E P Í L O G O

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10 meses después

La melodía de los pájaros se empezaba a presenciar, la neblina se dispersaba por toda la ciudad, el viento se escurría por todas las calles, las ramas de los árboles se empezaban a mover, el sol salía entre las montañas que rodeaban la ciudad, se daba inicio a un nuevo día.

Guillermo despertó.

El pelinegro se quitó la sabana de encima y dejó expuesto su cuerpo al clima frío que se asentaba en la habitación. Una habitación desértica, Guillermo hubiera querido despertar acompañado de Samuel, le hubiera gustado sentir el calor de Samuel en estas temporadas de frío mañanero, pero, Samuel no estaba. Se sentó y segundos después comprobó la hora, eran las ocho con diez de la mañana. Guillermo salió de la cama con solo un boxer, su piel al exponerse más al habiente se erizó, llegó al closet y cogió una bata, se dirigió a la mesa de noche que se encontraba a lado de su cama y cogió su móvil, lo desbloqueó y revisó sus redes sociales.

Salió de la habitación y se acercó a las escaleras para después bajarlas lentamente viendo el móvil, al llegar a la planta de abajo se dirigió a la cocina, dejó el móvil sobre la mesa y de la lacena sacó el café, la azúcar, se fue a la nevera y sacó el helado de vainilla y el agua y se preparó un café ruso.

Al tener el café preparado se fue a la sala y se sentó en el sofá, subió ambos pies y continuó viendo las redes sociales.

Tras varios minutos explorando las redes sociales, le llegó un mensaje de texto a Guillermo. Puso el móvil en mensajería y leyó el mensaje que era de parte de Gregory.

Tengo las entradas, Willy.

Gracias, Gregory. En el transcurso del día voy por ellas.

Te veo al rato, ¿Vale?

Vale.

Guillermo al terminar de enviar su último mensaje se paró del sofá y fue a su habitación ha cambiarse, subió las escaleras con su café en la mano, abrió la puerta y dejó su café en la mesa de noche, fue al closet, lo abrió y observó la ropa.

Del closet sacó un traje, hoy tendría una cita inolvidable, iría al teatro con su pareja.

Se puso el traje y se miró en el espejo que estaba al lado del closet.

—Listo.— Dijo Guillermo terminando de ponerse la corbata.

Guillermo fue a su cama, tomó el café y de un solo trago se lo bebió todo. Al terminarse el café dejó la taza en la mesa de noche y se tiró a la cama con los brazos abierto.

—¿Por qué no podemos pasar las mañanas juntos, Samuel?.— Se preguntó así mismo el pelinegro, su voz era muy frágil.

Miró el techo y después de unos minutos se quedó dormido.

[...]

El móvil sonó, Guillermo se despertó de un salto, el móvil interrumpió su gran sueño, sacó el móvil de su bolsillo y miró la hora, cinco con treinta de la tarde, ya era un poco tarde.

El pelinegro al ver la hora se levanto de golpe y salió de su habitación, descendió las escaleras, cogió las llaves que se encontraban en la mesa del comedor y salió de casa. Subió al auto, encendió este y después de escuchar el motor rugir, Guillermo emprendió su camino a casa de Gregory.

Las calles de la ciudad estaban un poco transitadas, se podía producir un poco de tráfico, a lo que ponía al pelinegro un ligero retraso.

Al llegar a la casa de Gregory, Guillermo bajó del carro se acercó a la puerta e hizo sonar el timbre.

A los pocos segundos se abrió la puerta.

—¿Tienes los boletos?.— Preguntó Guillermo.

—Si, aquí están. Toma.— Dijo Gregory dándole dos boletos.

—Gracias.

—No es nada, Willy.

—Te veo al rato.

—Si, te veo al rato, que ni me he cambiado.

—Adiós, Gregory.

Guillermo dio media vuelta, caminó hacia su carro, encendió el motor y salió de la casa de Gregory.

El reloj de Guillermo marcó las siete de la tarde, hora del espectáculo.

Guillermo bajó del auto, camino hacia las entradas y se quedó parado ahí.

Volteó hacia la fila de autos y lo encontró.

Su mirada encontró a Samuel.

Guillermo caminó hacia con Samuel y Samuel caminó hacia con Guillermo.

Al estar lo suficientemente cercas se abrazaron.

—Llegó el momento, Samuel.— Dijo Guillermo sin dejar de abrazar a Samuel.

—Todo esto es gracias a ti, Chiqui.— Elogió Samuel.

—Te equivocas, Samuel. Esto es posible gracias a Luzu, si el no hubiera llegado a tiempo con nosotros tu no estarías aquí, recuerda que Luzu fue quien disparo hacia Cristhian y evitó que él te disparase.— Dijo Guillermo dejando de abrazar al castaño, posó ambas manos en el rostro de Samuel.

—Si, tienes razón, pero esto es gracias a ti.— Dijo el castaño besando la nariz de Guillermo.

—¿Qué?— Preguntó Guillermo.

—Mi sueño hecho realidad, siempre soñé con escuchar una sinfónica junto a la persona que amo.— Dijo Samuel, después dio un efímero beso.

—Tu siempre has sido mi sueño, Samuel. —Dijo Guillermo mirando a Samuel a los ojos.

—Eres la luz que brilla en mi vida, Chiqui.

—Y tu eres la oscuridad que presencia en mi vida.

—Nos complementamos.— Dijo Guillermo.

—Soy tu complemento, ¿No?.

—Si, y yo el tuyo, ¿no?

—Claro compañero. -Dijo Samuel, agarró de la mano a Guillermo y se adentraron en las puertas del teatro. Dónde el teatro marcaba el inicio de una vida feliz.

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Hasta aquí la historia.

Gracias a cada uno de ustedes por leer esta historia, cada leída, cada voto, cada comentario me animaba a seguir escribiendo.

Les debo mucho por su voto, comentario y leída, de verdad muchas gracias.

Seguiré trabajando en las demás historias, y traeré nuevos proyectos, espero y me den su apoyo también.

Gracias por todo, sin ustedes esto no sería posible.

-DoctorPatricio.

El chico del antifaz || Wigetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora