CAPÍTULO 25: ¡DE REGRESO A CASA!

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*Narra Allison*

No sé cuánto tiempo llevo acostada en los asientos, la gente me mira raro, pero ñe, me vale ¡en serio esos dos tardan demasiado! no puede ser taaan difícil sacar mi maldita maleta del hotel. Estoy aburrida, además de que me tuve que acostar porque mis pompis y mi pierna derecha se durmieron, mejor los llamó antes de que mate a alguien solo porque estoy aburrida.

-¿DÓNDE MIE*DA ESTÁN? —les grité y una señora me fulminó con la mirada y yo solo le saqué la lengua.

-¡No me grites! tu maldito jefe no me dejaba entrar así que... —se quedó callado, solo espero que no complicaran más las cosas.

-¿Qué hicieron? —suspiré sentándome en la silla y cerré mis ojos esperando lo peor. —chicos... ¿Qué demonios hicieron?

-Hicieron no, mejor dicho, hice porque Diablo está esperando abajo, le dije que era un amigo tuyo y que venía por tus cosas, me dijo que no me daría nada, me iba a cerrar la puerta, pero lo empujé y lo golpee con la lámpara ¡es una nena no aguanta ningún golpe! —me reí porque me acordé de lo que pasó en la oficina.

-¿Pero ya vienen? En serio tengo dormido el c*lo. —me levanté y fui a comprar dulces. —mi jefe es de cabeza dura, no le pasará nada, al final cavernícola ya es. —me encogí de hombros restándole importancia.

-Ya tengo tu maleta, así que, si ya vamos, no te desesperes. —salí del aeropuerto porque recordé que afuera hay una tienda de gomitas ¡es el paraíso!

-¡Pero si tardan y me encuentran como una pelota ustedes me van a cargar! —colgué y compré un montón de gomitas, puedo comer esto toda la vida, al pagar regresé al aeropuerto, me fui a sentar y una niña pequeña se me acercó, debe de tener como 5 años más o menos.

-Hola, soy Mia. —me dijo la niña sonriendo y me le quedé mirando mientras me comía las gomitas, ahora si prefiero que me haga pipi un perro y no tener que ver a la niña.

-Uhm...hola ¿qué quieres? —NO me gustan los niños, son unos malditos mini demonios...los odio, no los tolero, soy una mala persona, sí, no me importa, más si mantiene a esos mocosos lejos de mí.

-¿M-me das gomitas? —me miró poniendo ojos de cachorro, oww ternurita, no sabe que está hablando con una persona que le valen mir*rda esas caritas.

-¡NO! Ahora lárgate si no quiere que en la noche le diga a una bruja que te coma cuando estés en tu casa durmiendo. —le sonreí y la niña puso una cara de horror, se fue corriendo mientras lloraba, no pude más y reí, la señora que me miraba feo desde que llegué se acercó, de seguro es de esas viejas metiches.

-Jovencita debería darle vergüenza tratar a una pequeña de ese modo, es usted una irrespetuosa. —rodé los ojos y seguí comiendo. —debería disculparse con esa niña y su madre.

-Usted no sea metiche y lárguese, nadie le preguntó si estaba bien o no lo que hice. —maldita vieja metiche, odio a las personas, no me gusta, me engento.

-Mocosa mal educada que te pasa, soy mayor y debes de respetarme. —mi paciencia se acabó así que me levanté frunciendo mi ceño y dando un paso hacia ella.

-¡¿MALDITO FÓSIL DE DINOSAURIO QUÉ PARTE DE QUE HA USTED NO LE IMPORTA NO ENTIENDE?! ¡Además sus padres le deben de enseñar a no hablar con extraños, qué tal si alguien se la roba con dulces! ¡Ya déjenme en paz mendiga vieja! —ella abrió los ojos y la boca tanto que creí que me comería, escuché unas risas detrás de mí y al voltear estaban Tato y Diablo viéndonos ahg....idi*tas.

-¡Por fin llegan! ¡Mueven sus cul*s y larguémonos de aquí, esta vieja ya me cansó! —les dije caminando hacia ellos. —vámonos que luego me van a sacar los de seguridad.

MI JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora