Capítulo 15

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Era una tarde bellísima. Luego de una larga semana, el viernes llegaba de la mejor manera, y junto con ello, una enorme sonrisa en mi rostro.
- Mhm, ¡está delicioso!- digo con entusiasmo.- Dime Lila, ¡dime que le pusiste!
- Ni lo intentes.- ríe Carol a mi lado, dejando la revista en la mesita ratona y recorriendo con la vista su hermoso jardín.- ¡Siquiera a mi me lo ha dicho! Los jugos de Lila guardan un secreto.
- Ya lo creo.- respondo dulcemente
- Puedes tomarte hoy y mañana libre, Lila.
- Gracias, señora.- Carol asiente gentilmente y Lila se retira.
- ¿Acaso tienes planes?- pregunto con gracia, dándole otro sorbo al delicioso jugo.
- Eso me preguntaba yo, querida. Dime, ¿tienes planes para hoy a la noche?
- Nada especial en verdad.- me encojo de hombros, y cruzo mis piernas.- Esperaba invitar a las chicas hoy a la noche, tal vez pedir pizzas por delivery y ver alguna película. Ya sabes, pasar el rato.- sonrío.
- Verás, Louis y yo hemos sido invitados a una gala hoy, en el Royal Hotel.- asiento con sorpresa, insegura de a dónde pretendía con esta conversación llegar.- Será con la excusa del éxito de esta nueva revista, no recuerdo su nombre. Habrá escritores y publicistas reconocidos, creí qué tal vez podría interesarte, no lo sé, conocer un poco.
- Oh Carol, es una propuesta maravillosa... pero no creo que sea adecuado de mi parte ir.
- ¿Por qué lo dices, querida? De eso ni hablar, todas las familias reconocidas de Evanston irán. No tienes de que preocuparte, cariño.
Seguro te encontrarás con alguien de Northwestern, y si la fiesta te parece demasiado aburrida Joe podrá llevarte a casa.
- No lo sé tía, en verdad no creo que hoy sea el día, no tengo qué ponerme, como peinarme...- resoplo; sin embargo, por alguna razón, Carol tenía una grandísima sonrisa en su rostro.
Me quedo en silencio, simplemente aguardando a que Carol tuviese algo para decir.
- Mhm, ¿y si resulta que tengo la solución perfecta para ello?- insiste.
- Está bien. Pero solo porque muero de ganas de conocer a esos escritores de los que me hablaste.- sonrío. Carol asiente sin interés y busca su teléfono.
- ¿Henry?- dice, luego de un breve silencio.- Si, Carol habla. Tenemos... una emergencia.- asiente con la cabeza mientras escucha la otra línea.- 6pm estará bien. Si, te enviaré los datos.- sin decir más, cuelga y le da un sorbo a su jugo.
- Tal vez deberías bañarte ahora, Henry estará aquí en menos de una hora.
- ¿Henry? Estoy bastante segura de que no conozco ningún Henry, Carol.
- Es un encanto, ya verás. Ahora ve, date prisa, que no podrás pasarte horas en la ducha. Estará aquí pronto.
- Está bien.- resoplo.- Pero, ¿qué me pongo?
- Ponte un pijama, estarás más cómoda. El resto déjamelo a mí.- sonríe.
Con algo de entusiasmo e intriga, me pongo las zapatillas y me encamino hacia mi cuarto.
Envío un mensaje a las chicas, cancelando el plan de hoy a la noche, y busco mi pijama.

¿Cómo era posible no demorarse horas en esta ducha? Los chorros en la espalda eran como tocar el cielo con las manos.
Sentarse allí, con el agua caliente corriendo, era casi terapéutico. No había mejor forma de liberar el enojo, la angustia, y lo había comprobado días atrás.
La semana en casa de Carol había sido perfecta para mí; y seguro que para Katherine también.
Menos tiempo en el campus me había ayudado a despejar mi mente, y por sobre todo, a mantener la distancia.
Sin señales de Ares desde aquel momento en el que bajé de auto, y aceleró sin decir más.
Suspiro. Era lo mejor, lo sabía.

- ¡Aurora!- la voz de Carol apenas se escucha desde el baño. Lo cual incluso resultaba sorprendente, teniendo en cuenta las dimensiones de la casa.- Henry ha llegado.

Cierro el agua al instante y seco mi cuerpo. El pijama de seda color rosa era alucinante, la camisa se sentía como mimos sobre la piel.
Con el cabello hecho un desastre, y chorreando algo de agua, me apresuro a bajar las escaleras.
- Querida, este es Henry.- un hombre al menos una cabeza más bajo que yo se da la vuelta.
- Un placer.- sonríe. Debía tener unos treinta años. Sus uñas pintadas de negro hacían juego con su cabello, unos perfectos rizos descansaban sobre su frente.
- No me dijiste que era tan bonita, hubiera venido con más entusiasmo.- Henry codea a Carol, haciendo broma.
- ¡Ya déjalo, Henry!- ambos ríen.
Resultaba un desafío entender que sucedía. Simplemente me quedé en silencio, esperando que alguno de los dos tomase la iniciativa y me integrasen en lo que estaba pasando.
- Soy tu estilista.- asiento en sorpresa.- Si, lo sé querida, tal cual como en televisión.- suspira.-Pero déjame decirte- Henry entrelaza su brazo con el mío y me guía hacia la sala de estar.- esos programas me han robado todo el protagonismo.
Me siento frente a un enorme espejo con luces. A ambos lados, valijas, bolsos, cajas y percheros de todo tipo.
- Esta es Verónica, mi ayudante.- una chica pelinegra se para a su izquierda y saluda.- Verónica, empezaremos por el cabello. Ya sabes que hacer.- ella asiente, y segundos más tarde aparece con una enorme valija.
- Secador.- Henry ordena.
- Verás, querida.- dice luego de haber apagado el secador. Escoge fracciones de mi cabello, y prueba mientras observa en el espejo.- Recogido será...- musita por lo bajo.
Verónica me da la vuelta en la silla, dejándome de espaldas al espejo.
- Como te decía... en esos programas de televisión son puros principiantes.- dice con enojo.- ¡Es todo un show! Los estilistas de televisión ni siquiera son gays en verdad, ¡lo hacen por publicidad! ¿Podrás creerlo?- resopla.
- Banco.- Henry ordena. Verónica se apresura y coloca un banco de madera a los pies de la silla. Henry se para en él y comienza a peinar mi cabello.- ¿Qué tal?- le pregunta minutos luego.
- Perfecto.- responde.
- Ve desempacando los vestidos. Comenzaré con el maquillaje.- Verónica asiente.
Henry analiza mi rostro, haciendo comentarios por lo bajo, y moviendo mi cabeza como si se tratase de una simple muñeca.
Que mi apariencia estuviese en manos de alguien más estaba comenzando a incomodarme. ¿Qué tal si me quedaba espantoso? No habría tiempo de arreglarlo y tendría que ir a la fiesta así de todos modos.
Lo sabía, sabía que iba a ser una terrible idea.

- Henry...- comienzo insegura.
- No. Nada de Henrys. Estarás preciosa, solo debes confiar en el buen gusto de un hombre gay, nunca traiciona.- río.
- ¿Cómo supiste que diría eso?
- ¡Ay querida! años de trabajo me lo han enseñado...
Mis ojos vidriosos luchaban por no derramar una lágrima mientras Henry con entusiasmo depilaba mis cejas.
- ¡Verónica!- llama luego de varios minutos.
- Ya está todo listo.- afirma.
- Genial. ¿Qué te parece? Deslumbrante, ¿o no?
- Magnífico.- ambos sonríen.
- ¡Dios santo!- Henry exclama luego de mirar su reloj.- Son las 7 y media de la tarde. ¡Ve, ve, ve!- grita exhausto.- Verónica, que se pruebe todos los vestidos. Iré en un segundo.
Verónica me tiende el primer vestido. Era color azul marino, con algún que otro detalle en la parte superior de color negro.
- Aurora, querida, déjame ver.- Carol dice desde afuera. Abro la puerta del baño; mi tía estaba asombrosa. El vestido color celeste claro le quedaba a la perfección; sin embargo, no podía decir lo mismo de mí. Simplemente, el vestido no encajaba. No me había visto en el espejo aún, pero no me sentía cómoda en él.
- Uhm, no, no lo creo. Déjame ver.- Carol revisa rápidamente el perchero con los vestidos.- ¡Este! Ten cariño, pruébatelo.
Asiento con una sonrisa y vuelvo al baño.
El vestido era precioso; la tela era de color dorado, y brillaba a pesar de la tenue luz.
Los finos breteles eran delicadísimos, sentía que me quedaba espectacular.
- ¡Aurora!- Carol lleva su mano hacia su boca, en forma de sorpresa.- Te ves bellísima.
Verónica trae unos tacones del mismo color, me los pongo.
- ¡Santo Dios! Cualquiera podrá confundir esta chica con un ángel.- exclama Henry.
Camino en silencio en dirección al enorme espejo en la sala de estar.
Me veía espectacular. Mi cabello estaba recogido en una cola alta, con pequeñas ondas en las puntas. El maquillaje era ideal, se veía delicado, fino, y combinaba perfecto con el vestido soñado.
Me sentía una princesa, más que una princesa, en verdad, una modelo. Nunca me había arreglado así, jamás en la vida.
Estaba nerviosa, pero entusiasmada al mismo tiempo.
- Ten.- Carol extiende en su mano unos pendientes. Me los pongo con una sonrisa.
- Henry, ¿nos sacarías una foto?
- Claro querida.- con su celular, se aleja para tomar una foto de cuerpo completo, justo en la despampanante entrada de la casa. Ambas sonreímos.
- Gracias Henry, envíamela.
Carol busca su cartera, y me extiende un sobre dorado, para así guardar mi teléfono dentro.
- ¿Estás lista?- pregunta.

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Nota de la autora:
¡Hola! Como siempre, espero de corazón que les haya gustado. Un capítulo sin contenido demasiado importante pero que de todas formas me encantó escribir, sobre todo porque siempre soñé con un momento así!
Gracias una vez más por apoyar a través de su lectura lo que adoro hacer.
Besos,
f

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