OTTO: La cena

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Narra Samuel

Hoy era lunes y por lo tanto era de costumbre despertar entre las 9 o las 10 de la mañana, anhelo cada uno de estos días ya que son los que me puedo alejar de la realidad, uno de los días que tengo para estar solo en casa y alejarme de mi existencia tan atroz que me atormenta a cada segundo, en cada parte de mi cuerpo, en cada parte del mundo.

Desde aquel día en el que mis padres fueron asesinados por Cristhian, mi vida tomó un cambio muy extravagante, ya no podía ser el mismo, la paz que se encontraba en mi fue arrebatada de una manera tan feroz y grotesca, mi forma de ver la vida cambio por completo por un sujeto que ni siquiera conozco, en un instante destruyo mi felicidad convertiendola en una calamidad atroz y sumergiéndome en un abismo negro del que quizás nunca salga. Él es el responsable de que poco a poco me fuera transfigurando en una maquina asesina que era capaz de ya no sentir pánico ni temor hacia las demás cosas exteriores, el responsable de haber incinerado cada una de mis emociones y sentimientos reduciéndolas a pequeñas partículas de cenizas. Maldito el día en el que no era lo suficientemente fuerte para poder abatir a Cristhian y evitar que me estropeara la vida.

Yo era un chico de bien, nunca le cause molestias a mis padres, siempre trate de dar lo mejor de mi para ser uno de los aspirantes para conseguir una beca en el extranjero y poder desarrollar mas conocimientos sobre diversas culturas y aprender de ellas; era estudioso, dedicado, responsable, inteligente y me fascinaba leer, desde mi punto de vista era un buen hijo y la verdad yo no era merecedor de una vida sin padres y convertiendome en un asesino. La vida me ha dado un gran golpe, cambiando mi estilo de vida y destruyendo cada uno de mis proyectos de vida desde los de corto plazo hasta los de largo plazo.

Decidí dejar esos pensamientos para poder levantarme de la cama y preparar el desayuno, al quitarme las sabanas un frió que parecía de aquellos de invierno, tan tenue pero a las vez tan gélido recorrió cada parte de mi torso desnudo haciendo que mi cuerpo se estremeciera y provocando que mis células generaran calor para no pasar una afección.

Al apartar mis pies de las sabanas estos mismos se contrajeron por el frió que se presenciaba en mi habitación. Coloque mis pies descalzos sobre mi par de zapatillas de color beige y piel de borrego en el interior de estas. Me dirigí a la ventana y recorrí la cortina para poder ver como se encontraba las calles de Barcelona por la mañana de este lunes. Lo bueno de vivir en frente de un parque era que podía contemplar de diversas floras y pequeñas faunas que formaban agraciadas melodías que se escuchaban con un fuerte fervor y una afinidad en cuanto a los cánticos de las aves que resedian en los arboles frondosos y de tamaño acaparable, hasta al momento era lo único que me tranquilizaba y me hacia sentir humano de nuevo.

Al retira la vista de aquel deslumbre natural me di a la tarea de doblar mis sabanas y acomodar las almohadas de mi cama, de ahí en mas todo estaba perfectamente acomodado y limpio, esa era una de las manías que a mis padres no les agradaba tanto de mi, el tener todo acomodado y que a la vez conservase la simetría.

Al bajar a la cocina decidí preparar algo que me satisfaga pero que no me robara mucho de mi tiempo para seguir observando aquella placentera mañana. Después de que mi cerebro pensara en varias opciones de desayuno decidí prepararme un sándwich, cogí el pan, el jamón, la lechuga, la crema y me prepare un sándwich, vacié agua en la cafetera para poder prepararme un café americano.

Coloque los sándwiches en el plato, cogí mi taza con café y me subí a mi habitación, cogí la silla de mi escritorio y la puse en frente de mi ventana para ver el paisaje que la naturaleza me ofrecía. Termine el desayuno, coloque la silla en su lugar, me pare junto a la ventana y vi como los pequeños niños eran llevados al Kinder acompañados por sus madres agarrados de la mano. El sonido de mi móvil me saco de mis pensamientos e hizo que fijara mi vista en el aparato que llevaba en mi bolsillo.

El chico del antifaz || Wigetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora