Capítulo 4.

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Felices reencuentros.

Mis ojos se abrieron de pronto y miré hacia el sol. Parecía que era por la tarde debido a su posición. Me asustaba pensar que pronto anocheceria y que no tenía ni idea de como volver.

Me puse en pie como pude y comprobé que mis brazos, piernas y por el escozor que sentía, mi cara, estaban completamente magullados. Sin embargo, no tenía tiempo que perder.

Dudaba si tenía que buscar a Clarke. Quizá ella me estuviera buscando a mi, quizá ya había vuelto al campamento esperando encontrarme allí, o quizá... Quizá había muerto, o la habían cogido.

Había tantas posibilidades que decidí no hacer nada con respecto a ella. Tan solo quería llegar al campamento, aunque lo veía complicado.

Me adentré más en el bosque, buscando algún camino que seguir y comencé a caminar, rezando no ir en sentido contrario.

(...)

—Tened cuidado, estamos en zona terrestre– advirtió Bellamy.

—Todo es territorio terrestre. No pienso seguir– Murphy frenó en seco llevándose varias malas miradas.— Puede que no dijera la verdad.

—Deberíamos hacer caso, no sabemos si mentía.

—Oíste lo que decía. Se cansarán de ellos y les matarán–reclamó Finn.

—Sí, oí lo que decia con un arma en la sien– le retó Bellamy.

—Sabes que no me gusta hacer eso, pero es Clarke y Katia.

—Estas muy alterado y no pienso ir por ahí como una bala perdida.

—Chicos...

Había un rastro de cuerpos en el suelo, eran del Arca, y todos ellos estaban muertos.

Los chicos iban uno a uno, observándose, comprobando si realmente todos estaban muertos, hasta que llegaron a un precipicio desde el cual se podia ver la nave del Arca, la cual había estrellado.

—Menudo aterrizaje– dijo Murphy.

—No podemos hacer nada, vámonos– Bellamy empezó a hablar, pero los gritos de una chica pidiendo ayuda interrumpieron su camino.

Se asomaron al precipicio y allí vieron a una chica joven.

—¿Mell? Es amiga mía, tenemos que hacer algo.

—No podemos pararnos– susurró Finn.

—Tenemos cuerda. Sí que podemos, no es un terrestre.

—La has visto, no podrá agarrarse. Alguien tendrá que bajar a por ella.

—Perderemos mucho tiempo. Podremos volver a por ella luego.

Sin embargo, cuando se giraron vieron a uno de los chicos, el que la conocía, bajando.

—Mierda– susurró Bellamy.

—Ya estoy aquí, cuando la coja subirnos –gritó el chico desde abajo. Pero la cuerda se soltó de donde el la había atado, y él cayó hacia abajo.

—¡Mel aguanta! Te sacaremos de ahi– dijo Bellamy a la chica. Esta lloraba.

—Se ha caído la cuerda– le dijo Finn.

—Pues usaremos otra.

—Pero...

—No sabemos si ellos están vivos. Quiero encontrar a Katia tanto como tú, pero ella está aquí y la podemos sacar. Quizá los demás estén muertos. Haremos una cuerda con los restos. Cables, correas, lo que sea.

—Espero que no te arrepientas –le dijo Finn antes de irse.

—Yo también.

(...)

—De acuerdo, despacio –dijo Bellamy.—Aguanta, ya casi estoy.

Bellamy bajaba por aquel precipicio hasta llegar a la chica. Ella, a pesar de tener miedo, consiguió agarrarse a él.

—¡Subidnos! –gritó Bellamy.

Cuándo comenzaron a subirse, uno de los cinturones se rompió, y, al momento aparecieron terrestres.

—¿Cuantos hay?–preguntó Bellamy desde abajo.

—No se ve.

Un ruido de oyó, y entonces las flechas dejaron de sonar. Era la alarma de la niebla ácida, pero esta nunca llegó. Bellamy consiguió subir arriba con Mell, y allí oyó como le llamaban.

Levantó su cabeza y esbozó una sonrisa al ver a su hermana pequeña. Era ella la que les había salvado. Inmediatamente se acercó a ella para abrazarla. Llevaba varios días sin verla.

—Has llegado en el momento justo– le dijo la chica a Octavia.

—Volvía al campamento cuando oí disparos.

—Bonito cuerno– dijo Murphy, irrumpiendo en la conversación.—¿Qué Le ha pasado a tu novio?

—Se ha ido– le dijo Octavia apartando la mano de este.

Bellamy se acercó al oír esa conversación.— Eh– la llamó. Esta levantó levemente su mirada del brazo de la chica a la que estaba curando ya que había recibido un flechazo.— Lo siento.

Octavia asintió en su dirección, pero sin embargo no dijo nada al respecto.—Los terrestres volverán. Tenemos que irnos.

Bellamy se acercó a Finn y le pasó su arma.

—La flecha puede estar envenenada. Tengo que llevarla al campamento.

—Lo sé –Finn le tendió el mapa y palmeó su hombro antes de salir corriendo.

—¿Te marchas? –le preguntó Murphy. —Qué pena.

Este comenzó a hablar pero Bellamy le detuvo. —¿A dónde te crees que vas? –Murphy se dio la vuelta para contestarle.

—Si vuelvo contigo sabes que me encerrarán– Bellamy pensó unos segundos y luego le pasó un arma.

—¿Qué haces? –preguntó Octavia.

—Cuida de Finn– le ordenó finalmente. Luego se giró a su hermana. —No puedo llevarlos a casa sin mí.

Ésta sonrió levemente y comenzó a caminar —Pues claro que no.

(...)

Sentía que en cualquier momento no iba a poder más. Mis piernas temblaban por el cansancio, mis heridas escocian más a cada paso y mi cabeza daba vueltas.

Caminaba mirando a lo lejos, pero sentía que había pasado por ese lugar cientos de veces.

Mi vista se llenaba de puntitos negros pero trataba de que mantenerme despierta. Sabía que me estaban buscando, les había oído, y si me dormía me encontrarían.

Por mucho que pensaba esto, mis piernas no me sostuvieron más y caí de rodillas. Nunca me había sentido tan débil, tan torpe, tan dañada.

—¡Bellamy! –oía voces de lejos, sin embargo, no podía saber si eran fruto de mi imaginación.

—¿Es Katia? Mierda –reconocí su voz, y sentí como levantaba mi peso. Abrí mis ojos levemente, comprobando que era real.— ¿Qué ha pasado? No, no me lo cuentes. Estas muy herida, te llevaré al arca.

A pesar de las pocas fuerzas que tenía, reconocí lo que había dicho, por lo que subí mi mano a su cara y di un leve apretón.

—¿Kane... Kane está ahí? –pregunté. Ni siquiera reconocía mi voz de lo rasposa que sonaba.

—Sí, Katia. Tu padre ha logrado bajar.



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Darkness (Bellamy Blake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora