Capitulo 8

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"El amor que siento por ti es una enfermedad y la cura solo será un beso tuyo"

Casa de campo Abbadie, primavera de 1815.

Tan pronto y terminó el beso Lysandro iba a inquirir algo más cuando una fuerte tormenta acabo con el momento.

Juliette se puso de pie, entonces notaron lo alejados que estaban de la pequeña casa de huéspedes, la lluvia a cada segundo estaba peor.

Lysandro se quitó el saco para cubrir a Juliette y evitar que se mojara tanto.

- ¿existe algún lugar donde podamos resguardarnos? - preguntó el preocupado por como se miraba el panorama.

Juliette asintió recordando una cabaña no muy lejana de allí, la usaban antes uno de los empleados cuando hacía recorridos y le atrapaba la lluvia. Siempre estaba abastecida con las cosas mínimas y seguramente ayudaría. - existe una cabaña - murmuró ella cubriendo su rostro con la mano para poder ubicarse y llegar.

Caminaron unos minutos, en los cuales Lysandro comenzó a toser, lograron divisar la cabaña. Corrieron a prisa y abrieron la puerta, al entrar notaron que no había nadie, estaba todo en penumbra, pero era una suerte ya no estar bajo esa terrible tormenta.

- Antes de que cualquiera de los dos vaya a buscar una cama, vamos a encender la chimenea y calentarnos. No quisiera que contraiga una gripe - Juliette lo observó agitarse con la tos, tan fuerte que lo obligó a doblarse por la cintura.

No pudo dejar de comentar:
- Perdon, pero yo diría que de los dos es usted el que está en más peligro de contraer la gripe -

-Cierto - resolló él - y puedo asegurarle que no tengo el menor deseo de contraerla. Así pues... -nuevamente se dobló, atacado por la tos.

-¿Lysandro? -dijo ella, preocupada.

Él tragó saliva y escasamente logró decir -Ayúdeme a encender el fuego - dio un pequeño escalofrio y tosio- antes de que la tos me deje inconsciente - bromeó.

Juliette frunció el ceño, preocupada. Los ataques de tos eran cada vez más seguidos, y la tos sonaba más ronca, como si le saliera del fondo del pecho.

No le llevó mucho tiempo encender el fuego; ya tenía bastante experiencia en encenderlo, le gustaba ayudar a la servidumbre con esa clase de tareas, y muy pronto los dos estaban con las manos lo más cerca posible de las llamas sin quemarse.

-Me imagino que su ropa no estará seca -dijo él, haciendo un gesto hacia el empapado vestido de ella.

-Lo dudo - repuso ella con pesadumbre -. Pero no importa. Si estoy bastante rato aquí, se me secará la ropa. -

-No sea absurda -se mofó él, girándose para que el fuego le calentara la espalda-. Seguro que debe haber algo por aqui para cambiarte de ropa. -

-¿Crees que encuentre ropa de mujer en este lugar? -preguntó ella con un ligero sarcasmo.

-No seas tan quisquillosa, seguro que ponerse unos pantalones y una camisa bastara para pasar la noche -

Hasta ese momento ella había sido tal vez algo quisquillosa, pero dicho de esa manera, le pareció bastante tonto.

-Supongo que funcionara-dijo tranquila. En ese instante sí que parecía atractiva cualquier ropa seca.

-Estupendo -dijo él enérgicamente - Entonces usted podría ir a encender algun hornillo mientras yo busco ropa para los dos -

-Solo tiene una pequeña habitación esta cabaña segun recuerdo - se apresuró a decir Juliette.

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