Sombra

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Después de aquel atracón de comida, me tome una buena siesta, que se prolongo gracias a la noche, pero solo una parte de ella.

Me desperté a las 03:25 de la mañana, intente volver a dormirme, pero no pude, así que me levante de la cama, apoye mi mano derecha sobre la mesilla de noche, con la otra mano, me frote la frente, el efecto del whisky se me estaba yendo, pero ese dolor de cabeza, esa resaca que debería ser mañanera, azotaba mi cuerpo. Con paso lento, me dirigí al salón, el CD aun seguía tocando, pero desde el comienzo, repitiendo cada una de las canciones lentas que habían en ese disco, lo apague y cogí mis pantalones que estaban tirados en el suelo, me los puse, luego fui al perchero de la entrada para coger una chaqueta, cogí las llaves y abrí la puerta.

La noche apaciguaba la ciudad, no había ruido de pasos por las calles y ninguna luz encendida, más que nada por seguridad, eso permitía ver las estrellas, millones de ellas plagadas por todo el cielo, todas pegadas entre si, formando varios puntitos en aquel fondo negro, es tan triste pensar que, aunque nosotros veamos a las estrellas juntas, unas al lado de otras, en el fondo, años luz las separan, tal vez la mayoría de ellas, se encuentran en algún recoveco de la galaxia, solas, sin ningún planeta cercano, ni con un Sol que las caliente para evadir el frío del espacio, ¿pero que podemos hacer nosotros?, supongo que por eso, nadie piensa estas cosas, aun habiendo gente allí fuera, perdidas en alguna ciudad en ruinas, bosques gélidos, combatiendo zonas llenas de radiación, luchando contra monstruos que ni nosotros mismos podríamos imaginar, son como una estrella, un planeta que aun no a sido encontrado, que no tienen un sol que los calienten, pero la diferencia, es que ellos luchan cada momento de su vida desde que todo empezó, enfrentándose a peligros extremos, para que llegue el día en el que alguien los encuentre o ellos mismos encuentren lo que con tantas ansias han estado esperando, cuando eso pase, habrán encontrado su Sol, su hogar.

Debo confesar que, no sabía a donde me dirigía, me sentí obligada a abandonar mi casa y salir a fuera, como un impulso, pero sin tener a donde dirigirme, vagaba por las calles del Sector uno, como un Z, azotada por la resaca y por la brisa del viento, que gritaba contra mi cara, dejándola fría y seguramente roja, pero eso me encantaba, hacía que me sintiera viva y necesitaba sentir eso, también me servia como un antídoto para combatir la resaca, suena raro, pero servia.

Inconcientemente, me gire, yendo hacía la derecha, en una calle de dos sentidos, ¿porque cogería la derecha en vez de la izquierda? ¿porque llegue a esta calle?, simplemente no lo sabía. Entre la oscuridad había una silueta, difuminada, quieta, tenía forma humana, me pare en seco, observándola, sentí como se me erizaba el poco pelo que tenía por mi cuerpo, trague saliva, algo iba a suceder, lo presentía, no me encontraba en un buen estado para luchar. Intente salir corriendo pero no pude, era como si mis pies estuvieran pegados en el suelo, ¿quizás tenía, miedo?, pensaba que ya no existía eso en mi interior, grata sorpresa, me sofocaba esta situación , ¿que debía hacer?, no había tiempo de pensar en algo, aun mas cuando aquella sombra me hablo.

 Intente salir corriendo pero no pude, era como si mis pies estuvieran pegados en el suelo, ¿quizás tenía, miedo?, pensaba que ya no existía eso en mi interior, grata sorpresa, me sofocaba esta situación , ¿que debía hacer?, no había tiempo de pen...

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-Kya

-¿Quien eres?

-Kya

-¿Como sabes mi nombre?

-Kya...- su voz grave se desvanecio.

-Oye, me a quedado claro que sabes mi nombre, bien por ti, pero enserio tío, no estoy de humor para bromas, si vas a pasar de mis preguntas, por lo menos, podrías dar la cara.

-Siempre has sido tan inocente, ¿verdad Kya?- me pregunto, poco a poco, con pasos lentos, se iba acercando a mi posición.

-No te entiendo- conteste confusa.

-¿Que pensaría nuestra madre si te ve así?, tan débil, pareces una de ellos, hasta he podido ver que te has hecho muy amiga de aquellos tres, como eran sus nombres, creo que eran, Lelly, Ethan y tal vez ¿Remo?.

-¿Nuestra madre?, ¡¿quien coño eres y como sabes sobre ellos?!- le grite, me di cuenta que recobre la movilidad de mis piernas, no dude en poner una posición de ataque.

-¿Vas a pegar, a tu querido hermano?.

-¡ no tengo hermanos!- le volví a gritar.

-¿Estas segura?, entonces dime, ¿ahora tu familia son esos tres?

-A ti no te incumbe lo que ellos signifiquen para mi.

-Quizás no, más bien, no me incumbe, pero debo eliminarlos, por sus culpas te volviste tan débil, sera fácil acabar con ellos, cada uno, carga con un peso, un dolor más grande que la herida de un cuchillo caliente perforando sus estómagos, están, tan destrozados por dentro, que les ahorraría cargar con tanta tristeza, aun más esa tal Lelly, ella es una de las que más callan, imagínate su sonrisa, al ser liberada o a Remo, pobre necio, tan enamorado de alguien que debe estar más muerto que la humanidad de un Z, quién me falta - suspiro -, ese tal Ethan, tan confuso, ya ni sabe quien es, a perdido a tantos, pero es de esos, que como Remo, creen en el amor y intentan ver el lado bueno de las cosas. Cada uno, muerto, sus sangres pintando el suelo, ¿no suena divertido?.

Antes de que pudiera mandarle a la mierda y destrozarle, de su cuerpo, brotaron unos tentáculos, negros que se escondían con la noche, era como si miles de ellos, vinieran hacia mi, tan rápido que ni pude escapar, me envolvieron, dentro, un gas se desprendió, me tape con la chaqueta, pero fue en vano, mis ojos se cerraron, solo había, oscuridad.



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