Amor Americano

Capítulo XXII

— ¿Austin?

—Annie... Annie...

— ¿¡Austin!? ¡Sargento Davies... es Teegarden!

— ¿Qué sucede Nelson?

— ¡Es Austin! Teegarden está despertando...

—Annie...

— ¿Teegarden? Está bien, soy el sargento Davies.

—Solo repite ese nombre señor.

— ¡Austin! Tranquilo, todo está bien

— ¿Qué sucedió? —Pregunte desorientado — ¿Dónde está Annie? Dime ¿Dónde está?

—Tranquilo, todo está bien Teegarden... solo fue una pesadilla.

Yo solo podía recordar el momento cuando acompañe al sargento Davies al otro lado del refugio, donde tres hombres de la milicia hostil nos interceptaron — ¿Qué sucedió sargento? —Fue lo que pregunte, le había disparado a dos de ellos, pero el tercero me disparo impactando en mi hombro izquierdo, el sargento alcanzo a reaccionar rápidamente y disparo contra aquel hombre evitando una catástrofe mayor.

— ¿Qué sucedió después sargento? —Pregunte.

— El helicóptero logro divisar la bengala y ejecuto a gran parte de la milicia.

— ¿Cómo es que sigo vivo señor?

—Con ayuda de otros soldados logramos traerte devuelta al refugio, perdiste algo de sangre y te desmayaste, afortunadamente no fue algo tan grave.

—Me salvo sargento...

—Usted lo hizo primero Teegarden.

—Gracias señor.

—Gracias a usted soldado... ¿Cómo se encuentra?

—Bien señor.

Desde la base habían solicitado a un grupo de las fuerzas armadas vecinas para que nos pudiera reforzar y estas no tardaron en llegar para ayudar al grupo que se encontrada al otro costado del edificio. Una parte del grupo nos cubría mientras la otra se encargaba de cargar a los heridos.

—2-5 aquí 6-4, la columna de rescate llego, estarán en su ubicación en cinco minutos, prepare a sus hombres sargento.

— ¡Cinco minutos señores! ¡El convoy llegara en cinco minutos!

—Señor...

—Teegarden ¿Qué hace? Usted está herido...

—Señor, yo estoy bien, por favor déjeme ayudarles.

— ¿Esta seguro soldado?

—Sí señor.

Mientras esperábamos al convoy, que se encontraban auxiliando a los soldados que se hallaban en uno de los halcones que fueron derribados, nosotros continuábamos defendiendo el refugio con toda nuestras fuerzas y el único armamento que nos quedaba disponible. El convoy llego luego de unos seis minutos hasta donde nos encontrábamos, pero había muchos heridos y el espacio libre dentro de los vehículos se agotaba, pero un soldado jamás abandonaría a un compañero, así que entre todos haríamos lo que estuviera a nuestro alcance para no dejar a ningún soldado.

El sol comenzaba a salir, y mientras algunos de nosotros defendíamos el convoy, otros terminaban de cargar a los últimos heridos que se encontraban en el refugio, el lugar aún contaba con milicianos enemigos en los alrededores, con los vehículos cargados, el convoy comenzó a partir y Evans lanzo una granada hacia el halcón que ya se encontraba desocupado y libre de cualquiera de nuestros compañeros — ¡Vámonos, vámonos... va a estallar! — apenas la granada estallo, el sargento Davies, el sargento Egerton, el soldado Evans. Nelson, Edwards y yo junto con otros soldados, corrimos hacia los vehículos del convoy para subir a ellos, pero no contábamos con que no hubiese espacio para nosotros.