14. No dejo de pensar en ti.

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(Robert)

Aún no entiendo bien qué había pasado en estos días, y a pesar de todo, sentía como si hubiera sido ayer. Lo que mejor recuerdo de todo, es cuando Cristopher interrumpió la entretenida discusión con el oxigenado de su novio y me dijo que había alguien en la puerta por mí, al llegar a la puerta sólo me encontré con un completo desconocido quien además aseguró conocerme y que no iba a descansar hasta tenerme.

¿Alegrarme por eso está mal?

Nunca me había sentido deseado por nadie más que aquellas necesitadas chicas de la universidad, mucho menos he sentido el cariño que la gente se supone transmite a quienes considera importantes. Es algo que me gustaría llegar a sentir algún día.

Es una lástima que ese chico tan sólo estuviera jugando. Y es esto lo que me tiene confundido, pues si no estuviera jugando, entonces enserio no entendía que pretendía haciendo eso. Creo que la mayor incógnita de todo esto, es cómo conoce mi dirección y peor aún, mi nombre.

—Lo que quiero es a ti, y no descansaré hasta tenerte —fue lo que dijo antes de dar media vuelta y desaparecer de mi campo de visión.

Luego de eso, tanto Cris como su novio —quienes habían estado oyendo escondidos tras la pared— decidieron que me ayudarían en mi supuesta relación con ese desconocido, algo que negué más de las veces que lo llegaron a insinuar. Y es que no eramos ni seremos nunca una pareja.

—¿Y cuándo es la boda? —preguntó entre risas Taka haciendo reír a Cristopher por su contagiosa risa.

No me lo tomé como un insulto o algo, debo admitir que hasta me dio risa, pero reír frente a él significa renunciar a mi orgullo. Además, desde pequeño aprendí a no enfadarme de las burlas hacia mí, pues de esa manera sólo demuestro que están en lo correcto.

—Ro~bert —me llama Cris despegando un segundo la boca de la pajilla con la que está bebiendo una malteada de frutilla desde hace menos de un cuarto de hora.

—¿Qué pasa? —pregunto girando la cabeza para verlo.

Es como ver a un niño pequeño, bebiendo la malteada de forma tan tierna y aniñada, y esos ojos brillantes... 

Las últimas clases del día comenzaron hace un par de horas. Antes de que la campana sonara para dar el inicio, ya ambos nos habíamos dirigido al salón para no llegar atrasados. Sin embargo, cuando el profesor entró, nos pidió a ambos de buena manera que saliéramos del salón por un supuesto mal comportamiento que tuvimos.

Muchos de nuestros compañeros del salón, vieron sorprendidos como nos sacaban pues, según muchos somos los genios del salón y el ser expulsados de la clase sin una razón no explicaba nada, pues nadie le creyó al profesor que habíamos adquirido un mal comportamiento.

Pero cuando el profesor salió para hablar con nosotros, asegurándose antes de que ningún alumno se acercara a ver qué pasa, mostró sus verdaderas intenciones; las cuales a mi parecer estaban muy alejadas de lo malo.

—Chicos —puso sus manos sobre nuestros hombros al comenzar a hablar—. Ambos tienen las mejores calificaciones y siempre se esfuerzan, es por eso que les daré mi clase para que descansen de todos los exámenes que tuvieron; luego les entregaré apuntes si gustan. Pero —nos miró a los ojos—, que nadie se entere.

Volviendo a amar © | Secuela | Seuj 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora