DICIASSETTE: Caminos separados

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Desde aquel día todo había cambiado.

Guillermo ya no veía a Samuel con los mismos ojos.

El odio empezaba a segar a el pelinegro, el saber la verdad sobre Samuel fue como si le clavasen una daga en el pecho. Cada parte del cuerpo de Guillermo era lastimado por la verdad absoluta sobre Samuel.

La verdad es la que más duele.

Aquella verdad parecía ponerle fin a una historia entre dos personas, personas que se amaban demasiado.

Aquel día en el que Guillermo encontró el antifaz y supo la verdad, salió corriendo de aquella casa con lágrimas en los ojos, añorando que lo que acababa de ver no fuese realidad. Se podía ver muy claro que estaba sufriendo, el derramar las lágrimas era sinónimo de querer poder revivir aquellos momentos juntos; Guillermo no veía lo que pasaba a su alrededor, el solo quería llegar a casa y encerrarse en su habitación y poder olvidar todo el dolor que sentía. El menor estaba destrozado.

Narra Guillermo

Mi móvil sonó y me despertó, revise la hora y era medio día. Me froté los ojos con las manos para poder quitar la lagaña que tenía, al abrir bien los ojos pude ver que toda mi habitación estaba hecha un desastre. Camisas por el suelo, objetos dispersos por toda la habitación, algunas almohadas tiradas. Recordé lo que había pasado, llegué a casa y me encerré en mi habitación, rompí en llantos y me llené de enojo, la verdad me mató y fue tanta la frustración que empecé a tirar todo sin importarme que fuese. No paré de llorar por mucho tiempo, recuerdo que termine durmiendo como a las cuatro de la mañana.

El recordar lo que había sucedido aquella noche me produjo un intenso dolor de cabeza. Desde el día de hoy comenzaría una nueva vida, una vida alejada de las mentiras, pero necesito tiempo para poder superar esto.

Hoy no me sentía con ganas de trabajar, para ser sincero no tenía ganas de nada, solo quería que todo esto terminara de una vez. Busqué mi móvil para avisarle a Jimena que hoy no iría a trabajar,al desbloquearlo note que en el buzón de mensajes tenia varios mensajes por parte de Gregory. Al abrir los mensajes pude notar que gregory me ha dicho que el día lo tenia libre, que me quedara en casa, esto era raro, pero me vendría bien parar poder superar lo de Samuel. Quizás sea el momento de dejar todo esto en el pasado y viajar a otro lugar para comenzar una nueva vida.

Gregory.

Tal vez debí que estar con Gregory y no con Samuel. Fui tan malo con él y él no se merecía eso.

Tras pensar por un momento en Gregory cogí mi móvil y decidí marcarle.

El altavoz sonó por varios segundos pero después fui capaz de oír la voz de Gregory.

—Willy.

Escuche como su voz se notaba algo agitada.

—¿Está todo bien?, Gregory.

—Si, todo bien, lo que pasa es que hay un poco más de gente que lo normal. ¿Qué pasa?

—Quería poder verte y... y hablar contigo.— Dije con algo de vergüenza. No quiero que se mal intérprete, el hecho de que ya no este con Samuel no quiero dar a entender que ya quiero salir con otro chico. Simplemente necesitaba a alguien para desahogarme.

—Está bien, pequeño. Terminando mi turno paso por ti a tu casa, ¿te parece?

Estaba más que claro que esas palabras las había dicho formando una sonrisa, es que es tonto el pobre.

—Me parece bien. Nos vemos al rato. Adiós, Gregory.

—Adiós, Willy.

Colgué la llamada y volví a la pantalla de inicio de mi móvil, vi aquella foto que tenía de fondo de pantalla, Samuel durmiendo. La contemplé por ardos segundos y bloqueé el móvil.

El chico del antifaz || Wigetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora