CAPÍTULO 61: VIEJOS RECUERDOS.

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Durante el resto de la tarde papá nos repetía una y otra vez el plan, el cual es fácil, llegaremos antes que ellos para pasar de incógnitos, después Carmen tiene que hacer que Ian se vaya con ella en cuanto él entre al lugar, no nos conviene tenerlo cerca de Joel, mientras yo tengo que llevarme a ese bastardo a la parte de atrás para subirlo a la camioneta y papá se acercará a ese sujeto que dio información de nosotros, obviamente no dejó que ninguno de nosotros lo hiciera porque nos conoce, somos impulsivos...es capaz de que hacemos un caos.

-Tengo mucha hambre... ¡aliméntenme! —grité mientras estoy desparramada en el sofá. —quiero comer, me muero sin comida, me estoy muriendo, aliménteme o me desmayo.

-Ya, voy, no grites que me alteras. —rodé mis ojos y le saqué la lengua — ¿qué quieres comer? —respondió mi papá sacando su celular y sonreí emocionada.

-Uhm... ¡comida china, pollo agridulce y arroz! —tengo tanta hambre que soy capaz de comerme hasta su comida. —pero ya, porque en serio me muero, soy capaz de morderlos, pensándolo bien...no como porquerías. —reí al sentir que me pegaron con el cojín en el brazo.

Media hora después la comida llegó, nos pusimos a comer mientras hablábamos de cualquier tontería que se nos ocurría, de verdad que los extrañaba mucho, fui una tonta por haberme alejado de mi familia por culpa de un id*ota, aunque fui más id*ota yo por dejar mi vida por alguien que no valía la pena, pero en parte no me arrepiento porque conocí a mis dos tarados que por cierto los dejé a cargo de la bodega, está noche será peligrosa y no quiero que les vaya a pasar algo, no me lo perdonaría nunca, no soportaría la muerte de alguno de ellos por mi culpa.

-Hey Allison, ¿ya terminaste? Tenemos que arreglar todo. —asentí llevando el último pedazo de pollo a mi boca y dejando el plato en la bolsa de basura que tenía Marcus en sus manos.

-Sí Marcus, ya terminé, pero aún tengo hambre. —me miró levantando sus cejas. —déjame, no he comido bien desde todo esto, odio que no me dejen comer cómo quiero.

-No dije nada, ven tienes que ponerte un micrófono y esa ropa. —respondió apuntando hacia una bolsa en la mesa, al acercarme y abrirla suelte un bufido.

-¿Por qué un vestido? Tantas cosas que existen y me dan esto. —reproché mientras tomaba la bolsa de mala gana. —me veo sexy con todo, no es necesario un vestido. —bufé al escucharlos burlarse, tarados.

-Porque sí, calla y póntelo, este es el micrófono que llevarás puesto, no olvides tratar de hacer que confiese y diga en dónde está el resto del cargamento. —tomé las cosas que me dio metiéndolas en la bolsa y asentí despacio caminando a una de las habitaciones.

Al entrar saqué todo acomodándolo en la cama, quité toda mi ropa para colocarme las bragas negras que compraron, una funda para el arma en la pierna izquierda, acomodé la pequeña caja del micrófono y pegué el cable a mi cuerpo con pequeñas tiras de cinta para después colocarme el vestido de tirantes azul de terciopelo, zapatos negros y me senté frente al espejo suspirando mientras cepillaba mi cabello, vi que Carmen entró colocándose detrás de mí quitándome el cepillo.

-¿Recuerdas cuando te peinaba con trencitas? —reí al escucharla mientras ella comenzaba a cepillar mi cabello. —amaba peinar tu cabello, era cómo tener un momento de paz, un momento de normalidad en tanto caos.

-Sí, tenía como doce, ¿no? También recuerdo que se las hacías a Iván cuando tenía el cabello más largo, eran lindos tiempos. —murmuré viéndola a través del espejo sonriendo levemente.

-Lo eran, extraño mucho los viejos tiempos, antes de que la familia se dividiera. —susurró acomodando mi cabello para después ponerme la peluca pelirroja. —todo se volvió trabajo en exceso.

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