Capítulo VIII

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    El tiempo estaba horrible, para nada a mi favor, los chicos me dijeron que no saliera, era una fuerte tormenta que se había desatado, pero algo me decía que Camila no estaba bien, y agregando lo que me había dicho Daniel en la mañana mis nervios se salían de mi cuerpo, llegué al vecindario o bueno, la pequeña zona donde vivían y oí como se soltó un cable de electricidad, haciendo un sonido como el de un látigo, junto con el, unos gritos de pánico al irse la luz, la lluvia se escuchaba mas fuerte, ahora si con todo en silencio, las calles y casas totalmente oscuras.

   Estaba toda empapada, había decidido venir caminando, como siempre, no suelo ser buena tomando decisiones, Henry me había quitado las llaves del auto, pensando que con eso no saldría, pensó mal. Después de unas cuantas casas llegué, respiré y traté de quitarme el agua que corría sin control sobre mi cara, es como si estuviera en la ducha con toda la llave abierta, no parecía que fuera a escampar en unos minutos, lo peor sería que no estuviera nadie en casa, lo siento por mi porque ya no podría volver.

   Toqué un par de veces y nadie contestaba, maldición pensé. Esto me pasa por ser compulsiva en las cosas, bajé las pequeñas escaleras de su porche para ir nuevamente hacia la calle, miré hacia los lados y noté como venían corrientes de aguas al punto de desbordarse, di unos cuantos pasos para intentar volver a casa, cuando oí una voz gritando que se acercaba.

—¡Zoey dime que no te viniste... —Abrió la puerta y me giré —¿Lauren?

—Camila... —Traté de parecer fuerte, que la intensidad de la lluvia y el viento que se habían agregado al momento no podían conmigo, subí de nuevo para estar mas cerca de ella.

—¿Que haces aquí? —Me gustaba su expresión de preocupada y no la orgullosa engreída que siempre era.

—Bueno, me Henry me dijo... —El frío me estaba matando.

—Si, ya sé, lo siento de verdad —Camila estaba tan vulnerable que me daba algo de miedo.

—No te preocupes, total no habría podido ser.. —Finalmente dije, se quedó mirándome exenta, me di cuenta que me había entendido mal —Osea... Me explico, hablo de la lluvia —Tomó un suspiro y asintió. Nos quedamos sin decir nada, algo incomodo.

—¡Lauren por Dios! ¡Que tonta soy! ¿Que haces allí aun? ¡Ven pasa! —Dijo luego de unos minutos, dudé.

—No es necesario, no quiero incomodar —Al girarme y ella protestando de que accediera, sonó un terrible relámpago, volví a voltearme. —¿Sabes que? Me quedaré un rato.. —Rió levemente por mi expresión, entré.

   Miré el sitio, algo pequeño pero acogedor, con algunas velas encendidas, me tensé de una manera que antes no había sentido cuando sus manos se colocaron en mis hombros.

—Déjame ayudarte —Dijo siendo muy apacible, intentando sacarme mi abrigo empapado.

—Oh! Bien, ¡Gracias! —Lo sostuvo y lo tendió en una parte de la cocina que se podía ver sin ningún problema. —¿Estas sola? —Ok, eso sonó muy raro pero ya estaba hecha la pregunta.

—Si! Daniel fue a casa de un amigo y Zoey en el hospital, su guardia terminaba hoy pero me imagino que la lluvia no la ha dejado venir y estoy feliz que no lo hiciera, la iba a matar si manejaba en estas condiciones —Asentí.

—Bueno matame a mi, yo caminé hasta acá con todas la corrientes y riesgos que puede pasar alguien —Dije sonando dramática, lo había aprendido de el mejor.

—Me da gusto que hayas llegado bien.. —Se giró y quedé mirándola como una estúpida enamorada. —¿Quieres algo de tomar? —Se inclinó hacia abajo buscando en la nevera, me sentí una pervertida por estar mirando su trasero, pero vamos! ¡Como podía hacerme esto! —¿Lauren? ¿Estas allí?

A SECRET HEART. | CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora