El despertador suena en la mañana, aunque hacía tiempo que estaba despierta.
Cada vez que mis ojos estaban a punto de cerrarse para por fin conseguir algo de sueño, nuevos pensamientos invadían mi cabeza, como si mi cuerpo en verdad no quisiese dormirse.
Intentando ignorar el cansancio y la pesadez de mi cuerpo al moverme, agarro el celular. Ningún mensaje nuevo, como siempre, así que simplemente lo vuelvo a apoyar sobre la mesa de luz.
Llevo las manos hacia mi rostro, rascándome un poco los ojos, obligándolos a acostumbrarse a la luz y largo un suspiro.
Pateo las frazadas con mis pies para poder liberarme de todas ellas, intentando gastar la menor cantidad de energía posible; y me dirijo al baño.
El agua tibia acaricia mi piel, despertándome un poco más y relajándome al mismo tiempo. Siento mis músculos destensarse mientras extiendo la cabeza hacia atrás para quitar el shampoo de mi cabello.
Salgo de la ducha con una toalla blanca envuelta alrededor de mi cuerpo y miro el espejo. No podía distinguirme, apenas mi silueta; las gotas se deslizaban con rapidez por él hasta llegar al marco, y luego caían bruscamente sobre el lavado.
Con la palma de mi mano limpio lo empañado y observo mi reflejo.
Mi cabello mojado caía a los lados de mi rostro y mis ojos azules se encontraban un poco más pequeños de lo normal debido al poco descanso.
Si mi padre me estuviese viendo ahora mismo seguro diría "eres igual a tu madre...", siempre lo hace.Seco mi cabello con rapidez mientras pienso en la etapa de mi vida que está a punto de comenzar. Pienso en acostumbrarme a la nueva rutina, vivir nuevas experiencias y conocer otra gente. Largo un suspiro.
Me asustaba no saber a lo que me enfrentaba, y más allá del entusiasmo que recorría mi cuerpo al penar en el futuro y en los cambios, siento esa pequeña presión en el pecho indicándome que el mundo no siempre es de color rosa. Que el futuro no solo nos guía a risas y alegría sino también a decepciones y tristeza.
La vida es injusta. Meses de mi adolescencia estuvieron dedicados a analizar esa simple frase, y el echo de que la unión de estas cuatro palabras pudiesen tener un significado tan profundo.
Todos pensamos comprender esta frase, pero en realidad no lo hacemos, no completamente. Comprendemos lo obvio, la superficie, lo que cualquiera entiende con el significado de las palabras; pero va más allá de eso. No son solo palabras, no hay una definición la cual buscar en el diccionario. Cada uno crea su propia definición; de eso se trata. Sin embargo, para ello se necesita que el mundo te abra los ojos.
Lo peor de todo es que, la mayoría de las veces, no queremos que el mundo nos abra los ojos; no queremos enfrentar la realidad, la injusticia.
Pero la pregunta es, ¿quién querría enfrentarla? ¿Quién querría enfrentar la injusticia de dar todo y no recibir nada? ¿La injusticia de que a la gente mala le pasen cosas buenas y a la gente buena le pasen cosas malas? Pues nadie, nadie querría.Veo en el reflejo del como una lágrima inconsciente se desliza por mi mejilla, con los dedos la quito de mi rostro y junto con ella, todos los pensamientos llenos de tristeza.
No debía ser tan rebuscada. No debía pensar tanto. Pero por sobre todas las cosas, debía dejar de buscarle siempre la quinta pata al gato; como siempre suelo hacerlo.
La vida es injusta.Me concentro en mi cabello por unos minutos para así despejar mi mente. Al terminar vuelvo a mi cuarto y me visto con algo simple. Una musculosa blanca, un jean y mis típicas vans negras. Clásico. Nada de estampados ni colores llamativos, cómodo y mayoritariamente holgado.
Miro a mi alrededor. Iba a extrañar mi cuarto, mi lugar. Las paredes azul claro con mándalas de color blanco, mi gran ropero con la ropa organizada dentro, el pequeño sillón delante de la ventana en el cual pasé tantas horas leyendo, y sobre todo el echo de sentir algo propio, algo familiar. Aquel cuarto... era mucho más que una habitación para dormir o un lugar donde cambiarse; era mi refugio.
Dentro de esas cuatro paredes podía pensar y hacer sin ser juzgada, y ese pequeño espacio, con su decoración e incluso la insólita disposición de los muebles, mostraba quién verdaderamente era.
Pensar que en las Universidades todas las habitaciones serían iguales me resultaba incómodo e incluso bastante impersonal.
Bueno, sí se diferenciaban en algo: todas tendrían distinto número de puerta. Sin embargo, las paredes color beige y las dos camas a los lados era un factor constante.
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Pausa
Teen Fiction- Pero es que justamente de eso se trata la Universidad Aurora. De conocer gente, hacerse amigos, expermimentar, ¡vivir cosas nuevas! - Ya, pero todas esas cosas no las tengo que hacer específicamente en Columbia, podría hacerlas perfectamente en la...