TRES.

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Llego el lunes y con el llegaron los nervios. Empezaban las clases y no tenia ni idea de que esperar de todo esto. Mi enfoque principal habían sido mis entrenamientos, pero lastimosamente no empezaban hasta dentro de unos días. Eso sí me emocionaba. En cambio tener que sentarme en un salón de clases con docenas de desconocidos durante horas... no mucho.

—¿La roja o la azul?— Pregunto Veronica, con una blusa en cada mano.

—Cualquiera de las dos. Solo es un día normal de clases.— Mire las blusas de reojo y me encogí de hombros. 

—Si, pero debo dar una buena primera impresión. Ademas, puedo encontrarme a Blake por ahí y debo verme her-mo-sa.

—Ya Blake te vio sin ropa, dudo que ahora vaya a fijarse en la blusa que llevas puesta.

Ambas reímos. A pesar de solo llevar un par de días conociéndonos, ya nos teníamos mucha confianza. Eso lo comprobé la mañana después de la fiesta, cuando me conto todo lo que había hecho con Blake la noche anterior. Natalia no mentía cuando decía que Veronica era una lanzada, pero a la vez era una chica tan centrada e inteligente, que a cualquiera se le hacia imposible juzgarla.

Ambas terminamos de vestirnos y desayunamos juntas en la cafetería antes de tomar rumbos separados hacia nuestras respectivas clases. Mi primera clase fue de Pensamiento Creativo, y sorprendentemente no me fue nada mal. Al principio fue un poco intimidante porque el salon de clases era el triple de grande que los de mi preparatoria. Pero esas estupidas dinámicas que suelen hacer los profesores con sus estudiantes para romper el hielo en la primera clase funcionaron y logre pasar un rato agradable.

Pero no puedo decir lo mismo de la clase que le seguía. Estadística Descriptiva. La clase mas aburrida de la historia. Luego de los primeros minutos, mi mente dejo de concentrarse en lo que decía el profesor y viajo hacia aquella noche de la fiesta. Por alguna extraña razón, seguía intrigada con el tal Jason, y me preguntaba si me lo encontraría en algún rincón de ese enorme lugar. Una pequeña parte de mi lo anhelaba.

Pero muy pequeña.

Mientras mi mente volaba a mil por hora, el profesor había dejado una asignación para la próxima clase que debíamos hacer en parejas. Cuando me di cuenta de esto, ya casi todos habían conseguido a su pareja. Mire alrededor y a lo lejos vi a un muchacho que no despegaba el ojo de sus apuntes y era uno de los pocos que no tenia a alguien alado. O me juntaba con el, o iba a reprobar la materia sin siquiera haberla empezado.

—Hola.— Le hable y me puse de pie frente a su pupitre. —¿Tienes pareja?

El tipo pareció sorprendido ante mi acercamiento. Pude notarlo al ver como se le abrieron los ojos y yo me perdí momentaneamente en ellos. Eran hermosos. Su cabello castaño estaba despeinado, pero aun así se veía perfecto. Y su piel era tan blanca, que se me hizo difícil resistirme a tocársela para comprobar si era tan suave como se veía. 

Eche un vistazo a su cuaderno y vi que estaba relleno de apuntes. No me había percatado de que el profesor había explicado tanto.

—No, pensaba hacerlo solo.

—¿Solo?— Fruncí el ceño. —¿Porque?

—Así trabajo mejor. De todos modos, la mayoría de las veces siempre termino siendo el que hace todo.

El tenia un buen punto. En los trabajos en grupo siempre había uno que trabajaba mas que otros, y no podía faltar el que no hacia nada. El profesor paso una lista para que apuntáramos las parejas, y nos dio la gran noticia de que todas las asignaciones debíamos hacerlas con esa persona.

—¿Y es que piensas hacer todas las asignaciones tu solo?

El muchacho me miro de arriba a abajo y se encogió de hombros. Se veía que era un hombre de pocas palabras y emanaba una vibra misteriosa y solitaria. 

Perdición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora