Capítulo 26

1.3K 72 0
                                    

Comenzaba a creer que el tener un coche negro, lujoso y de vidrios oscuros era un factor común entre los chicos de Northwestern.
El interior olía a aromatizador de canela que, sin éxito alguno, intentaba cubrir el evidente olor a tabaco y whiskey.
Su coche no era ni por dentro ni por fuera tan despampanante como el de Ares, pero eso no quitaba que lucía particularmente atractivo al conducirlo.

Cierto era que aún no me sentía cómoda con la idea y futura situación de llegar inesperadamente a una fiesta junto a Charles, pero de todas formas no importaba.
No importaba porque él ignoraba todas las señales de tránsito y los semáforos en rojo, mientras yo decidía en silencio si hablarle sería demasiada distracción.

- Siento mucho haberte arrastrado en todo esto, Aurora.- se disculpa con una mueca, sin apartar la vista de la carretera.
- Oh, no es nada. No tenías forma de saber que algo pasaría.

Sonríe y finalmente estaciona frente a una enorme casa de ladrillos rojizos.
Gran cantidad de gente se acumulaba en el jardín, mientras la puerta principal permanecía abierta y la música se escuchaba de fondo bajo todos aquellos gritos.

Charles me coge de la mano guiándome hacia la entrada; sin embargo, estaba segura de que no había sido un gesto cariñoso, sino más bien un hecho para que me diese prisa.

Las personas en la entrada, a las cuales no había logrado reconocer, callaron a nuestro pasar. Charles entra a la casa sin timidez alguna y busca a sus amigos con la mirada.

Atrás de la enorme ola de humo estaban todos ellos sentados en los sofás de la elegante sala.
Sus amigos muestran sorpresa al verme a su lado, pero no dicen nada al respecto.
Aún así, ya había sido suficiente para hacerme sentir incómoda conmigo y con lo que llevaba puesto. El ligero vestido informal y los zapatos blancos definitivamente habían dejado de ser una buena idea.
Aunque aquello sin duda no era lo que causaba mis ganas de correr de allí; sino lo era la hermosa chica morena que se sentaba con confianza sobre el regazo de Ares.

- ¿Qué ha pasado?- pregunta Charles aún sosteniendo mi mano en la suya.
- ¿Pues a ti qué te parece?- responde sarcástico un chico de cabello oscuro que sostenía una bolsa de arvejas congeladas sobre su ojo derecho. Con un gesto señala a su alrededor; la mesa del comedor estaba dada vuelta, y los vidrios de las ventanas estaban rotos.
- Has tardado en venir.- dice una chica por detrás, a quien le reconocí la voz al instante.- Ah, ya veo.- Katherine se limita a mirarme de arriba a abajo y luego toma asiento junto a Ares.

Le miro esperando alguna reacción de su parte; sabía que había notado mi presencia pero de alguna forma se negaba a demostrármelo. En cambio, posa su mano en la cintura de la chica y esta le susurra algo al oído con una sonrisa.
Su espalda estaba recostada en el respaldo del sofá y su otra mano descansaba a su lado, pero aún así su cuerpo se notaba tenso.

- Bájate.- le espeta por lo bajo. La morena sorprendida abre sus ojos y tarda en reaccionar.- Que te bajes.
En aquel movimiento, Ares posa con disimulo su mirada sobre mi mano y la de Charles.

- Al parecer estabas ocupado.- dice gracioso un chico de cabello rubio en dirección a Charles. Aparentemente nadie había notado la pequeña escena de Ares.
- Ya no sirve de nada quejarse.- responde el chico del ojo lastimado dándole un trago a su bebida.- Mañana arreglaré todo esto antes de que lleguen mis padres.
- Me quedaré.- dice Charles sin pensarlo dos veces.- Así podré ayudarte mañana.
- No hace falta, amigo. Ve con tu chica. Ya podrás pagármela luego.
- Puedo llevarla a casa y luego volver, Mat.

Y como si no fuese suficientemente incómodo que hablaran de mi como si no estuviese allí, Ares agrega al instante:

- Yo la llevaré.
- Lo que faltaba...- resopla Katherine y su amiga morena ríe.- Bastante tengo con compartir habitación, Ares. ¿También debo compartir auto?
- No, tienes razón. Pídete un Uber.- le responde, y no puedo evitar una pequeña sonrisa en mi rostro. La sala queda en silencio, pues de seguro nadie entendía la actitud de Ares.
- Está bien, yo puedo llevarla, amigo.- dice Charles con despreocupación, posiblemente porque no quería armar más problema del que ya se había armado en su ausencia.
- Insisto.- contesta poniéndose su campera color negro sin aún haberme mirado a los ojos. Varios chicos aprovechan su iniciativa y comienzan a despedirse entre ellos.

PausaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora