los ojos llenos de la misma expresión de pena que veo todos los días, solo quiero estar lo más lejos posible y disfrutar de lo que queda de mi almuerzo. En el momento en que la clase terminó a las 11:15, había renunciado por completo a tratar de calmarme. Fue fácil en el primer momento olvidarme de Lauren y su promesa de volver por mí, pero cuanto más tiempo pasaba, más difícil era ignorarla. Comencé a sudar y luego mi corazón empezó a correr y ninguna cantidad de movimiento o de otros mecanismos de supervivencia parecían ayudar.

Cuando la señorita Taylor dijo que podíamos irnos, me tomé mi fragante tiempo. Si estaba fuera de la puerta esperando por mí, entonces iba a hacerle esperar el mayor tiempo posible, incluso si se metía en problemas. Resultó que, no importó el tiempo que perdí, porque no se presentó de todos modos. No sé por qué me molesta que no esté aquí. Supongo que esperaba que la mirada de determinación que vi en sus ojos esta mañana fuese cierta y que fuera a ser diferente de alguna manera. Que no sería la misma Lauren que he conocido los últimos ocho años. Que sería mejor de alguna manera. Con una rápida mirada hacia abajo a mi reloj, uno de color rosa de Hello Kitty que Tristán escogió para mí, me doy cuenta de que he perdido veinteminutos de mi hora de almuerzo, esperando a que apareciese. Tendría suerte ahora si incluso tuviese tiempo suficiente para inhalar mi comida antes de tener que ir a mis clases de la tarde.

― Está bien señorita Taylor, en cierto modo me imaginé que no lo haría de todos modos.

― Si quieres, puedes venir conmigo a la sala de estar y tener tu almuerzo. Solo estaremos algunos maestros y yo, pero al menos tendrías algo de tranquilidad. 


No es la primera vez que he hecho lo que me está ofreciendo. Cuando las cosas se vuelven demasiado, ciertos profesores me ofrecen su pequeño santuario con el fin de que obtenga el control de mí misma. Por lo menos, lo hacen al menos que no esté demasiado lejos y tengan que llamar a mi madre para venir a buscarme. Por muy tentador que es tomar su palabra ahora, no lo haré. Le dije la verdad hace un minuto. Me esperaba esto, así que estoy más que bien tratando con ello por mi cuenta.

— Gracias, pero solo voy a ir a comer en mi casillero.

— Si eso es lo que quieres, querida — responde, de nuevo con la pena escrita por toda su cara mientras me mira —. Pero si tienes cualquier problema, sabes dónde ir.

Poco lo comprende, eso es todo lo que soy, una gran bola de temas complicados. Casi he logrado bajar las escaleras e ir a mi casillero sin ser burlada, cuando me doy cuenta. Por qué no está sucediendo ahora, como eran las cosas antes. Hay estudiantes repartidos por todo el lugar, pero ninguno de ellos está incluso mirando en mi dirección, y mucho menos a mí. 

¿Realmente iba a ser tan fácil? ¿Han cambiado ya?

No fue hasta que di la vuelta a la esquina donde está mi taquilla que veo la razón de por qué las cosas han sido tan tranquilas. En el tramo de casilleros justo enfrente de la mía, veo que Tim, Dillon y Lauren están rodeando a alguien que conozco. De hecho, se trata de alguien que estaba en la clase conmigo hace solo unos minutos. Eric Carmen es nuevo en Wexfield. Tiene el síndrome de Asperger, que es cómo acabó en la clase de la señorita Taylor. Somos lo mismo, pero diferente. Es un año más joven que yo, pero con la forma en que funciona la clase, estamos allí por la misma ayuda, por lo que todos pasamos juntos, independientemente denuestra edad. Está completamente pegado a los casilleros y hay una mirada asustada en susgrandes ojos que reconozco al instante. Es la misma mirada que llevaba puesta yo cuando todo esto me pasó.

COUNT ON MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora