Capítulo 11: Querido abuelo

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—Levántense todos —gritó Heldrick mientras efectuó dos aplausos bruscamente para levantar a todos.

—Pero si ni siquiera ha salido el sol —expresó Alexander un poco somnoliento.

"Esto me recuerda a alguien" —pensó Heldrick.

—El manantial queda muy lejos, y si salimos tarde, llegaremos tarde.

—Esta bien —gruñó.

Elizabeth y Sofía ya estaban preparándose.

...

El sol ni había salido, todo permanecía totalmente oscuro, de seguro eran las tres o cuatro de la madrugada. Alexander llevaba un bolso al igual que Sofía con provisiones y agua, pues tendrían que desayunar e incluso almorzar en el camino.

—Oigan —llamó la atención Elizabeth.

—¿Que? —respondieron al unísono.

—¿Acaso despertaremos a Ignacio?

—Siempre está despierto a estas horas —aclaró Heldrick.

—¿Es enserio? ¿Sufre de insomnio? —preguntó Sofía.

—No. El día que hable con él, le mencioné que saldríamos temprano —dijo Heldrick—. Y me comentó que no habría problemas porque él siempre estaba despierto a esas horas. Así que le pregunté si tenía insomnio y me respondió que no; le pregunte por que estaba despierto a esas horas y no me quiso responder.

—Es raro ¿no? —Cuestionó Elizabeth.

Llegaron al establo y allí estaba efectivamente Ignacio. Estaba sentado encima de un tronco mirando hacia el suelo, se notaba muy agotado.

—¡Ignacio! —llamó Heldrick.

Enseguida se levantó bruscamente sosteniendo un hacha con ambas manos de forma hostil.

—¡Ah! Son ustedes...

"¿Qué diablos fue eso?" —pensó Elizabeth.

—Verán. Hace meses una bestia asesinó a uno de mis caballos —mencionó Ignacio—. Lo hizo dos noches seguidas, así que decidí permanecer despierto toda la noche. Pero la bestia aun no aparecía; y cada vez que decido dormir, muere un caballo.

—¿Ha hablado usted con la directiva? —preguntó Sofía con preocupación.

—¡Claro que sí!; pero los guardias apenas se dan una vuelta por aquí cada 30 minutos. Imagínate, en 2 minutos se puede matar a cualquier animal.

—Esto es gravísimo, debemos hacer algo —declaró Heldrick—. Pero primero debo resolver un asunto.

—Claro, lo sé. En aquella casilla están sus caballos.

—Gracias.

...

El sol ya estaba mostrándose y los chicos ya habían adelantado bastante camino, iban ordenando a sus caballos que caminaran para no cansarlos, hasta que llegaron al bosque donde habían encontrado la piedra.

—Este es el bosque donde encontramos el sombrero y la espada —dijo Alexander mientras seguían cruzando el bosque—. ¿Qué tal si damos un vistazo a la roca?

—No comiencen con eso de la roca —respondió Sofía con tono molesto—. Y este lugar se llama "El Bosque de la Desobediencia".

—¿Bosque de la desobediencia? —preguntó Heldrick con confusión.

—Sí, así le dicen desde hace mucho tiempo —explicó Elizabeth—. Años atrás, existían ciertas limitaciones en las relaciones, como... la desaprobación en las relaciones entre campesinos y nobles. También en las relaciones fuera del matrimonio y entre dos personas del mismo sexo. Todos usaban este bosque como punto de encuentro, para poder romper las reglas que imponía la sociedad. Aquí era el único sitio donde no circulaban los miembros del ejército o campesinos, así que nadie los descubriría.

Askarea: La venganza de HeldrickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora