CATORCE.

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La mañana siguiente desperté con un enorme cargo de conciencia, peor que el que sentí después de haber ido al apartamento de Jason. Vomitar no era algo que me hacia sentir bien ni orgullosa, especialmente cuando yo misma lo provocaba. Sentí un gran alivio durante el acto, pero después me sentí... asqueada y avergonzada. Volví a jurarme a mi misma no volverlo a hacer.

Conocía este sentimiento demasiado bien. Había pasado por esto muchas veces, y siempre decía que era la ultima vez. Que no lo volvería a hacer. Luego venia el día siguiente, y la ansiedad era demasiado grande como para ignorarla. Estaba adicta. Lo estuve durante muchos años, y luego de haber tenido el coraje suficiente de contarle a mi hermano el me consiguió ayuda. Mi mama lo sabe, pero actúa como si nunca hubiera pasado. Y mi papa nunca se quedaba el tiempo suficiente como para darse cuenta. Logre salir de ese hueco durante mucho tiempo... por eso esta vez sentía mas remordimiento de lo normal. La bulimia había dejado mi vida hace un año y dos meses, y de repente estaba de vuelta, como si nunca se hubiera ido. No tenia a nadie mas que culpar que a mi misma.

No estaba en posición de juzgar a personas como Jason, cuando yo, la chica que parecía llevar una vida sana, también batallaba con mis propias adicciones.

Salí de la cama antes que saliera el sol porque quería ir a correr antes que el campus se llenara de estudiantes y fuera hora de entrar a clases. Hoy si no podía faltar a ellas, por suerte solo tenia una. Me puse una sudadera y corrí por los alrededores de la universidad, perdida en la música que salía de mis audífonos.

Ya había salido el sol cuando iba de regreso al dormitorio a ducharme y a cambiarme para ir a clase. Desafortunadamente, me encontré a Natalia antes de poder llegar a mi destino. Esperaba no tener que hablar con nadie hoy.

—¡Hey, Victoria!— Seguí caminando, actuando como si no la escuche, mientras ella corría detrás de mi. Tal vez si la ignoraba se daría por vencido y me dejaría en paz. Como lo hizo William cuando fue al dormitorio. —¡Victoria!— Me agarro el brazo e hizo que la mirara. —¿Tu y William terminaron? ¿Porque?

—Hola, Victoria, ¿como estas? ¿Que tal tu día? ¿Bien? Oh, ¡me alegro!— Dije, sarcásticamente. Natalia me caía bien la mayoría del tiempo, pero podía llegar a ser muy insoportable e inconsiderada a veces.

Natalia me envolvió en un abrazo. —Lo siento, es que me sorprendí mucho la noticia.

—Si, a mi también. Pero así es la vida, ¿no?— Me encogí de hombros. —¿Como te enteraste?

—Bueno...— Envolvió su brazo con el mío y seguimos caminando por el pasillo. —Lo vi esta mañana con una rubia, flaquita-

—Lucero.— Interrumpí, poniendo los ojos en blanco.

—Si, ella. Luego vi que se besaron y me enoje porque pensé que te estaba poniendo el cuerno, así que fui, le hice toda una escena, y ahí fue cuando me contó que habían terminado.

—Técnicamente si me puso el cuerno. Estaba con las dos al mismo tiempo y ayer los encontré juntos en su cama.

Natalia se tapo la boca con la mano, sorprendida por lo que acababa de escuchar. —¡¿William?! William, el aburrido, estudioso y perfecto. ¿Ese William? ¿Hablamos del mismo William?

—Si, si, si, pero ya no quiero hablar de eso Natalia. Nos vemos luego.

Me desprendí de su agarre y seguí en dirección al dormitorio. Me enojaba que todos pensaran que William era perfecto. Pues ya ven que no. Y como Natalia ya se había enterado de todo, era cuestión de horas para que toda la universidad supiera. Incluyendo a Jason.

Fui al dormitorio, me bañe, me vestí y me dirigí a mi clase de Diseño Gráfico. Como una chica responsable. Por alguna extraña razón, haber pasado por todo esto me llenaba de inspiración, así que estaba mas o menos feliz por entrar a clase hoy.

Perdición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora