Leah

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Alisson.

Era viernes por la mañana y el ambiente en el hospital no ayudaba a que me relaje. La noticia de que Carl había sido herido se disparó por toda la zona al instante. No me encontraba con Savannah cuando eso pasó, Scott y yo decidimos ir a la casa de Noel y luego a la estación de policías, pero no conseguimos nada nuevo.

Savannah no había dormido toda la noche esperando en una silla a simple vista muy incómoda a que Carl saliera de cirugía, al parecer la bala perforó su intestino delgado y hubo complicaciones por lo que la operación tomó más tiempo de lo acordado.

Los padres de Carl llegaron apenas les comunicaron lo sucedido, su madre estaba muy alterada y por unos momentos empezó a gritar a la policía pidiendo una explicación sobre lo que le pasó a su hijo.

Mark llegó hace unas horas y se quedó con Savannah acompañándola, le ofreció llevarla a casa, pero ella se rehusó, no quería separarse de Carl, creo que en parte de siente culpable por lo que le ocurrió.

— Alisson. —Scott apareció junto a mí.

— Hola —saludé—. ¿Has averiguado algo? —Scott se sentó en el suelo junto a mí.

— No, no tienen pistas a más del auto.

— Debimos estar ahí, así hubiéramos sabido quién lo hizo. Perdimos una gran oportunidad, ¿Entiendes? —estaba tan frustrada y enojada a la vez.

— Ya habrá más oportunidades, Alisson.

— Es viernes Scott. ¿Ves esto? —le mostré mi muñeca— Tengo trece días, no es mucho tiempo.

Mark fue por café para Savannah, sin embargo, ella sacó un papel de su bolsillo y al leerlo se puso de pie y muy apurada salió del hospital. Junto a Scott la seguimos hasta su auto, se veía muy convencida al encender el auto y ponerlo en marcha dejando atrás a Mark y a Carl.

El recorrido tardó algo más de una hora hasta que nos detuvimos en la calle frente a un almacén de muñecas, si fuera de noche esto sería muy escalofriante, era como si aquellas muñecas fueran capaces de verte.

Bajamos del auto y acompañamos a Sav hasta un callejón de mala pinta. Esperamos por mucho tiempo hasta que ella se dio vuelta para irse, pero una chica con una falda del tamaño de una bufanda y una blusa que al parecer era un brasier apareció con una pistola apuntando a mi mejor amiga.

Savannah levantó sus brazos muy asustada y yo solo pensaba en lo mal que esto se veía, aquella mujer se me hacía conocida, pero eso no impedía que sintiera pánico ante la idea de verla morir.

—¿Quién eres tú? —dijo Savannah tratando de sonar firme.

— Soy Leah, me mandaron a asesinarte, es un placer —sonrió y guardó el arma en su cintura—. Sin embargo, estás de suerte, no pienso hacerlo así que baja tus manos, es incómodo.

— No....no entiendo nada.

— Te lo explicaré, pero no aquí, estamos en peligro.

Entramos al auto para escuchar lo que Leah tenía que decir, noté que Scott trataba de no ver sus "atributos" quizá por respeto, pero se le hacía complicado, era difícil no ver todo eso.

— Conocí a Alisson —empezó Leah—. Era vecina de sus abuelos en Carolina del Sur, aunque no la he visto hace años en serio me agradaba.

Entonces la recordé, Leah, solía jugar con ella niña cuando visitaba a mis abuelos hasta que un día ella simplemente desapareció. Su rostro se me era familiar, pero ella ha cambiado mucho.

Buscando a mi asesino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora