Capitulo 15

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Debe ser seguramente humillante descubrir un bochornoso secreto que te incluye.

Cuando Lysandro se digno a regresar a su casa, noto que Juliette no estaba, pero no quiso pensar en el asunto, se fue directo a su habitación y se durmió.
La primera inclinación de Lysandro a la mañana siguiente fue servirse una buena copa de licor fuerte. O tal vez tres. Podía ser escandalosamente temprano para beber licor, pero se le antojaba bastante el aturdimiento alcohólico después de la estocada que recibiera la tarde anterior de manos de Juliette Abaddie.

¿su hijo? Era absurdo el pensarlo. Necesitaba explicaciones. Eso lo ponía terriblemente  molesto, era como si todos  le ocultaran cosas. No sentido. El había tenido muchas amantes, no podía imaginar de cual de todas podía ser aquel niño que decía Juliette era suyo.

Peor aún, Juliette realmente era tonta, haber aceptado la carga que no era de ella, todo por él.
Termino el vaso de whisky de golpe y limpio su boca con el dorso de la mano.

Entonces recordó que había quedado con su hermano Leigh esa mañana para una prácticar esgrima. De pronto encontró bastante atractiva la idea de darle algunos golpes a su hermano, aun cuando éste no tuviera nada que ver con su pésimo humor.

Salió de la casa en dirección a donde vivía su hermano con Rosalya. Entro directamente hasta donde estaba el salon donde practicaban. Realmente quería desquitarse con algo o alguien por aquella terrible noche.

Para eso estaban los hermanos, pensó, sonriendo tristemente, mientras se ponía la indumentaria.

Sólo tengo una hora —dijo Leigh entrando, se puso a insertar el botón redondeado en la punta de su florete— Tengo una cita más tarde.

No importa — contestó Lysandro, haciendo unas cuantas flexiones para aflojar los músculos de las piernas; hacía tiempo que no practicaba; sentía cómodo el florete en la mano. Retrocedió y tocó el suelo con la punta, doblando ligeramente la hoja— No me llevará más de una hora derrotarte. — Leigh miró al cielo poniendo los ojos en blanco antes de bajarse la careta.

Lysandro avanzó hasta el centro de la sala — ¿Estás preparado? —

No del todo —repuso Leigh siguiéndolo aún arreglando su careta.

Lysandro le hizo una finta de un zarpazo.

—¡He dicho que aún no estoy preparado! ——rugió Leigh saltando hacia un lado.

Eres muy lento —ladró Lysandro.

Leigh soltó una maldición en voz baja y añadió otra en voy, alta:
—¡Con un demonio! ¿Qué mosca te ha picado? —

Ninguna — casi gruñó Lysandro — ¿Por qué lo dices? —

Leigh retrocedió hasta ponerse a una distancia adecuada para comenzar el combate.

Ah, no sé — canturreó, sarcástico —  Supongo que será porque casi me hiciste volar la cabeza.

Tengo el botón en la punta — se defendió Lysandro con falsa inocencia.

Y moviste el florete como si fuera un sable — replicó Leigh.

Así es más divertido — rebatió Lysandro, sonriendo con dureza.

No para mi cuello. — Cambió de mano el florete para flexionar y estirar los dedos. Detuvo el movimiento y frunció el ceño  — ¿Estás seguro de que es un florete lo que tienes en la mano? —

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