Ferston

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El mercado estaba a rebosar de personas, puestos de carne, pescado, mini tenderetes de Naranjas y Herrastes jovenes, que acababan de empezar en el oficio, estaban rodeados de gente que le reclamaban como socios, a cambio ellos les ofrecía un puest...

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El mercado estaba a rebosar de personas, puestos de carne, pescado, mini tenderetes de Naranjas y Herrastes jovenes, que acababan de empezar en el oficio, estaban rodeados de gente que le reclamaban como socios, a cambio ellos les ofrecía un puesto estable para que tuvieran su propia tienda, de eso iba la cosa, por eso todos aquellos hombres, que se dedicaban al comercio, se peleaban por esos jóvenes, tu le dabas un puesto fiable, ellos a cambio te fabricaban armas o compartían la mitad de sus beneficios, todos salen ganando. En la zona comercial de la ciudad siempre se respira vida, el ruido de las negociaciones, alguien cantando o tocando algún instrumento, pequeños teatros para niños y otros para adultos, gente haciendo malabares , escupiendo fuego mientras hacen danzas espectaculares, todo eso en armonía, siempre tenias algo que hacer o ver en el Black Market, eso era otro de los motivos por los que amaba este sitio, no el hecho de la libertad que tiene uno aquí abajo, si no, que todo lo que era o fue la humanidad, culturas, religiones, mentalidades, recuerdos, comidas, objetos, de cualquier parte del mundo pasado, aun seguía vivo en este sitio, el poder humano es tan fuerte cuando quiere, aun viviendo amenazado, sigue luchando, buscando la manera de sobrevivir, de conservar sus creencias o los recuerdos de sus seres queridos, aun habiendo gente que quiera borrar todo eso de sus vidas, como hacen los Sectores o la vida que hay tras aquellos muros, eso es la humanidad, la definición de no rendirse nunca y adaptarte al mundo que te toco vivir.

Cuando la zona comercial quedo atrás, una gran tienda, de dos plantas apareció delante mía, con un cartel hecho a mano que ponía "Ferston", la puerta era de madera, el pomo de metal amarillento, apoye mi mano sobre el pomo y lo gire, abriéndola. Dentro, había montones de cachibaches, armas, complementos, ropa, armaduras, mascaras de todo tipo, pequeños frascos con líquidos de colores, calaveras adornando las estanterías.


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Me acerque al mostrador y toque la pequeña timbre que había sobre el, a la velocidad del viento, un hombre apareció bajando las escaleras que habían atrás del mostrador, tenia el pelo rojizo, despeinado, ojos azules claros, más claros que el cielo diurno, llevaba un monóculo en su ojo izquierdo, pero no era exactamente un monóculo, si no, aquellas gafas especiales que tienen varias lupas incrementadas, que usaban los joyeros para calcular la calidad del articulo, eso pensaba, era lo más semejante, llevaba una camisa desabrochada en el cuello, dejando ver sus clavículas, unos tirantes negros sujetos sus pantalones, aparentaba tener unos diecisiete años.

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