Capítulo 18: El comienzo de un posible fin

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Cada vez los chicos estaban más cerca de su graduación y de su primera guerra de los mundos, Heldrick había mejorado mucho desde que entró a la resistencia. A pesar de no poder efectuar magia negra, la había evolucionado. Si su mente mejoraba, todos sus hechizos eran muchos más fuertes. Elizabeth seguía siendo la segunda mejor arquera de la resistencia, Alexander era un guerrero como todos los demás y Sofía la quinta mejor hechicera.

Desde que Elizabeth había mentido a Heldrick sobre su supuesto enamorado, Anderson había estado tras ella todo el mes, pero ella se cansó de fingir. A pesar de no gustarle Anderson, entabló una buena amistad con él, era cierto, antes le parecía un chico pretensioso y arrogante, pero al conocerlo detalladamente se dio cuenta de que nunca era su intención sonar así.

—Anderson, me cansé de mentir —dijo Elizabeth que se encontraba en Arquería III—. La verdad es que...

Anderson la interrumpió y dijo. —Te gusta Heldrick. Sí, lo he notado.

—¿Desde cuándo? —se sorprendió.

—Desde el segundo día que hablé contigo. Siempre estás hablando de él, de su pasado, sus habilidades y todo sobre él.

—Lo siento —sintió pena.

—No hay problema, de seguro hacen buena pareja —comentó—. Aunque él no sospecha que tú le gustes. Debes decírselo.

—Lo haré pero no hoy. Por favor, no se lo digas.

—Está bien.

...

Mientras tanto en Alquimia Avanzada, Alexander charlaba un poco con Sofía. Él llevaba todo este tiempo tratando de conquistarla, al parecer había logrado que ella se interesara en él. Pero, no se atrevía a besarla o al menos a decirle lo que sentía.

—Y... Sofía —dijo—, te gusta alguien de la resistencia.

—La verdad es que si —se sonrojó y miro hacia el suelo.

—¿Quién es?

—No puedo decir...

Natalia interrumpió. —Muy bien, veo que están trabajando muy duro en la poción —Se quejó. Natalia era la única profesora con los conocimientos y capacidad para dar alquimia.

—Estamos en ello —se molestó Alexander.

Sumergió el cucharón en la pequeña caldera la cual no estaba encendida y removió todos los ingredientes hasta que la mezcla se hizo homogénea. Al principio el líquido se tornaba de colores rojo, azul y amarillo. Pero por arte de magia todo se había vuelto de un vino tinto tan oscuro que parecía negro a simple vista.

—¿Feliz? —se quejó Alexander nuevamente.

—No —negó Natalia con su cabeza—. Necesito asegurarme que funcione.

—Necesito asegurarme que funcione —dijo Alexander con tono burlón muy bajo para que ella no lo oyera.

—¿Qué dijiste? —preguntó.

—Nada, nada.

Sofía rio.

Alexander sumergió su mano derecha en el líquido viscoso y la retiró al darse cuenta de que estaba un poco frio. Toda su mano estaba de un color vino tinto muy oscuro.

Natalia tomó una espada y dijo. —Coloca la mano sobre la mesa.

Alexander hizo lo que ordenó y se preguntaba que iba a hacer ella. Cuando repentinamente blande su espada y la dirige hacia la mano de Alexander. Sofía del susto retrocede un poco, pero Alexander no pudo ni moverse cuando la espada se rompió al intentar cortarle la mano.

—Vaya, si funcionó —dijo Natalia tranquilamente.

—¡Qué mierda! —respondió alterado y un poco asustado—. ¿y si no funcionaba, me cortabas la mano? —gritó.

—Que dramático. Ni siquiera tenía filo —aclaró—. O eso creo.

—¿Cómo funciona esto? —preguntó Sofía.

—Este líquido cubre tu mano, se le conoce como mano de acero —explicó—. Tiene una duración de seis horas.

—¿Y ahora qué hago yo? —cuestionó Alexander.

—El líquido solo se adhiere y se endurece en la piel humana. Para retirarlo debes de esperar a que surja el efecto, o meter tu mano en una poción diluyente —comentó—. Por suerte ya he preparado una, pero sería bueno que aprendieran como.

Natalia se dirigió a su escritorio, tomó un caldero y lo llevó a la mesa de Alexander y Sofía. Tenía un líquido color rosado, este sí que no era espeso. Alexander ingresó la mano y el líquido cambió a un color rojo. Al retirar su mano ya no quedaba rastro de la mano de acero.

...

—Lo de la mano de acero parece muy útil, ¿no crees? —preguntó Sofía mientras ambos de dirigían a la habitación.

—Sí, apuesto a que me servirá de mucha ayuda.

...

Heldrick se encontraba en la habitación con Elizabeth, completamente solos.

—¿Y qué ha pasado con Anderson? —Preguntó Heldrick con mucha curiosidad—. Ya casi no te visita.

—Eh... Este... No lo sé.

—¿Y quién lo sabe? —sonrió.

Elizabeth no respondió.

—¿Recuerdas lo de Gidie y la roca? —preguntó Heldrick.

—Por supuesto. ¿Crees que estaba buscando ese sombrero? —dijo mientras señaló el sombrero de copa que Heldrick tenía puesto.

—No lo sé. Aunque él tenía algo en la mano, un trozo de hoja.

—¿Cuál es la posibilidad de que sea el trozo de la escritura faltante?

—Creo que es muy posible —replicó Heldrick.

—Él siempre deja su abrigo en la silla de su salón de clases —dijo Elizabeth—. Deberíamos de inspeccionarlo.

—Está bien.

...

Alexander y Sofía llegaron a la habitación y no estaban los chicos.

—¿Dónde crees que estén? —preguntó Alexander.

—No tengo ni idea.

—Conociéndolos, de seguro están en el comedor esperando la cena —comentó Alexander—. Les encanta comer.

Alexander se sentó en la cama y se armó de valor para decirle a Sofía lo que sentía.

—Sofía, tengo que decirte algo —dijo mirándole fijamente los ojos.

—¿Si? —respondió mientras se sentó justo a su lado mirándole.

—Todo este tiempo he estado...

En ese preciso instante se escuchó como alguien abrió la puerta con mucha fuerza. Se trataba de Heldrick y Elizabeth. Ambos estaban jadeando con fuerza, no tenían aliento.

—Los planetas ya comenzaron a alinearse —dijo Heldrick agitadamente.

—¿Cómo es posible?; se supone que eso ocurriría en tres meses —comentó Alexander totalmente sorprendido.

—Eso quiere decir que... —dijo seguidamente Sofía, pero Heldrick la interrumpió.

—La guerra de los mundos está a punto de comenzar.

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Nos vemos en el próximo capítulo.

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Askarea: La venganza de HeldrickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora