DIECISEIS.

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La mañana siguiente desperté con unos ojos marrones mirándome fijamente. Veronica estaba sentada en su cama, esperando pacientemente a que yo despertara y matándome con la mirada. Por lo menos esta vez no me despertó forzadamente.

—¡Despertó la bella durmiente!— Veronica exclamo, poniéndose de pie para sentarse en mi cama. —Ten, te traje café y un croissant.— Me dio un vaso de plástico con café negro y una bolsa de papel con un croissant. El olor del café hizo que se me aguara la boca así que no perdí tiempo y lo tome.

—Mmm... amo el café, creo que mas de lo que amo a mi mama.— Reí entre dientes y me enderece sobre la cama para poder comer mejor.

—No creas que esto es gratis, señorita. ¡Todo esto te lo traje para que me contaras que rayos paso anoche!

Miré a Veronica con los ojos entrecerrados y no pude evitar reír. Por mas que quisiera escaparme de esto, Veronica era tan intensa, que no iba a descansar hasta saberlo todo. Y para ser franca, tenía muchas ganas de contarle. Tal vez ella podría ayudarme a lidiar con esto.

—Ya sabia yo que esto se me hacia raro.— Puse los ojos en blanco y ambas nos acomodamos en la cama. Ella con su latte y yo con mi café negro y sin azúcar. —Bueno, todo empezó el día que encontré a William con Lucero...

Le conté todo con lujo de detalles durante una hora, y para ser honesta, me sentí mucho mejor cuando termine. Como si finalmente me hubiera quitado un peso de encima. Estaba tan acostumbrada a guardarme las cosas por dentro y tormentarme con eso, que no sabia lo bien que se sentía contarle mis pensamientos a alguien. Recuerdo la vez que mi madre me llevo obligada a ver a un psicólogo, fue una situación tan incomoda, que jure no volver a contarle mis cosas a nadie. Pero con Veronica no se sintió así. Todo fue tan natural, y pude ver en su mirada que no me juzgaba por lo que había hecho y lo que estaba sintiendo.

—¡Wow! Vicky, me sorprendes cada día mas.— Veronica no podía parar de repetirme esto. —Yo no conozco a Jason muy bien, solo me baso en lo que dicen todos... y bueno, ya sabes que no se habla muy bien de el. Pero... ¡esta guapo! Eso no lo podemos negar.— Estalló en carcajadas. 

Las risas poco a poco fueron apagándose, y me quede en silencio por un momento. No podía creer lo que estaba a punto de admitir. —Creo que me gusta...

Veronica me miro sorprendida y puso una mano sobre mi brazo para que la mirara. —¿Te gusta gusta? ¿No crees que solo estas confundida o algo así? Hace unos días estabas enamorada de William.

—Y aun lo estoy. Pero, no se... Jason es... diferente. Es guapo, gracioso, y en realidad no es tan malo como lo pintan.— Me encogí de hombros.

—No te voy a juzgar ni regañar, pero si te pediré que por favor tengas mucho cuidado con el.— Veronica hablo, haciendo mucho énfasis en las palabras 'por favor' y 'cuidado'.

—Vero, no pasara nada con el. Esto es estrictamente platónico, y ademas, aun no puedo sacarme a William de la cabeza.— Me puse de pie y me dirigí al baño porque ya no quería seguir con la conversación. 

—Si tu lo dices.— Escuche a Veronica gritar desde afuera, y yo la ignore y me cambie para salir a correr.

Me despedí de Veronica antes de salir a correr, ya que en unos minutos saldría para el aeropuerto. Ella se iba a casa hoy, y yo me iba al día siguiente. Esta vez decidí correr varias vueltas en el campo de futbol en vez de correr por el campus, ya que era un poco mas tarde y no quería que todos me miraran. Cuando iba de camino hacia allá, me encontré con Clarice. No tenia intención alguna de saludarla, ya que no somos amigas ni nada por el estilo, pero al parecer ella tenia otros planes.

Perdición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora