—¡Alexander! ¡Observa! —Exclamó Heldrick mientras señalaba lo que parecía un ataúd.
—Es un ataúd —expresó con asombro.
—Ayúdame a levantar la tapa —dijo Heldrick mientras sostenía un extremo de la cubierta del ataúd—. A la cuenta de tres. Uno... Dos... Tres.
Levantaron con un poco de esfuerzo lo que cubría el ataúd de piedra y lo colocaron justo al lado. En ese momento, observaron que en el ataúd estaba el cuerpo de una persona, que al parecer había muerto muchos años atrás, solo quedaba el esqueleto como evidencia, justo en su mano, había una espada muy bonita. Tenía una hoja doble filo de acero, una cruz de plata que estaba tallada con la forma de una dragón largo que enrollaba su cola en la empuñadora y tenía su cabeza tragándose la espada, y por supuesto, su base era pequeña y octagonal de plata.
—¡Me pido la espada! —Gritó Alexander mientras la tomaba con mucha rapidez, al parecer no leyó la nota que estaba en la tapa del ataúd.
Heldrick procedió a tomar el sombrero de copa, era de color negro, estaba lleno de polvo y tenía una cinta blanca enrollada en la parte baja de este, no parecía algo tan especial como la hermosa espada que tomó Alexander.
—¿Observaste el grabado que estaba tallado en el ataúd? —Preguntó Heldrick desconcertado.
—No, ¿qué grabado? —dijo mientras blandía la espada de forma amenazante hacía la rana que los observaba por el túnel.
Enseguida dejo de jugar con la espada y prosiguió a leer la escritura.
—¿Un sombrero que te cuida? —Comentó desconcertado—. Creo que ese sombrero es especial.
—Sí, eso mismo creo —opinó Heldrick—, pero debemos concentrarnos en lo importante, salir de aquí. —Expresó mientras señalaba el ojo de la rana gigante que los miraba detenidamente.
—Es un poco tonta la rana, si fuese valiente... Ya le hubiese sacado un ojo —dijo Alexander mientras desechaba su antigua y fea espada, para hacerle espacio a la nueva.
—¡Eso es! —Exclamó Heldrick—, le lanzaré fuego a su ojo, quizás así nos deje de espiar —bromeó.
Heldrick levanta su bastón del suelo y apunta hacía el pequeño túnel por donde una vez descendieron. Lanza una bola de fuego con mucha rapidez acertándole en el ojo de la rana, esta retrocede y comienza a saltar torpemente, golpeándose contra la misma cueva y cayendo una y otra vez.
—¡Salgamos! —Gritó Heldrick.
El túnel estaba un poco empinado y resbaloso, pero debido a las piedras, lograron ascender en poco tiempo. Heldrick iba delante por lo que se detuvo a ayudar a Alexander a terminar de subir. La rana seguía loca y ese era el momento para escapar, extendió su mano a su amigo y logro subirlo exitosamente.
Pero duraron demasiado, la rana había recapacitado, y se dirigía hacia ellos con mucha furia, por el pequeño espacio en la cueva, esta usaba su lengua como medio de transporte. Lanzaba latigazos hacia las paredes y luego halabas llegando a los lugares muy rápido, al parecer su lengua era muy pegajosa, nadie querría averiguar qué tan pegadiza era.
Otro latigazo y la rana obstruyó su camino, solo tenían una opción, luchar o morir en el intento. Alexander desenfundó su espada mientras Heldrick apuntaba con el bastón, pero fue muy lento. Otro latigazo de la rana permitió atrapar el bastón de Heldrick, este aun lo sostenía y forcejeaba con el animal, Alexander reaccionó muy rápido y corto la lengua al primer intento, la espada todavía conservaba su filo.
La lengua seguía pegada en el instrumento de Heldrick y se movía constantemente, él apuntó hacía la rana y emitió una especie de lanza de color negro con morado, sin duda era magía oscura, este atravesó a la rana dejándola tendida en el suelo, bajo su bastón y piso la lengua que estaba adherida a ella y haló con fuerza hasta despegarla.
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Askarea: La venganza de Heldrick
FantasyAskarea era un mundo inundado de paz, serenidad y armonía. Todos los aldeanos vivían felizmente, sin preocupaciones. Encima de este estaba ubicado otro planeta que estaba en paralelo con Askarea, a este mundo lo denominaron Liddium. Nunca se sabía s...