Capítulo 15: El epino del establo

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Heldrick había conseguido la Quioris para Elena junto con Alexander y se dirigían al establo de la resistencia, para dar fin al tormento que había estado angustiando a Ignacio durante mucho tiempo. Por supuesto, antes se habían dirigido a la habitación para avisarles a las chicas que habían conseguido la poción de invisibilidad y que llevarían su plan a cabo. Todos se aproximaban al establo.

—Y... ¿Cuál es el plan? —preguntó Elizabeth.

—¿Trajiste tu arco y tus flechas? —cuestionó Alexander mientras llevaba su preciosa espada reposando sobre su hombro.

—¡Si! —replicó con entusiasmo.

—Pues no hará falta, yo me haré cargo de todo esto —presumió.

Elizabeth frunció el entrecejo mientras Sofía y Heldrick reían sumisamente.

—Que machista hombre —bromeó Heldrick—.No haremos daño al epino, Sofía y yo efectuaremos el cubo mágico y ustedes encerraran al epino en una jaula.

—Y luego lo matamos —bromeó Alexander.

—Esta bien, pero solo si Sofía está de acuerdo.

—No —replicó Sofía rápidamente.

—No se diga más —expresó Heldrick.

Habían llegado al establo, estaba inundado por la penumbra y el silencio prevalecía en ese lugar. Solo se notaba un pequeño destello que parecía venir de la cabaña donde vivía Ignacio.

—A este lugar le falta iluminación—expresó Sofía notándose inquieta.

—¿No me digas que le tienes miedo a la oscuridad? —preguntó Alexander con un tono burlón.

—Pues... —respondió con una voz débil, con la intención de que no todos escucharan—. Si.

—Tranquila, que no pasará nada malo mientras este contigo —dijo Heldrick, tratando de sonar como un héroe, pero con la intención de no presumir.

Alexander rio, pero Elizabeth no. —Si eres dramático.

Al fin lograron llegar a la cabaña, tocaron la puerta y salió Ignacio con una enorme sonrisa.

—Creí que no vendrían.

—Pues aquí estamos —respondió Alexander.

—Muy bien, pasen adelante.

Su cabaña era un tanto acogedora, Ignacio parecía ser muy desordenado, tan desarreglado que no se lograba distinguir cada parte de la habitación. Al entrar todos se miraron los rostros, era difícil no darse cuenta de menudo desastre.

—Uh... qué bonito —comentó Alexander sarcásticamente.

Heldrick lo golpeó con el codo, indicándole que no abriera la boca.

—Gracias, siéntense —sugirió Ignacio.

—¿Alguien se dio cuenta que no hay más sillas aquí? —susurró Alexander a los chicos, tratando de que Ignacio no oyera.

—Shh... —murmuró Elizabeth.

—Este es el plan Ignacio —dijo Heldrick—. Sofía y yo beberemos la poción, luego esperaremos al epino y lo atraparemos con magia. Luego de eso, ustedes vendrán a encerrarlo en la jaula —explicó—. ¿Tienes la jaula?

—Si —contestó Ignacio.

—Pues, pongámonos en marcha.

Heldrick tomó su sombrero de copa y le retiró la cinta blanca guardándolo en el bolsillo de su túnica, sin duda era una buena ocasión para usarlo.

Askarea: La venganza de HeldrickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora