El Muro

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-¿Peter?-preguntó Nick mientras tocaba la puerta. Yo estaba en sus brazos, a punto de caerme.

Abrió la puerta fuertemente y nos hizo entrar.

-¿Qué le pasó?-nos preguntó.

-Comenzó a gritar.-dijo dejándome en el sofá- La traté de despertar, pero era imposible. Salía sangre de sus oídos y...después de despertarla, no se pudo volver a parar.

Se quedaron mirando. Ella y Charlotte se acercaron a mí con la esperanza de ayudarme, pero fue en vano. Todo lo que estaba pasando sucedía dentro de mi cabeza y nadie podía penetrar ese muro. 

-Esperen.-dijo Adam con un aire de esperanza-¿Has dicho que sus oídos sangraban?

Fue a trote a su habitación y abrió la maleta de Ella.

-¿Qué haces?-preguntó ésta malhumorada.

Sacó de uno de los bolsillos un libro hecho pedazos y comenzó echarle un vistaso. Sus ojos se movían al compás de las hojas enmarcadas en un hongo que se podía sentir desde mi lugar. El libro tenía una tapa dura algo amarillenta y algo destruida por el paso de los años. Arrancó una de las hojas y Ella lo fulminó con la mirada.

-Creo que se trata de un hechizo. Sirve para sacar información de una persona y resulta muy doloroso cuando se trata de algo involuntario, ya que la otra persona tiende a querer lastimar. Sería la única manera de sacar a la luz pensamientos profundos que ni siquiera uno mismo puede detectar.

-¿Y cómo se deshace?-preguntó Peter algo confundido.

-Primero busquemos a la persona que lo hizo y...

-Yo lo hice.-Charlotte levantó la mano.

-¿Crees que esto es gracioso, Charlotte?-Nick comenzó a gritar.

-Baja el tono conmigo.-acercó su mano a su garganta para transmitirle miedo, pero a él no se le movió ni un pelo.-Créanlo o no, los estoy ayudando. En la mente de Alexandra se esconde un secreto que ni ella sabe que está. Su cerebro guarda en un rincón todo lo que puede llegar a ser útil. En exactamente tres minutos voy a examinar el cerebro de tu novia, y que conste que lo estoy haciendo por todos nosotros. 

Un silencio penetrante llenó la habitación. Podía escuchar las preguntas y las dudas que se les venían a la cabeza. Parecía que me susurraban al oído y buscaban respuestas. Adam se acercó a mí y me corrió el cabello del rostro.

-Si te duele, si no lo puedes soportar...dime y le digo que pare.-me dijo algo asustado.

No pude responder ya que él se levantó y se sentó en la mesa. Charlotté miró su reloj.

-Ya está. ¿Estás lista, pequeña?

Asentí con todas mis fuerzas. 

-Esto dolerá, no te voy a mentir. Lo único que tienes que hacer es pensar en algún momento con  Melissa. No importa cuándo ni qué. Solo hazlo. Tu cerebro hará el resto.

Cerré los ojos y una horrible sensación me llegó al estómago y comenzó a subir hasta llegar a mi cabeza. Pensé que iba a explotar. Era un dolor insoportable, que me generaba presión en todo el rostro y no me dejaba concentrarme en lo que Charlotte me pidió. Pero tenía que ser fuerte, no me iba a rendir tan fácilmente. 

Un recuerdo me vino a la cabeza. Yo tenía alrededor de diez años y estaba sentada en la habitación de Melissa. Agarré su computadora y traté de descifrar la contraseña. Ella nunca me dejaba usarla, decía que era suya y que yo tenía una propia. Mis padres se enojaban con ella pero no le importaba. Aunque ahora entiendo su preocupación. Entró a la alcoba y me sacó de un manotazo la computadora. 

-¿Qué te dije de revisar mis cosas, Alex?-trataba de mantenerse tranquila, pero nunca fue buena ocultando sus sentimientos.

-Solo quería ver...

-Pero no sabes la contraseña. La podrías haber bloqueado. Solo déjala aquí, ¿Si?  

Comenzó a tocar diferentes teclas pero fue tan rápido que no pude ver cuáles. Me pude ver a mi misma congelada en el tiempo y efectué una rebobinación. Comencé a ver en cámara lenta los movimientos de sus dedos. Leí en voz alta los números en su correcto  orden. "31203152", números al azar, por supuesto.

Algo me impedía despertar. Pero no era Charlotte, era mi propia mente que me había encerrado dentro de mi misma. ¿Cómo escaparía de mi propia cabeza? ¿Cómo hablaría o pensaría sin que ella me escuchase? ¿Tendré algún asunto pendiente?, pensaba.

-¡¿Qué quieres?!-pregunté-¡¿Qué debo hacer para despertar?! ¡Déjame ir, Alex!

-Vete de allí. Ya has arruinado la vida de...

Me senté rápidamente en el sillón con los ojos bien abiertos y transpirada. Sentía que me quedaba sin aire y al darme vuelta Peter se acercó a mi y me abrazó. Pude ver preocupación en el rostro de Charlotte. Había escuchado todo, había visto y sentido el temor de perderlo todo. Me había escuchado y no había vuelta atrás. 

-¿Cómo te sientes?-preguntó Peter

-Mejor, ya creo que Charlotte sabe...

-Si. Olivia, Adam, tráiganme la computadora de Melissa. Ya tenemos nuestra contraseña.

Nos sentamos todos en la mesa en forma de círculo. Estábamos esperando a los chicos con la computadora.

-Perdonen,-dijo Olivia entrando por la puerta principal-este idiota se tenía que ir al baño.

Apoyó la computadora suavemente enfrente mío. Todo lo que necesitábamos estaba allí. Si abría los documentos de mi hermana, iba a comenzar la pesadilla. Mi mano temblaba y con un ademán, la encendí. Comencé a escribir. Esa contraseña con la que me había torturado a mi misma tantos años que ya no podía recordar cuándo. Mi querida hermana me había dejado pistas sin sentido, pero mi mente había guardado lo esencial para llevar a cabo su búsqueda. Estaba preparada y nadie me iba a negar la verdad.

Su fondo de pantalla era Peter. Abrí sus documentos y encontramos todo acerca de la profecía y de tratamientos y hechizos voluntarios e involuntarios. Brujas, magos, bestias, armas...la clasificación del mundo "mágico" y del mundo de los mortales. Por qué la guerra comenzó, la verdadera historia que los libros para niños contaban. Muchos pensarían que mi hermana se había vuelto loca, pero yo sabía que existía. El nombre de Charlotte y el de Ella aparecían en su diario y de los favores que hacía con personas externas que buscaban su magia para combatir al resto del mundo. Todo había sido escrito por ella, excepto una hoja. Una de las más importantes, que hablaba sobre la extracción de los poderes y la anatomía del alma. Se la había mandado el Profesor Scott Refer de la Universidad de Nueva York (NYU)

-Tenemos un nombre.-dije con emoción-Scott Refer.

-No.-dijeron Ella y Charlotte al unísono.

-¿Qué sucede?

-Es un hechicero. O, para decirlo mejor, el Hechicero.-dijo Ella.

-¿Merlín?-preguntó Charlie.

-¡No!, el de la historia de la princesa Rosaline.

-¿No lo mataron? Yo leí que lo habían quemado en la hoguera.-dijo Adam.

-Es un hechicero. Utilizó magia, se salvó. Y justo cuando quiso salvar a su hija y a su amada, las mataron.-explicó Charlotte.

-Si las asesinaron, no le van a gustar los humanos.-dije-Pero, ¿Por qué ayudó a mi hermana?

-Seguro la engañó.

-Si, puede ser.-repuse, aunque sabía que había una historia detrás de todo.

Tenía curiosidad, mucha a decir verdad. Quería saber por qué este hombre había ayudado a mi hermana a salvar a los humanos después de lo que le hicieron a él.

¿Dónde está Melissa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora