Capítulo XIII

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Ser valiente. Ser valiente es tener el valor de sobreponerse a aquello que se encuentra delante, es el momento en el que enfrentamos esa situación que nosotros hemos elegido o como en mi caso, que la vida nos presenta. Ser valiente es una decisión consciente, de desafiar nuestras propias capacidades, nuestros propios límites y hasta nuestros propios bloqueos, porque la valentía es una prueba a la que nos aventuramos para superarnos, para aprender y crecer.

Es valiente, la persona que es capaz asimilar sus miedos internos, hace todo por superarlos y lo consigue, pero para ser valiente, lo primero es reconocer nuestros miedos.

La valentía no existe si antes no hemos identificado el temor ante cierta situación en la que hemos dicho "ya basta" y hemos adquirido la determinación para decidir ser valientes. Cuando no identificamos el peligro de una situación, y no consideramos acerca de sus consecuencias, podemos ser temerarios, pero no valientes, cuando realizamos algo, porque tenemos la certeza que sabemos hacerlo y lo tenemos bien controlado, seremos maestros, profesionales, expertos o estaremos bien capacitados, pero tampoco seremos valientes por eso.

Para ser valiente, siempre reconoceremos el miedo de esa decisión o situación, sus peligros, riesgos y amenazas y, a pesar de ellas, decidimos afrontarlo, y tener el coraje de exponernos, correr riesgos y esforzarnos al máximo para que salga bien. Así que, si tengo miedo, ésa será la oportunidad y el momento para ser valiente. Ser Valiente, es tomar la decisión de sobrepasar tus límites y superar tus miedos, porque cuando no afrontamos nuestros miedos, no sabremos si podremos superarlos y nos estaríamos perdiendo de la oportunidad de aprovechar muchas cosas que la vida nos ofrece, te bloqueas, te quedas quieto y no haces nada, ahí es donde la valentía es sustituida por la cobardía.

Aprovecha la oportunidad y demuéstrate a ti mismo que también puedes ser valiente.

Eran las 07:00 horas, habíamos dormido solamente 3 horas y luego del desayuno, uno de los instructores llamo a lista para cerciorarse que no faltase nadie, después de eso, nos dirigimos apresuradamente en tres filas indias hacia una playa que quedaba cerca, en la que realizaríamos una carrera cronometrada de 6 kilómetros y aquel que llegase pasando el límite de 32 minutos, seria castigado con ejercicios extra, algo de lo que ya había tenido el honor de experimentar y teniendo en cuenta el nivel de exigencia que poseía cada uno de los entrenamientos, nadie quería darse el lujo de añadir a sus labores un par de ejercicios más, si lo hacías bien, tenías la oportunidad de descansar para enfrentar el desafío que se aproximaba, de lo contrario, recibirías más presión por parte de los instructores y como ya era bien sabido, ejercicio extra. Tras un par de horas de ejercicios, tendríamos la ventura de conocer al famoso misery.

—El misery señores, un tronco de unos 204 kilogramos aproximadamente, que ustedes deberán sostener sobre sus hombros, pero tranquilos, el misery ama la compañía, pero nadie ama al misery.

Quien acababa de darnos aquella introducción de lo que representaba el misery, el instructor Carpenter, sería el que estaría al frente supervisando el proceso de cada uno de nosotros. En grupos de cinco, deberíamos levantar aquel pesado tronco y sostenerlo sobre nuestros hombros por un tiempo determinado, pero eso no era nada a comparación de lo que añadiría el instructor al entrenamiento, pues no solo debíamos sostener al misery sobre nosotros.

En mi grupo estaban los soldados número 26, 27, 28, Ian el soldado 30 y yo, el número 29, cuando levantamos al misery, pudimos notar al instante lo compacto que era, pero el problema no sería cuanto pesaba, si no la resistencia que cada uno de nosotros poseía para soportar aquel peso sobre nuestros hombros durante el entrenamiento. Logramos sostenerlo por el tiempo que el instructor Carpenter había estipulado, que eran alrededor de 5 intensos minutos, en los cuales podíamos alternar de hombro, aun así, no sabía que era más terrible, si la tortura que proporcionaba aquel tronco sobre el hombro que había soportado su peso o saber que el otro hombro sufriría el mismo tormento, era difícil poder mantener viva la motivación.

Amor AmericanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora