11. Como una parte de ti.

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Seis días habían transcurrido desde que Marinette había empezado a practicar con los abanicos y no avanzaba ni encontraba manera de mejorar. Y para su muy mala suerte, ni Félix ni Lilia le dejaban acercarse a la pista de hielo mientras no consiguiera danzar a la perfección. La mantenían entrenando un par de horas en el ballet, o entre los tres hacían trote alrededor de unas cuatro manzanas. Marinette se encontraba completamente agotada.

Incluso aquel sueño en el que recreaba la leyenda contada por su madre no le permitía dormir en paz, se levantaba bastante cansada, y en clases era un milagro que no se quedara dormida. Recibió un codazo por parte de Alya cuando apoyó su cabeza sobre sus brazos para caer rendida ante el sueño. La clase de Mendeleiev era sin duda la que menos debía usar como arrullo. Tenía la hora libre después, tal vez podía descansar un poco sin problemas.

—Marinette, ¿otra vez estás con sueño? —la regañó Alya en un susurro—. Mantente despierta unos cuantos minutos más, estamos por terminar la clase.

—Alya —respondió con pesadez—. Necesito dormir, me siento demasiado cansada —expresó, susurrando igualmente para que Mendeleiev no les escuchara.

—Solo aguanta un poco más —indicó la castaña.

Marinette se irguió sobre la banca nuevamente, sus párpados no le permitían ver con claridad el pizarrón, sentía que en cualquier momento desfallecería sobre la mesa. "Solo un poco más...", se repetía en su mente.

—Quiero que investiguen un poco sobre la constante universal de los gases, la próxima clase continuaremos con la materia y haremos unos cuantos ejercicios, pueden irse —para su alivio, la maestra había dado por finalizada la clase.

Mientras sus compañeros salían disparados por la puerta, ella recostó nuevamente su cabeza sobre la mesa. Estaba demasiado cansada. Solo deseaba permanecer allí y recuperar toda la energía que al parecer no recuperaba con el sueño. 

—Mari, ¿no practicarás hoy? —le preguntó su amiga, preocupada.

—Solo unos minutos más —susurró, aún con la cabeza escondida entre sus brazos.

—Marinette, ¿te encuentras bien? —se acercó Adrien, notando que Marinette no se había movido de su lugar.

Instantáneamente ella se levantó, quedando a la vista de aquellos hermosos ojos esmeraldas que la volvían loca. Su rostro se pintó de rojo, no podía articular varias palabras.

—N-no- qui-i-ero d-de-cir, sí, no te preocupes, Adrien —soltó una sonrisa nerviosa.

—Está bien —dijo él, incrédulo—. Las veo luego, chicas.

—Adiós, Adrien —se despidió Alya.

—Sí, también te am-digo te veo luego —la azabache atinó a levantar su mano para despedirse, se puso realmente roja como un tomate al percatarse de lo que iba a decir.

—Y nosotras también debemos irnos —Alya ayudó a Marinette a guardar sus apuntes y sus lápices en su mochila. 

Descendieron hasta la biblioteca y se instalaron en una de las computadoras que habían para disposición de alumnos y maestros. En ella buscaron información sobre aquel filme del que Marinette le había comentado, jamás había escuchado ella sobre esa película. De verdad que eran muy jóvenes para conocerla.

Estuvieron leyendo varias notas sobre aquella película, hasta que hallaron un vídeo que mostraba lo que había sido la trama. Observaron en silencio sin entender muchas de las escenas pues solo habían conseguido encontrar vídeos en inglés. Marinette dejó que Alya se encargara de leer los subtítulos, pues ella sentía un fuerte dolor de cabeza que le imposibilitaba ver con claridad. "Debe ser por el cansancio", se dijo buscando una excusa.

Corazón de Hielo [MLB] || [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora