Scott

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Tomé la mano de Scott, por primera vez desde que desperté en la mañana pude sentir el contacto físico con alguien, su mano se sentía cálida, si bien es cierto yo estaba tan fría como un cubo de hielo, pero él... Él estaba cálido y en cierta manera mejoró mi estado de ánimo. Scott, un chico muy apuesto, mucho más alto que yo, unas cuantas pecas no tan oscuras se dibujaban en su rostro, su cabello corto, ondulado y despeinado, una barba recorría su cara, lo hacía ver maduro aunque podría apostar que era de mi edad, quizá uno o dos años mayor que yo, su cuerpo trabajado, brazos fuertes al igual que sus piernas, lucía una camisa sin mangas negra y unos pantalones cortos marrones, a diferencia de mí, que lucía como si me hubieran plantado en el altar, con mi vestido blanco y descalza.

Con la ayuda de su mano me incorporé nuevamente, él me observaba con cuidado.

— Y bueno Alisson, ¿Cómo te sientes? —soltó mi mano y cruzó sus brazos.

— ¿Quitando el hecho de que estoy muerta y mi mente intenta procesar todo esto sin que mi cabeza explote, podría decir que me encuentro de maravilla, y tú? —me miró con diversión.

— Normal, estoy muerto —sonrió, no entendía la razón de su sonrisa y eso sólo generó furia en mí.

— ¡CÁLLATE! ¿CÓMO ES QUE PUEDES ESTAR TAN TRANQUILO? ESTAMOS MUERTOS, ¿ENTIENDES? ¡MUERTOS! Yo... Yo no quiero eso —mi voz de quebró.

— Sí, te entiendo, pero debes tranquilizarte —colocó un mechón de cabello tras mi oreja—. Si sigues llorando así terminarás en el valle de luto —limpié mis lágrimas.

— ¿Qué es eso? —puso sus manos sobre mis hombros, es un desconocido, pero no me sentía extraña a su tacto.

— Es un lugar donde todas esas almas van cuando se deprimen, una vez que entras no hay salida. Aunque no lo creas, hay cosas aún más peores que la muerte. —me miró a los ojos directamente, sus ojos color miel brillaban, lindo.

— ¿Cómo sabes todo eso? —suspiró.

— Ven, hay que sentarnos para hablar sobre esto —tomó mi muñeca y me guío hasta una banca tras la casa, los oficiales aún seguían ahí, tomando notas, fotografías, haciendo llamadas telefónicas, estaban muy ocupados, debido a mi muerte—. He estado aquí por tres días, he aprendido varias cosas, cuando desperté no podía creer lo que pasaba, grité y lloré mucho. Conocí a un hombre, de 36 años, su esposa había muerto y decidió arrancarse la vida para así estar con ella, lo que no sabía es que no la iba a volver a ver nunca más... —mi piel se erizó.

— ¿Por qué? ¿Su esposa no está aquí?

— Esto no es el paraíso, Alisson, está muy lejos de serlo.

— Entonces ¿Qué es este lugar?

— Es algo así como un intermedio, hay almas que no pasan por aquí y van directamente a su paraíso.

— Entonces... ¿Estar aquí es bueno o malo? —luchaba por comprender lo que decía.

— Malo, muy malo —su voz era firme, él decía la verdad, al no notar respuesta de mi parte siguió —. Continuando con aquel hombre, se deprimió demasiado, lloró por dos días, completos, desapareció al siguiente día, los rumores dicen que lo mandaron al Valle del Luto, un lugar donde la tristeza y toda clase de sentimientos deprimentes inundan tu cabeza, es a dónde vas y no haces nada más que rendirte ante tu dolor, ahí puedes llorar, para siempre. —sonaba horrible, no quería ir a parar a un lugar como ese, automáticamente en nudo en mi garganta desapareció y las lágrimas que ardían en mis ojos se calmaron.

— ¿Por qué estamos aquí y no en el "paraíso" o como sea que se llame ese lugar donde todos son felices y vomitan arcoíris? —ignoró mi broma.

— Aquí es donde vienen aquellas personas que decidieron quitarse la vida, y también aquellas a las que otros le arrebataron la vida —mi caso. Pensé.

— A mí me asesinaron, ayer —mi voz sonaba tan frágil.

— Lo sé, cuando alguien nuevo llega se nota.

— ¿Cuál es tu caso?

— Al igual que tú, algún imbécil se deshizo de mí. —Asentí.

— ¿Entonces qué sigue? ¿Esperar aquí? ¿Qué debo hacer para irme de este lugar?

— Ese es el asunto, la mayoría de las almas que vienen aquí reconocen cómo murieron y quién los asesinó, eso les da paz, ya no tienen nada que hacer entre los vivos, así que se van a disfrutar su vida eterna.

— Pero... Yo no conozco a quien me asesinó, lo único que logro recordar es haber estado sentada esperando por Daniel, lo demás es todo confuso.

— Como yo, había ido a una reunión celebrando la graduación de un amigo mío, bebí algo de whisky, cuando desperté ya estaba muerto, nadie, ni si quiera yo, ha podido encontrar mi cuerpo aún.

— Eso es terrible... —realmente lo era, yo sabía dónde y cómo morí, él no.

— De hecho, si lo vez desde otra perspectiva no lo es —tomó un respiro—. Aquí es donde las cosas se complican, si quieres salir de aquí debes reconocer a tu asesino y saber las circunstancias en las que te asesinaron...

— Puedo hacerlo —lo interrumpí, Scott tomó mi mano.

— Aquí, en este lugar —señaló el lugar bajo la palma de mi mano—. Ya han encontrado tu cuerpo, el momento en el que te entierren será más complicado, serás marcada, con el plazo que ellos decidan darte, tus recuerdos empezarán a borrarse poco a poco hasta que ya no quede nada de ti, podrías convertirte en tan sólo unas de esas almas que vagan sin rumbo y no encuentran la paz, es por eso, que mientras más rápido sepas quién es, mucho mejor —suspiró— Si mi cuerpo aún no es encontrado quiere decir que aún tengo tiempo.

La cabeza me daba vueltas, esto era horrible, yo podría convertirme en... Nada, el miedo se instaló en mí.

— ¿Qué debo hacer entonces? —sonaba asustada.

— Encontrar al responsable de lo que te pasó, sólo así podrás liberarte —apoyó su espalda en la silla de madera.

— Esto está tan mal, muchas veces los policías dejan casos sin resolver, podría mi caso formar parte de eso —pasé las manos por mi cara y empecé a tronar mis dedos, algo que suelo hacer cuando estoy nerviosa.

— Tómalo por el lado positivo, serás el Sherlock Holmes de New Jersey —se burló.

— Agradece que estás muerto o yo misma te hubiera asesinado.

— Cuánta violencia —levantó sus manos en señal de que se rendía.

Una camioneta gris muy familiar apareció ante mí, de ella salieron dos personas, una mujer de cabello negro y piel blanca, más pálida de lo normal, y un hombre con una expresión de horror en su rostro, su cabello fuera de lugar, su cabello que siempre estaba perfectamente peinado ahora lucía fatal, mis padres ya estaban aquí.
Corrí hacia ellos, las ganas de abrazarlos inundó cada parte de mí, pero no tenía caso, nunca sabrían que su hija muerta intento abrazarlos.
Mamá cayó rendida ante mí cadáver, un oficial dijo que se alejara, que esto no era bueno para ella.

— ¡ES MI HIJA! Ella... Es mi niña —su voz estaba rota, se acercó gateando a mi cuerpo, ese nudo en mi garganta volvió a aparecer pero ahora con más intensidad, nunca me gusto ver llorar a mamá, siempre fue tan fuerte, verla romperse así hizo que me rompiera junto a ella, esto era diferente a ver a Savannah llorar, la mujer frente a mí era mi madre, quién cada noche de niña leía cuentos para mí, la que cuando papá se enojaba conmigo ella siempre me defendía, mi confidente, mi mujer favorita, lo único que quería hacer es rodearla entre mis brazos y decirle que estaba bien, que no llore, que la amo, pero no podía, ya no pertenecíamos al mismo mundo, papá abrazó a mamá y lloraron juntos frente al cadáver de su hija. 

Scott se acercó a mí por detrás y colocó su mano en mi hombro. 

Ver a mis padres me llenó de determinación para lo que tenía que hacer.

— Alisson...

— Lo haré Scott, encontraré a mi asesino.


Buscando a mi asesino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora