Rumores...

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Estábamos sentados en un banco, esperando a que nos llamen, sin risas, sin charla. Lo cual resultaba extraño después de todo lo que habíamos pasado juntos. 

-¿Por qué me miras?-me preguntó Nick.

-Nada es que...no te había visto así en mucho tiempo.

-¿Cómo?

-Ansioso...enojado.

-¿Enojado? No estoy enojado.

-Si, lo estas. Te conozco, Nick. Sé cuando lo estas.

-No me conoces, Alex. Nadie aquí lo hace.

-Por supuesto que te conozco. Quiero decir, nos conocemos hace...14 años. Y fuimos novios por unos cuantos meses.

 -Lo que hicimos fue estúpido. Fue...

-¿Un error?-dije con la voz entrecortada.

-Si.

-¿Wendy Darling?-dijo la secretaria al salir de un salón. 

Fuimos los cuatro juntos al salón que estaba al lado de la cafetería. Sequé mis lágrimas antes de entrar.

-Buenos días, bueno mi nombre es Helen Flinch y soy la directora de la escuela, ¿En qué puedo ayudarlos?-nos preguntó. Era una mujer simpática a simple vista.

-Bueno, primero mi nombre no es Wendy Darling.

-Si, sacamos nuestros nombres de algunas series.-dijo Adam.

-Sabía que había escuchado uno de sus nombres en "Downton Abbey"-exclamó la mujer-¿Quiénes son?

-Mi nombre es Alexandra Lincolns.

Sus ojos se abrieron de par en par.

-No. No, no, no. No, me prometí a mi misma que nunca más me metería en esa mierda de problemas. No voy a responder nada.

-Por favor, mi hermana está perdida. Necesito encontrarla. 

-¿Y para qué necesitas mi ayuda?-preguntó.

-Sé que usted sobrevivió y que...

-Ya hice mis pases. No pienso volver a ir allí.-me interrumpió.

-Solo le pido una dirección. Mire, sé que no debió ser fácil por lo que usted pasó, pero necesito su ayuda. Si algo le pasa a ella, también le puede llegar a pasar algo a usted.

-No me interesa. Ahora, váyanse de aquí antes de que llame a alguien.

-Por favor, solo denos algo...

-¡No!

El grito retumbó en las paredes y lastimó mis oídos. 

-Ese día perdí al amor de mi vida. Lo único que me quedaba. No pienso meterme en esto.-añadió a su grito mientras giraba para toser. 

-¿Usted sabe lo desesperada que estoy? Esto puede destruir a todos, no solo a nosotras tres.

-No me interesa. Porque, ¿Sabes lo que es la desesperación de estar frente al amor de tu vida sufriendo y no poder hacer nada?

Cuando dobló su pañuelo pude ver sangre en él. Me vio observándolo y se sintió ofendida.

-¿Sabes lo que es esto, niña? Las consecuencias de mis actos, mi karma más bien. Sacrifiqué la vida de un inocente para salvar la mía. Mira lo que sucede ahora. Me estoy muriendo, y ningún doctor sabe de qué. Pero yo sí. Ahora, aléjate de todo esto antes de hacer alguna estupidez como lo que yo hice.

-Perdón por haberle sacado su tiempo.-dijo Adam mientras abría la puerta.

-¿Qué hacemos ahora?-preguntó Charlie al salir de la institución.-No sabemos un carajo.

-Ya encontraremos algo.-dijo Nick.

-Vayamos al hotel.-dije en voz baja.

Volvimos a caminar, pero esta vez caminamos lentamente. No solo estaba pensando en Melissa. Pensaba en lo que Nick había dicho. Me dolió, demasiado a decir verdad. Todas y cada una de sus palabras se sintieron como un puñal, me había dejado indefensa, más indefensa que antes.

-Bueno, los chicos tienen la habitación 24A y las chicas, la 24B.-dijo Olivia cuando llegamos al hotel.

Llevamos las maletas a las habitaciones y me recosté en la cama rápidamente.

-Peter nos invitó a cenar con ellos, ¿Vienes?-me preguntó Olivia.

-No, vayan ustedes.

-¿Te quedarás sola?

-Si, no pasa nada. Pediré pizza. Ahora me fijo.

-Sabes que no puedes esconderte de Nick para siempre ¿No? 

-Lo lastimé, me lastimó. Me dejó bien en claro las cosas. Se ha acabado.

-No, no digas eso...

-Ve a ver a Adam, quiero estar sola ahora. Luego hablamos.-interrumpí.

Me hizo burla y se fue con las demás. La puerta se cerró rápidamente y lo único que escuché luego fue silencio puro. Aproveché la soledad para llorar a solas. Charlie tenía razón. Helen sabía todo lo que necesitábamos y se negó a dar respuestas. Habían pasado meses y no la habíamos encontrado. Lo lejos que estábamos me hizo perder las esperanzas. 

Encendí el televisor y puse las noticias, al no encontrar algo interesante en la televisión. Vi mi casa con un cartel que decía VENTA en rojo. Mis padres y miles de periodistas en frente de ella, hablando de mi hermana y de mi. De nuestra desaparición, más bien. No pude evitar esbozar una pequeña mueca de furia. Ellos no me habían creído, ellos se merecían la desesperación de la ignorancia. No yo, yo no quería sentir eso por Melissa, no quería saber que estaba desaparecida y que yo no podía hacer nada para ayudar. Si dejarme de lado fue más fácil para ellos, pues, no había mucha diferencia en ese momento. Pero en ese momento estaba "perdida". Algo que llamaba la atención de muchas personas, a decir verdad. Pero no la de mis padres. Aunque ellos querían encontrarnos, todavía estoy segura de que a lo último que acudieron fue a los medios de comunicación, al encontrarse escasos de oportunidades. Al subir el volumen del televisor, escuché lo que mis padres decían....mentiras. 

-¿Cuándo fue que las vieron por última vez?-preguntó el periodista.

-A Melissa, como todos ya sabrán, fue el día en el que nos fuimos a Washington por un caso....y Alex se fue unos meses después, sin decir adiós, sin darnos la oportunidad de ayudarla o de acompañarla en lo que quería hacer...

-¿Les dijo algo antes de irse?

-No, nada en absoluto.

El enojo me provocó ira, ira pura. Apagué el televisor, y por poco tiraba mi zapatilla y le pegaba a aquella pantalla que me producía dolor de cabeza. La mentira, la falsedad, todo de lo que mis padres me habían advertido, lo estaba viendo en acción, disfrazado de los que alguna vez vi como personas inigualables, modelos a seguir de toda persona. Ellos no eran mis padres. Mi furia se transformó en tristeza, y mi tristeza en furia. Me miré en el espejo, miré mis ojos, luego mis manos, hasta llegar a las puntas de mis pies, calentados por mis calcetines. Y vi el calco más perfecto, la simetría más contemporánea de la mezcla de mis padres. Yo, fruto de ellos, sentía que mi mundo se despedazaba con solo acariciarlo con las yemas de mis dedos, y pensaba, ¿Qué sentirán ellos? Qué lo único que les importa son sus hijas...ahora fuera de su alcance. ¿Quién soy yo para juzgar a alguien que ha vivido en este mundo más de lo que yo he vivido? A personas que saben como enfrentar los problemas más que yo...

Pero aunque le daba vueltas a aquel tema, y buscaba la salida de aquel laberinto, no podía encontrar la manera de ver lo que hicieron como un acto bondadoso, no podía verlo como un acto de valentía. En mi mente se resaltaba la palabra "cobardía" al solo pensarlo como algo "bueno". No había parte de mi mente o de mi corazón que le resultasen valientes las palabras de mi madre... 





¿Dónde está Melissa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora