Capítulo 5: Un sombrero para toda la vida

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Heldrick se levantó un sábado por la mañana, echó un vistazo por la ranura de la persiana y notó el fuerte destello del sol, estaba muy Intenso, un día perfecto para entrar en una cueva a experimentar.

No transcurrieron 10 minutos cuando todos ya se habían levantado.

—Buenos días a todos —dijo Heldrick.

—Buenos días —replicaron todos al mismo tiempo.

—¿Qué haremos hoy? —Preguntó Heldrick.

—Deberíamos buscar trabajo —opinó Elizabeth.

—¿Para qué? Si aquí nos mantienen —respondió Heldrick mientras levantaba sus manos como gesto de desconcierto.

—Aquí nos dan comida, pero no armas, ni armaduras, ni nada por el estilo —aclaró Alexander.

—Es cierto, nos vendría bien tener algo de dinero —comentó Sofía.

—Esta bien, entonces buscaremos trabajo —refunfuñó Heldrick.

Todos se alistaron y bajaron las escaleras para llegar al comedor, era muy temprano, por lo que este estaba un poco solitario.

—Al parecer todos se despiertan tarde los sábados —comentó Heldrick.

Se sentaron a comer y luego salieron del castillo a las distintas tiendas.

—Ok, nos separaremos para encontrar trabajo —dijo Elizabeth—. Yo iré con Sofía hacia este lado y ustedes hacia aquel lado.

—Esta bien.

Heldrick y Alexander iban caminando por las diversas tiendas.

—¿Qué tal si buscamos en la herrería? —opinó Heldrick.

—Tal vez sería productivo —dijo Alexander.

Entraron a una casa de piedra que tenía un pequeño cartel que anunciaba que estaban a punto de entrar a una herrería, al abrir la puerta sintieron el resplandor que provocaba el fuego, había una especie de chimenea donde el herrero tenía un gancho largo que sostenía la espada, en el fondo del local había una piedra que estaba sobre una base de madera, la piedra era totalmente circular parecida al queso y tenía una manilla que le permitía girarla.

"Debe de ser una piedra de afilar" —pensó Alexander.

En una esquina había centenares de armas, armaduras, entre otras cosas...

Había un hombre de apariencia robusta, era bastante alto, de piel morena y era totalmente calvo. El herrero al escucharlos entrar, sacó una espada de la chimenea, estaba totalmente roja por el calor al que se sometió, la dejo a un lado y preguntó:

—Hola, ¿que se les ofrece? —dijo el herrero en tono amigable, su voz era gruesa.

—Buscamos trabajo —explicó Alexander, mientras que Heldrick asentía con su cabeza—, ¿Hay posibilidad de encontrar aquí?

—Lastimosamente no, es muy difícil encontrar un trabajo acá.

—Bueno... Nos vamos...

Enseguida se marcharon, pasaron por otra herrería a preguntar y procedieron a pedirle trabajo, pero no corrieron con la suerte de conseguir. Entraron a otra herrería más, prácticamente era casi igual que las demás, pero no encontraron trabajo.

—Me preguntó cómo le ira a las chicas —pensó Alexander en voz alta.

—No lo sé —dijo Heldrick—. Oye, y que tal si intentamos con otra tienda, pero no herrería.

Askarea: La venganza de HeldrickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora