Capítulo VII

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Muchos de nosotros en algún momento de nuestras vidas nos hemos preguntado ¿Qué es la felicidad? Pero si la felicidad no tiene un significado universal, es probable que se halle relacionada con la riqueza, la fama, la belleza o el poder, pero yo no sabría responderla y no soy la única. Últimamente me he topado con diferentes tipos de personas, cuando las miradas de esas personas se topaban con la mía e intentaba buscar en ellas, no hallaba lo que estaba buscando.

Algunos parecían ser muy felices, tal vez nunca llegaron a cuestionarse con esa pregunta, otros planean su futuro, estudiaré, tendré el trabajo de mis sueños, conseguiré mucho dinero, luciré como siempre había querido, comprare un auto, una casa, viajaré e infinidad de planes, pero mientras se hallan estructurando todo esto, no se dan cuenta que lucen como olas llevándose todo lo que encuentran a su paso, solo continúan su camino, a veces lo consiguen y piensan que al hacerlo han podido hallar el verdadero significado de ser feliz, sin embargo, cuando se les mira a los ojos se logra percibir una melancolía que llevan desde antes de conseguir todas esas cosas y es que no son conscientes de ello. Esas personas insisten en que son muy felices, pero... ¿qué sucederá cuando eso que aprendiste no lo puedas poner más en práctica? ¿Cuándo el trabajo termine un día, porque simplemente ya no eres apto? ¿Cuándo tu auto ya no funcione como antes? ¿Cuándo el dinero se acabe? ¿Qué ya no luzcas como siempre, tu casa ya no sea una casa, sino solamente un cuarto y ya no puedas viajar? ¿Qué harán cuando ese momento llegue? La vida está llena de interrogantes, unas más profundas que otras, siempre estaremos tomando decisiones, a diario, como ¿Qué estudiare? o ¿Qué me pondré hoy?, dos cosas totalmente distintas pero al fin y al cabo preguntas que debemos responder tomando decisiones.

Habían pasado ya un par de semanas desde la boda de mi hermano Clayton y se acercaba el día de su partida, a él le encantaba la carne y los planes familiares, así que como despedida, a mi padre se le ocurrió que podríamos hacer una buena barbacoa, ¿qué mejor despedida que esa?

Se me ocurrió que podría invitar a Austin para que mis padres le conocieran oficialmente y de ese modo, yo también conocería a los padres de él, así que decidí consultarlo con mis padres, para saber que opinaban al respecto. Mi madre hacia una lista de las cosas que hacían falta y mi padre sacaba los carbones y la parrilla, todo para la barbacoa que se llevaría a cabo en el jardín, así que me acerque a ellos mientras se encontraban en la cocina.

—Cariño, ¿necesitas algo? — Dijo mi padre.

—No, bueno... sí.

—Dinos querida — Exclamo mi madre mientras seguía revisando la alacena.

—Sucede que... como hoy vamos a hacer la barbacoa.

—Si— Expresaron los dos casi al tiempo.

—Pues... yo quería invitar a alguien, ya saben... para que nos acompañara — En ese momento intervino Clayton.

—Annie quiere invitar a un amigo y a sus padres, bueno... no un amigo exactamente. Quiere que ustedes lo conozcan y que mejor forma que compartiendo una excelente barbacoa de las que mi padre sabe hacer.

Con un poco de ayuda de mi hermano, había logrado que mis padres entendieran cuales eran mis intenciones y sin ningún tipo de objeción, mis padre aceptaron mi propuesta, bueno... más que una propuesta, era una petición y que mis padres la hayan aceptado, me hacía sentir muy emocionada, porque luego de esta noche, las cosas podrían ir mejor y todos a nuestro alrededor, sabrían que entre Austin y yo, estaba creciendo algo que simplemente no podría explicar con palabras. Vendrían nuestros vecinos, los cuales nos conocían a mí y a Clayton desde que éramos niños, también vendrían nuestros amigos más cercanos. Me apresure a contarle a Austin, tome mi teléfono y rápidamente le deje un mensaje.

Amor AmericanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora