Capítulo VIII

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Tardé mucho tiempo en aprender la diferencia entre estar enamorada de alguien y realmente amar a esa persona. Y lo aprendí de la manera más difícil. Hubo un par de corazones rotos, aunque me hubiese gustado no haber sufrido tanto, pero bueno... ¿a quién le gusta sufrir? Pero el sufrimiento es opcional, las experiencias que viví, me enseñaron más que cualquier otra cosa.

Cuando somos muy pequeños, creemos en cuentos de hadas e historias de amor que me enseñaron a creer que enamorarse y amar a alguien eran la misma cosa. Pero esto no podía estar más lejos de la realidad.

Estar enamorado de alguien y amar realmente a esa persona son dos cosas completamente diferentes. Cuando estamos enamorados de alguien, queremos tener a esa persona. Cuando amas a alguien, necesitas a esta persona. Cuando estás enamorado de alguien, crees que te importa esa persona más de lo que en realidad es. Cuando amas a alguien, te preocupas de esa persona más de lo que te das cuenta. Estar enamorado es creer que esta persona es tan maravillosa, que quieres que sea parte de tu vida. Cuando amas a alguien, los químicos presentes en tu cerebro y cuerpo te hacen sentir como si esta persona fuera la mejor persona del mundo, que quieres que sea parte de ti. Cuando te enamoras de alguien, sientes una necesidad intensa de consumir tiempo junto a esa persona. Cuando amas a alguien no solo quieres tenerlo, o más bien, no te basta con tenerlo, necesitas a esa persona para vivir una vida feliz y saludable. Tu felicidad, literalmente, depende de eso. Yo no solo me había enamorado de Austin, yo realmente le amaba, le amaba profundamente.

Al día siguiente, luego de la barbacoa, mi hermano Clayton debía viajar con Hailey, ambos empacarían maletas y regresarían a sus vidas en New York, pero no cualquier vida o mejor, una vida nueva, pues esta vez regresarían como esposos. Mientras pasaba por el pasillo, encontré la puerta de la habitación de mi hermano Clayton semi abierta y decidí pasar.

— ¡Hola!

—Hey Annie.

— ¿Puedo pasar?

— ¡Claro! Dale, pasa.

—Veo que ya estas empacando maletas...

—Sí, así es. Recuerdo cuando hacia esto la primera vez y se siente exactamente igual.

— ¿De verdad?

—Si. Recuerdo que me sentía muy emocionado por comenzar una vida diferente al lado de Hayley, pero muy entristecido al mismo tiempo, porque... estaba dejando a mi familia.

—Pero... todo fue para tu crecimiento. Solo mírate ahora, Eres un hombre independiente, casado con una mujer maravillosa, con una increíble vida en New York. Vendrán cosas mejores.

—Mira esto— Dijo Clayton mientras apreciaba una fotografía de nosotros cuando estábamos muy pequeños. — Extraño estas épocas.

—Lo se... yo también.

—Ven... dame un abrazo.

Clayton y Hailey terminaron de empacar sus maletas y pronto se encontraban en la puerta, listos para regresar a New York. Era imposible no sentir ese choque de emociones, pues, así como me sentía muy emocionada y enternecida por la nueva vida que llevaría mi hermano Clayton, también me conmovía verlo partir nuevamente, había disfrutado mucho su estancia aquí y le agradecí mucho, por habernos permitido compartir con él esa increíble experiencia y le desee lo mejor del mundo y que esta nueva aventura que emprendería junto a su esposa, fuera increíblemente maravillosa. Ahora que mi hermano ya no se encontraba con nosotros, yo también debía seguir mi vida... con Austin.

Después de todo lo que había pasado esa noche, no había vuelto hablar con él y justo en ese momento mi teléfono sonó. Era un mensaje de Austin.

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