Capítulo 8.

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Volvimos al lugar de encuentro, a diferencia que esta vez al abrir el portón de metal oxidado, nos hicieron pasar. Me puse nerviosa.

Así no debería marchar el plan.

El lugar estaba lleno de chatarra, como afuera, pero éste tenía de nuevo que parecía un taller de reparaciones de auto, lleno de gangsters mexicanos.

-Veo mis armas, pero no están todas en la bolsa.-dijo G.

-Eso es porque no son tuyas.-responde Rick.-Pensé que lo había dicho.

-Disparemos a estos idiotas ahora mismo, ¿te parece?-sugirió el tipo pelado al que le habían metido la flecha en el culo. Vi que Daryl amagó a decir algo, pero calló al ver que Guillermo iba a hablar.

-Creo que no te das cuenta de la gravedad de la situación-se dirigió a Rick.

-No, la tengo bastante clara.-respondió y sacó una navaja. Le cortó la cinta de las manos al rehén y lo empujó al lado de Guillermo.-Tú tienes a tu hombre. Yo quiero el mío.

Guillermo avanzó unos pasos diciendo:

-Voy a despedazar a tu chico. Se lo daré de almuerzo a mis perros; son las más malvadas y traviesas perras comehombres que jamás hayas visto. Se las compré a Satanás en una subasta.-hizo una pequeña pausa. Cuando volvió a hablar, se lo notaba totalmente enojado.-Te dije cómo tenía que ser. ¿Estás sordo?

-No, mi oído está bien. Tú dijiste que vengamos dispuestos a todo.-Rick recargó. T-Dog, Daryl y yo imitamos su acción e instantaneamente nos expandimos los tres a los costados para intentar ganar lugar. Los hombres del otro bando recargaron también y se prepararon para lo peor.-Está bien, entonces, estamos aquí.-Apenas terminó la oración, Rick apuntó a la frente de G.

Todos callaron. Comencé a analizar mis posibilidades: podría subirme a uno de los autos y comenzar a disparar indiscriminadamente o ir uno por uno, pero eran fantasías. Apenas demos un disparo nos convertirían a todos en coladores.

Entonces, el silencio de tumba que había en el lugar se interrumpió por unos llamados, los cuales me desenredaron de mis pensamientos.

-¡Felipe, felipe!-llamó una anciana. Fruncí el ceño y miré a T-Dog y a Daryl. Ellos también miraban confundidos. Vimos pasar entre la multitud de hombres musculosos a una abuelita bastante mayor, de un metro cincuenta y vestida con un camisón.

-¡Abuela, vuelve con los otros, ya!-le ordenó el pelado.

-¡Saca a la anciana de la línea de fuego!-le gritó Daryl.

-Abuela, escucha a tu mijo, ¿sí?-intervino G.-Esto no es un lugar para ti ahora mismo.

-El señor Gilbert, está teniendo problemas para respirar. Necesita las cosas para su asma. Carlitos no las encontró.-explicó la anciana con cierta desesperación a Felipe- Necesita su medicina-reclamaba como si fuese algo obvio.

Pero, ¿qué mierda estaba pasando? ¿Sería una distracción que había planeado G?

-No bajen la guardia.-les dije a Daryl y T-Dog, haciendo que vuelvan a tensarse. Mi voz salió de mi garganta en forma gutural.

G miró a Rick, luego se dio vuelta y dijo rápido:

-Felipe, ve a cuidarlo, ¿de acuerdo? Y lleva a tu abuela contigo.-le ordenó

-Vamos abuela, ven conmigo.-dijo Felipe intentando llevársela, pero ella lo detuvo.

-¿Quién es esta gente?-preguntó acercándose a nuestro grupo. Felipe seguía pidiéndole que lo siga, pero no le hacía caso.-Por favor, no se lo lleven.

Apocalipsis Zombie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora