¿Muerta?

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Algo estaba molestando mi espalda, por más que me movía no lograba sentirme cómoda pero no quería abrir mis ojos, estaba tan cansada que podría dormir por 12 horas más.
Unas sirenas hicieron que decida despertar, ¿Policías? ¿Bomberos? ¿Qué rayos hacían ellos aquí?

Abrí mis ojos y me levanté de a poco, cuando vi mi vestido pensé que aún estaba soñando.

Mi vestido azul fue reemplazado por uno blanco muy limpio hecho de una tela delicada, mi piel más pálida de lo común, mis pies descalzos, mi cabello suelto y despeinado. Aún estaba en la casa de Noel, pero algo estaba mal, no había nadie, estaba sola en una habitación de la casa. El suelo bajo mis pies se sentía frío, necesitaba unos zapatos.

Unas sandalias aparecieron a mi vista, no importaba de quién era, sólo las necesitaba. Intenté cogerlas, pero no podía, por más que traté no pude, mi mano las atravesaba, esto empieza a asustarme.

La puerta de la habitación estaba abierta, varias voces se escuchaban en la sala y las sirenas no dejaban de sonar. Decidí bajar por las escaleras y encontré a varias personas, chicos de la fiesta de ayer llorando y unos cuantos policías.

Logré ver a Savannah junto a Mark entre todos, corrí hacia ellos, nadie percató mi presencia, deben estar realmente ocupados.

— Oye, ¿Qué fue lo que pasó? —pregunté a ambos, Mark se veía mal, pero nada comparado con Savannah, se veía terrible, tenía los ojos hinchados como si hubiera llorado toda la noche, pero Dios, su vestido era aún peor, rasgado y con manchas de sangre por doquier.

— Ella no merecía esto —sollozaba Savannah en el pecho de Mark—, ella... Ella... —lloró aún más fuerte—. Si no la hubiera dejado sola... Si no la hubiera dejado.... —su voz de quebró. Mark acarició su cabello.

— Tú no eres la culpable... no te culpes por eso —Mark la consolaba.

— ¡SAVANNAH! ¡DEMONIOS! ¡¿QUÉ ESTÁ PASANDO?! —ella no respondía, ni siquiera me miraba— ¡MARK! —me paré frente a Mark, que también me ignoraba, todo me daba vueltas y tenía unas ganas horribles de vomitar— ¡CHICOS! ESTO NO ES GRACIOSO —intenté tocar a Savannah, pero fue imposible, mi mano no la tocaba, era más bien como si un viento rozara su piel.

— ¿Sentiste eso? —Savannah se apartó de Mark.

— ¿Sentir qué? —Mark frunció el ceño, lucía mal, todos lo hacían, muchos chicos se habían retirado ya, algunos lloraban por lo bajo y otros sólo se mantenían en silencio. No logré ver a Daniel por ningún lado.

— Eso, ya sabes, sentí que... —sacudió su cabeza— Olvídalo, ya estoy imaginando cosas.

— ¿Savannah Andros? —el oficial Snow llegó junto a nosotros, uno de los oficiales más conocidos de la zona.

— Sí, soy yo —Savannah limpió sus lágrimas.

— Tengo unas cuantas preguntas, ¿Me permites unos minutos?

— Claro, dígame —ella se veía tan exhausta.

— Cuénteme exactamente qué fue lo que pasó. Hemos llamado a los padres de la víctima, se encontraban en Nueva York, vienen en camino, necesito que sea sincera, estamos hablando de un caso de homicidio. —mis padres estaban en Nueva York, un momento.... ¿Yo soy la víctima? Savannah aclaró su garganta.

— Llegamos aquí a las 10:30 de la noche, nunca pensé que las cosas terminarían así.

— ¿Cuándo fue la última vez que la vio? —el oficial sacó su libreta y empezó a tomar apuntes.

— Bailamos por una hora aproximadamente en aquel lugar, frente a la cocina —ella señaló el lugar donde horas antes habíamos bailado, el cual ahora lucía vacío y desordenado—. Luego Daniel vino por ella, fueron juntos a la sala y se quedaron allí por un tiempo más, Mark y yo no estábamos con ella, yo había salido por un poco de aire fresco al patio y Mark fue en busca de gasolina para su auto.

— ¿Quién encontró el cuerpo? —¿Cuerpo? ¿Mi cuerpo? Sentía la bilis subiendo por mi garganta, no podía asimilar lo que él decía.

— Fui yo —Savannah empezó a llorar nuevamente—. No la encontraba por ningún lado y estaba preocupada, Daniel se acercó a nosotros preguntando por Alisson, dijo que había ido unos minutos a arreglar unos asuntos y cuando volvió ella ya no estaba en la sala, eso fue a media noche, pasamos horas buscando por toda la casa hasta que... —su voz volvió a quebrarse— Hasta que alrededor de las tres de la mañana fui al jardín de atrás a buscarla y... Ella estaba allí... Estaba tirada en suelo con una herida en su estómago —Savannah no podía mantenerse de pie, Mark tuvo que ayudarla y yo... Yo no podía creer lo que estaba escuchando—. Yo encontré a mi mejor amiga muerta —rompió en llanto. Todo me daba vueltas, sentía que iba a desmayarme, mis piernas estaban temblando al igual que el resto de mi cuerpo, esto... Esto no podía ser cierto.

— Oficial, Savannah al igual que todos hemos tenido una muy mala noche. Cuando ella esté lista irá a la estación de policías, ahora ella debe descansar. —Mark puso su chaqueta sobre los hombros de Savannah.

— Claro, lo entiendo. Lamento mucho su pérdida —Se dio vuelta para irse hasta que Savannah lo detuvo.

— ¿Dónde está el cuerpo? ¿Ya se lo llevaron?

— No, aún no, sigue en el mismo lugar donde lo encontraste, medicina legal llegará en unos minutos para llevarse el cadáver —los ojos cafés del oficial mostraban pena, nunca fui muy cercana a él, pero sentía mi muerte... ¿Qué fue lo que dije? No, eso es imposible.

Sólo había una manera de averiguarlo.

Corrí hasta el jardín detrás de la casa, había unos cuantos autos estacionados y muchos oficiales acompañados de unos cuantos bomberos, aún estaba descalza y mi corazón latía con fuerza, si estoy muerta ¿Por qué mi corazón aún late? Era algo que me dio esperanza de que esto no era cierto.

Llegué al jardín y caí rendida al suelo luego de lo que vi.

Mi cuerpo estaba arrojado ahí, en el suelo frío, mi cuerpo sin vida, con una gran mancha de sangre en el abdomen, aquel hermoso vestido azul estaba rasgado haciendo que mi pierna izquierda quede a la vista, un gran moretón cubría mi ojo derecho, mis pies heridos llenos de golpes, mi cuerpo era un desastre, aquel hermoso cuerpo que siempre estuve orgullosa de mostrar lucía maltratado, muy maltratado. Me paralicé frente a esa vista tan horrible, ira, miedo, angustia e infinidades de sentimientos recorrieron a través de mí, las lágrimas ardieron en mis mejillas luchando por salir, no las pude contener más, estás imágenes me acompañarían toda mi vida. Deja de decir eso Alisson, ya estás muerta.

Me quedé allí sentada llorando y gritando tratando de liberar todo ese odio atrapado en mí, esto era demasiado, no podía con esto, no soportaba la idea de estar muerta, yo... No podía con esto.

— No sirve de nada que grites —alguien apareció frente a mí, un hombre—. No pueden escucharte. —limpié mis ojos, de seguro justo ahora estaba toda hecha un desastre, pero al diablo, estaba muerta, ya nada importaba.

— ¿Quién eres tú? —me encontraba aún en el suelo, frente a mi cadáver.

— Mi nombre es Scott, mucho gusto, ¿Cómo te llamas tú?

— Alisson... espera, ¿Por qué tú puedes verme y el resto no?

— Porque ellos están vivos —se acercó a mí y me ofreció su mano—. Y nosotros no.

Buscando a mi asesino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora