DOCE.

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Trate de calmarme lo mas posible mientras me dirigía a su apartamento. El mismo lugar donde ocurrían esas famosas fiestas del campus. Pero para mi suerte, hoy no había ninguna. Todos estaban en Ocean Drive y esperaba que el dueño estuviera en casa. No lo había visto en el estadio.

Mis pasos se hicieron lentos cuando llegue a su piso y estaba cada vez mas cerca de la puerta. Aun estaba a tiempo de arrepentirme y salir huyendo de ahí. No había pensado esto bien. Sabia que lo que iba a hacer era una locura, pero no podia detenerme ahora. Era la única persona que sabia que me podia ayudar.

Respire profundo al estar de pie frente a su puerta. Cerré los ojos, y lo primero que se me vino a la mente fue la imagen de William siendo infiel. Aun no lo podia creer. Y yo que pensaba que era el hombre perfecto. Todos lo pensaban. Abrí los ojos y sacudí la cabeza. Necesitaba sacarme esas imágenes de la mente. Pero ya.

Toque la puerta y espere unos largos segundos. Nadie me abría así que volví a tocar mas fuerte.

Finalmente abrió, fastidiado. Pero cuando vio que era yo, me miro con cautela. 

—¿Tu que haces aquí?— Jason West me recibió sin camisa. Y para mi sorpresa, debajo de ella habían mas tatuajes. —¿Te comieron la lengua los ratones o que? 

—Eh..— Me di cuenta que no había pensado esto bien. No creí que tuviera el coraje de tocar la puerta, pero lo hice. Y parte de mi quería que no estuviera en casa y no abriera. Pero aquí estamos. Pude notar que Jason se ponía impaciente. —Vine a comprar...— Esa ultima palabra lo dije casi en un susurro.

Jason solo rio y me cerro la puerta en la cara. Esto me hizo enojar. ¿Como se atreve? Volví a tocar la puerta, esta vez aun mas fuerte.

Abrió. —Rubia, no sabes que rayos estas haciendo, ¿verdad? ¿Estas borracha? Ah, verdad que no tomas ni haces nada divertido, cosa que me lleva a mi pregunta inicial. ¿Que haces aquí?

—Uno, me llamo Victoria y dos, si no supiera no estaría aquí.

Se hizo a un lado para que pasara, y yo entre con cuidado. Mire a mi alrededor. El apartamento era enorme, y se veía aun mas grande sin un montón de borrachos dentro de el. El televisor estaba encendido y sobre la mesa de la sala había un cenicero con un cigarro recién apagado.

—A ver, según tu, ¿que puedes comprar aquí? Creo que te equivocaste de lugar.— Dijo Jason, mientras abría su nevera.

—Creo que ya sabes de que hablo.— Dije, nerviosa.

Salió de la cocina con dos cervezas en la mano y se acerco a mi para ofrecerme una de ellas. Yo dude un poco.

—Toma.— Acerco la botella mas a mi.

—No tomo cerveza.

Jason estallo en carcajadas. No esperaba esa reacción, así que eso solo me hizo enojar aun mas y arrepentirme de haber venido.

—Déjame ver si entiendo bien. No me aceptas una cerveza, ¿pero vienes a comprarme droga?— Aun reía como si fuera un chiste, y yo le arranque la cerveza de la mano y empece a tomármela para callarle la boca. Parte de mi agradeció que fuera el quien dijera la palabra 'droga', por que yo no quería ser la que lo dijera. Se sentía raro todo esto.

Suspire llena de frustración. Esta había sido una mala idea. —Tienes razón, mejor me voy.— Me dirigí hacia la puerta pero el me agarro por el brazo y me dio la vuelta.

—Ah ah. Ya estas aquí. Siéntate.

Baje la mirada a donde sus manos me agarraban el brazo antes de mirarlo a el. —Primero suéltame.

Perdición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora