Capítulo 12: Toda una historia.

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—¿Quién te lo dijo? —comentó su abuelo seriamente.

—Larkin.

Abraham rio sutilmente y dijo. —Sabía que te lo diría.

—¿Entonces es cierto? —preguntó Heldrick.

—Por supuesto que sí —respondió—, al menos podré dormir en paz a partir de...

—¿En paz? —interrumpió Alexander.

—Si, en paz —reafirmó—. Tus padres me hicieron prometer que no te lo diría, siempre creí que decírtelo era lo correcto, pero ellos no lo aceptaban.

—Vamos, es solo una historia —declaró Heldrick sonriendo levemente—. Pero aun así me gustaría saberla.

—Tu abuelo está muerto, al igual que tu abuela —explicó—. Tu abuela murió dando a luz a tu padre y tu abuelo... Bueno, murió luego de que tu padre se escapará con tu madre. Tienes tres tíos y posiblemente tengas a tus abuelos por parte de madre vivos, pero desconozco su ubicación actual. Heldrick, estoy seguro que tienes a muchos familiares que no conoces por muy buenas razones. Tus padres fueron...

—Grandes personas —interrumpió Heldrick—. Lo sé, pero porque mantuvieron este secreto tanto tiempo, me crie totalmente solo, nunca tuve tiempo de tener un amigo, ni algo cercano a eso —dijo con un poco de nostalgia—. El amigo más cercano que tuve, era un perro, lo llamaba Slash, pero eso no cuenta.

Mientras tanto, los chicos sentían un poco de incomodidad por estar allí presente.

—Iré a darle agua a Strella —dijo Sofía.

—Te acompaño —replicó Elizabeth—. Alexander... ¿Vienes con nosotras? —preguntó mientras le efectuaba una mirada que revelaba su plan de escape.

—No, estoy bien aquí —respondió tranquilamente.

"A este que le pasa". —Pensó Sofía.

Salieron hacia el fondo de la casa y la conversación seguía.

—Al menos supiste lo que era un verdadero amigo —dijo—. Slash siempre estuvo contigo, en todos los momentos, incluso te acompañaba en tus locas travesías, ¿acaso no recuerdas cómo murió?

—Si —respondió mientras inclinaba su cabeza hacia el suelo.

—¿Cómo murió? —Interrumpió Alexander mostrando mucha curiosidad por la historia.

—Fui a una cueva con él, estaba examinando una nueva zona. Hasta que apareció un zardo, Una bestia muy agresiva, parecida a un lobo. Poseía el doble de mi estatura, era robusto, su pelaje era de color negro, y sus patas y cola eran un poco peludas de color rojo intenso. Tenía una pequeña melena, parecida a la de los leones, también de color rojo. Del susto retrocedí bruscamente y levante mi bastón, pero tropecé y caí al suelo, con el bastón fuera de mi alcance. Estaba totalmente perdido, solo lance una bola de fuego, pero era insuficiente para el zardo. Este fue corriendo contra mí de forma hostil, y Slash saltó muy alto, alcanzándole su cuello. Comenzó a sangrar, podría jurar que su sangre era rojo como la lava y brillaba en la oscuridad. Slash se quemó el hocico y tuvo que soltarlo, en ese momento, el zardo comenzó a devorarlo sin piedad. Repentinamente corrí hacia el bastón y lancé una ventisca de hielo, sin duda le estaba haciendo daño el frio. Así que corrió muy rápido, intente seguirlo, estaba muy enojado, pero hubo un punto en donde giré y noté que había un lago de lava. La bestia entro al lago y asomó su cabeza. Sabía que no debía de estar allí, de seguro habría más. Así que decidí salir de ahí lo más rápido que pude.

—Es una pena que haya muerto —dijo Alexander de consuelo—. Pero sin Slash, no estarías vivo.

—Sí, tienes razón —sonrió Heldrick.

—Recuerda, la familia es psicológica —dijo Abraham—. Si te hubiesen dicho desde niño que no era tu abuelo, nunca me hubieses visto de la misma manera —explicó—, y espero que no cambies la mirada ahora que eres más inteligente que nunca.

Todos sonrieron al mismo tiempo.

—Esta bien abuelo.

—Y en cuanto a Slash...

—¿Si? —preguntó Alexander.

—... Fue un perro maravilloso y te enseño la verdadera amistad y fidelidad —explicó su abuelo—. Y estoy seguro que todos tus amigos que están presente en este momento, son totalmente fieles a ti., podría asegurártelo.

—Tienes razón abuelo.

—Me gusta ese sombrero —dijo su abuelo repentinamente.

Heldrick desde que consiguió aquel sombrero de copa negro, siempre lo tenía puesto. Claro, nunca le quitaba la cinta blanca que anulaba la magía.

—Oooh, el sombrero, lo había olvidado —dijo Heldrick con asombro.

En ese momento procedió a explicarle a su abuelo toda la historia de la roca, del sombrero y la espada.

—Es un poco extraño —dijo Abraham—, pero estoy seguro que le darás un gran uso —aclaró mientras sonreía—. Bueno, ya es un poco tarde, dile a tus amigas que ya pueden dejar de espiarnos —mencionó con una enorme sonrisa.

Todos miraron a la puerta del fondo, y notaron que estaban Sofía y Elizabeth, espiando la conversación. Ellas de la vergüenza se mostraron y no paso un solo segundo, cuando todos comenzaron a reír a carcajadas.

...

Todos habían cenado, solo faltaba saber dónde irían a dormir esta noche. Su abuelo los dirigió hacia una habitación, había una cama doble y una litera de dos camas.

—¡Me pido la cama de arriba! —anunció Alexander.

—Idiota —murmuró Elizabeth.

Todos se acomodaron, Alexander durmió en la cama de arriba, Heldrick justo debajo, Sofía y Elizabeth durmieron juntas.

...

Al otro día, todos desayunaron y se despidieron de Abraham. Pues ya era hora de regresar a la resistencia. Cruzaron todos los lugares que habían atravesado anteriormente. Hasta que llegaron al bosque de la desobediencia.

Todos quedaron atónicos al notar que Gidie, el profesor de objetos encantados, estaba en la piedra donde Heldrick y Alexander alguna vez habían entrado. Estaba muy calmado, inspeccionando la piedra con sus manos, estaba tan concentrado en ella, que no notó nuestra presencia. A pesar de que estábamos un poco alejados, se podía ver claramente que era él. Un poco gordo, estatura regular, lentes redondos de lectura y barba muy bien cuidada.

—¿Qué hacemos ahora? —susurró Sofía con asombro, pues de un momento a otro, pensó en la posibilidad de que todo lo que les habían contado los chicos, podría ser verdad.

—Preguntémosle —murmuró Heldrick.

Todos se acercaron montados aún en los caballos. Gidie volteó bruscamente y ocultó un trozo de hoja que tenía en sus manos.

—¿Qué hacen aquí? Deberían de estar en la resistencia —dijo con voz mandona.

—La pregunta seria, ¿qué hace usted inspeccionando esa piedra? —cuestionó Heldrick.

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Nos vemos en el próximo capítulo.

Gracias por leer.

Askarea: La venganza de HeldrickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora