XVI: Del verano

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Después de aquel abril entre agujas y bendiciones vino lo que recuerdo y siempre recordaré como la Edad de Oro. He sido feliz muchas veces, sí. Tal vez no haya profundizado tanto como debería en lo intenso de mi felicidad. Considero que, teniendo en cuenta todas las trabas que he encontrado en el camino, mi vida ha sido feliz. Muy feliz.

Déjame explicarte algo, algo que considero que he de adelantarte ya: soy depresiva. Soy depresiva por naturaleza, es tan parte de quien soy como el color de mi pelo (negro tinta) o la forma de mi cara (muy angulosa, con los pómulos altos y la barbilla puntiaguda). Es algo que ha condicionado mi vida desde siempre. Donde otras personas no se hundirían, yo me hundo. Nunca seré capaz de explicarte la fuerza de voluntad que me hace falta para seguir adelante día a día. O tal vez lo sepas. Tal vez hayas pasado por ello.

Lo que quiero decirte con esto es que para mí es muy difícil ser feliz. Plenamente feliz, quiero decir. Y sin embargo, considero que lo he sido. Considero que he sido una de las personas más felices que conozco. Tuve una infancia maravillosa. Tengo un hermano increíble. Tengo unos padres asombrosos. Tengo unos amigos que no merezco. Y los meses que siguieron a la donación de médula fueron, supongo, mi recompensa. Mi madre siempre dice que la vida lo devuelve todo. Supongo que en aquel entonces realmente merecía un poco de felicidad.

Poco después de la donación conocí a alguien. No quiero hablar demasiado de él, ni de la relación que tuvimos. Por muchos motivos. El primero y principal, porque aunque lo que ocurrió entre nosotros tuvo consecuencias más que nefastas para mí, aún a día de hoy somos amigos. Nunca he sido de esas chicas que odian a sus antiguos novios. No han sido tan horribles como para odiarlos y además ni siquiera puedo entenderlo. Supongo que si has estado un tiempo con alguien es porque un día lo quisiste, del modo que fuera. Y en tal caso... para mí nunca ha sido real eso de "del amor al odio hay un paso". El amor es el amor, y el odio...

Déjame hablarte del amor. Supongo que ya sabrás mucho de ello. ¿Quién no sabe del amor en este mundo? Miles antes que yo han escrito cientos de palabras que en realidad no llegan a capturar la esencia de lo que es esa emoción en concreto; hay pinturas, libros, canciones. El Arte está impregnado de amor, de todos los tipos de amor. La vida misma está impregnada de amor. ¿Qué hay en este mundo que no contenga una gota de amor, de un tipo u otro? Se puede amar a una persona, a un animal, a una idea, incluso hay quien ama objetos.

Yo siempre he creído que el amor es universal. No creo que exista un "amor de tu vida". No creo que exista una sola persona a la que amarás siempre. No lo creo, porque estoy segura de que a mis doce años amé a Gabriel con todo mi corazón. Y estoy segura de que siendo casi una adulta llegué a amar a Borja.

Creo que lo único exclusivo es la emoción; pero no la intensidad. No creo que mi madre me amase a mí menos de lo que yo llegué a amar a Gabriel y, más tarde, a su recuerdo. No creo que yo quiera a mi hermano menos de lo que mi padre quiere a mi madre. No creo que el amor entre Álex y Anabel sea menos intenso del que hay entre mi padre y mi hermano. Son tipos de amor distintos... pero sigue siendo amor.

Sé que puede parecer muy obvio, pero para mí es muy importante. He vivido una vida salpicada de pequeñas tragedias. La pérdida de Gabriel me partió el alma; pero a él le partió el alma el abandono de su madre. ¿Qué clase de persona abandona a los que ama de ese modo, en ese momento? Nunca dejé de hacerme esa pregunta.

Supongo que en realidad siempre he tenido miedo de amar. Sigue quedando mucho en mí de la adolescente problemática de las botellas y los cigarros, y una parte de mi mente sigue susurrándome: "Abandónalos antes de que te abandonen a ti". Porque me abandonarán. Como la madre de Gabriel lo abandonó a él. Como yo abandoné a mi hermano por una vida de mierda. Como mis antiguos amigos se abandonaron unos a otros por las drogas. Como yo los abandoné a todos.

La Chica de LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora