Capítulo 16

1.5K 70 0
                                    

Joe aguardaba frente a la puerta principal de la casa junto al lujoso auto negro. Al vernos, gentilmente abre la puerta del asiento trasero.
- Se ven excepcionales.- halaga. Carol le regala una dulce sonrisa.
- Gracias.- musito por lo bajo al entrar al auto; tanto por su cumplido como por su caballerosidad.
- Royal Hotel, ¿verdad?
- Si, por favor Joe. Y con prisa, ya estamos tarde.
- Enseguida, Señora Harrison.- responde.
- ¿Tarde?- me quejo segundos luego.- ¡Pero si son apenas las ocho!
- Lo sé querida... estas fiestas suelen empezar temprano.- responde vagamente. Su teléfono suena, mientras lo busca en su delicada cartera color plata.
- ¡Cariño!- saluda al atender.- Uhm si, lo siento. Estamos en camino, llegaremos pronto.- hace una pausa.- Sí, Sam se ha quedado dormido y la niñera en casa. De acuerdo, te buscaremos.
- ¿Louis?- pregunto. Carol asiente mientras guarda su teléfono.
- Sí, y al parecer hay muchos fotógrafos fuera. Al menos eso ha dicho, además de que lleva unos cuantos minutos esperándonos.
- ¿Fotógrafos, uhm?
- No debes preocuparte, tú solo sonríe. Además, no es que no vayamos a salir bonitas.- ambas reímos.
El auto se detiene frente a la entrada de un bellísimo y lujoso hotel. Carol acomoda su cabello mientras aguarda a Joe, quién segundos más tarde abre la puerta del coche.
Mi tía entrelaza su brazo con el mío, y antes de dirigirnos hacia la puerta, se detiene para unas cuantas fotografías.
Posa con total normalidad y soltura; sin embargo, yo me sentía completamente incómoda y fuera de lugar. Aún así, sonrío y me aproximo a Carol cariñosamente.

- ¡Querido!- Carol saluda a su esposo con un casto beso apenas entrar. El salón estaba repleto de gente vestida con suntuosidad, bebiendo champagne y deslumbrando con sus costosas joyas.
- Aurora, te ves espléndida.- exalta Louis, mientras sostiene las manos de Carol sobre las suyas.
- Gracias, Louis. Carol se ha portado de maravilla conmigo.- agradezco tiernamente. La invitación, el vestido, los zapatos... nada de ello era necesario, y aún así, Carol estaba más que encantada de dármelo. Debía agradecer.
- Por favor, Aurora. No agradezcas. Te lo mereces.- mi tía sonríe con dulzura.
- ¡Louis!- un hombre llama su atención, se aproxima a nosotros con una copa en mano y le da un corto abrazo.- Señoritas.- saluda cortésmente.
- Thomas, siempre es un gusto verte.
- Deja ya las formalidades Carol. Somos como familia.- ríe, hasta que sus ojos se cruzan con los míos.- ¡Aurora! Esta si es una bonita sorpresa.- dice el señor Nielsen con ánimo.- Estoy seguro de que mis hijos están por algún lado, ya los encontrarás.
- Seguro que sí, gracias Thomas.
En instantes, mi sonrisa se volvió más fingida de lo que ya era. Por supuesto que Ares estaba aquí... despiste de mi parte no habérmelo imaginado antes.
- Si me disculpan.- digo, y me doy la vuelta en busca del tocador. Continuaron conversando animadamente, sin siquiera notar mi excusa de huida.

El salón estaba decorado en tonos cálidos, justo como mi vestido. Meseros se paseaban de un lado a otro perfectamente uniformados con bandejas en mano, ofreciendo diminutos aperitivos y copas de champagne.
Próxima a una tarima, se veía una bellísima exposición con cuadros, revistas, libros y fotografías que gente admiraba sin cesar.
- ¿Aurora?- preguntan a mis espaldas. Me doy la vuelta y muestro una pequeña sonrisa.- ¿Te acuerdas de mí?- pregunta con desconfianza.
- Sí... Sí, claro.- resultaba imposible no hacerlo. Sus ojos eran idénticos a los de su hermano, y su sonrisa siempre radiante.- Utah, economía y finanzas. Difícil olvidarlo.- respondo con gracia.
- No creí que te encontraría por aquí, pero vaya, te ves fabulosa.- sonríe.
- Ni yo me lo creo.- digo, dejando de lado la incomodidad que me había generado su cumplido.- Si me hubieses preguntado ayer si me creía capaz de asistir a un evento así, creo firmemente que me hubiera reído.- admito.
- Ya...- le da un trago a su copa de champagne y continúa.- Ven, déjame invitarte un trago.- y antes de darme lugar a decir que no, su brazo rodea mi cintura y me guía hacia la barra con delicadeza.
- Aurora, ¿qué te gusta?- pregunta, haciéndome recordar la escena con Ares días atrás. Había preguntado exactamente lo mismo y sin embargo, algo en la forma en que Ares pronunciaba mi nombre lo hacía sentir completamente distinto.
- Uhm, un refresco estaría bien.
- Aquí no sirven refrescos...- responde con una sonrisa. Claro que aquí no sirven refrescos, no estábamos en un Mc Donald's, sino en una gala desbordante de vinos costosos y champagne.
- ¿Agua mineral?- pregunto algo avergonzada.
- Claro.
El barman se aproxima con una copa de agua, le agradezco.
- Y dime... ¿qué tal la Universidad?- me detengo unos segundos antes de hablar, y sin darme cuenta, mis ojos escanean todo su cuerpo. El traje color azul marino le quedaba impecable y, a diferencia de aquellos chicos con los que compartía clase, Utah parecía un hombre más que un simple universitario.
- Bien, supongo.- respondo con sencillez.- He hecho varias amigas, y en verdad el programa recién está comenzando. Ninguna dificultad se ha presentado aún.- sonrío de lado y le doy un trago a mi copa de agua.
- ¿Ni siquiera mi hermano?- sonríe. A pesar de la mención, su pregunta venía desde la pura inocencia. Por supuesto que Ares no le había mencionado nada a su hermano, y yo tampoco lo haría.
- Es un par de años más grande, ya sabes, diferentes horarios. No lo veo con regularidad.- contesto y, ciertamente, no era del todo mentira.
- Perfecto, así podré invitarte a mi fiesta.- dice con entusiasmo. Siento un poco de culpa por haber olvidado su invitación en aquella cena varios días atrás, así que contesto sin más:
- ¡Genial! Claro, ahí estaré.
- ¿Estarás dónde?- Ares se para junto a su hermano, con las manos dentro de los bolsillos y una sonrisa de lado. Llevaba un clásico traje color negro, y a diferencia de Utah, no usaba ni moño ni corbata; en cambio, los primeros botones de su camisa estaban desprendidos.
- Mi cumpleaños.- contesta su hermano, dándole un trago a su copa de champagne.
- ¿Tú cumpleaños, uhm?- pregunta, y asiente lentamente.- Qué bien.
El ambiente se volvía cada vez más tenso a medida que el silencio se prolongaba.
- ¡Aurora, cariño!- Carol se dirige hacia mi acompañada de un hombre de cabello blanco, que resultaba particularmente conocido. Mi interés en presentarme ante quien fuese eran nulos, pero de cierta forma, mi desesperación por una vía de escape había sido correspondida.- Este es el Señor Hemingway, director del EPost.
- Es un placer conocerlo, Señor. Su plataforma se ha convertido en un verdadero éxito.- digo, luego de corresponder a su saludo de mano. Estaba sorprendida; Stephen Hemingway, uno de los editores más conocidos del país estaba frente a mis ojos, mientras yo intentaba no perder la cordura.
- Carol me ha mencionado lo exitosa que eres, jovencita. Y me atrevo a decir, con tal anticipación, que espero tu postulación a las pasantías cuando llegue la fecha.
- Por supuesto, sería un placer trabajar para usted.- sonríe en respuesta y, luego de disculparse, se retira.
- Eso ha estado genial.- mi tía festeja con pequeños aplausos por lo bajo para no llamar la atención. - Podría serte de gran ayuda en un futuro, Aurora. Estoy orgullosa de ti.
- Sí, tienes razón. Es un diario reconocido, me presentaré.- el comentario del Señor Hemingway sin duda había sido presentado inesperadamente, sin embargo, y aunque todavía nada estuviese asegurado, no había demasiado para pensar. Lograr conseguir esta pasantía, en un diario como el EPost, era una maravillosa oportunidad que no se presentaría dos veces.
- Ve, diviértete. Hablamos luego.- y sin esperar una respuesta de mi parte, se une a un grupo de señoras que conversan con emoción.

Sin pensarlo dos veces, me apresuro en dirección al tocador. No sería capaz de aguantar aquella incomodidad, mientras Ares sonreía de lado cómodamente y bebía de su champagne.

Una señora me saluda educadamente al salir del tocador y le correspondo con una sonrisa.
Apenas entrar, suspiro; dejo salir todo aquel aire que sin darme cuenta retenía.
Era un evento bellísimo, y sin embargo, yo deseaba irme. Pero no podía hacerlo, Carol me había regalado un hermoso vestido, y se veía tan alegre de asistir junto a mí que odiaría desilusionarla.
La puerta del baño se abre, y contrario a lo que cualquiera hubiese esperado, un chico de traje negro entra.

- Es el baño de mujeres, Ares.- sentencio.
No responde, en cambio, revisa el lugar en silencio. Vuelve a aproximarse a la puerta, cerrándola con tranca.
- ¿Irás al cumpleaños de mi hermano?- pregunta. Sus ojos me miraban con la misma intensidad que días atrás; extrañamente, parecía que nada hubiese cambiado.
- ¿Tú quieres que vaya?
- No.- dice con brusquedad. Acomoda su saco y se apoya en la mesada del lavado.
- Pues entonces iré.- respondo con sencillez.
- No hablas en serio.- ríe.

Estaba cansada de que fuese él quien jugara conmigo, cansada de que él fuese quien me dejase desconcertada, expectante.
Me acerco despacio, el ruido de mis tacones resuena en el lujoso baño.
Acomodo el cuello de su camisa mientras lo noto tensarse, tenía un delicioso olor a perfume.
Juntando nuestros cuerpos cada vez más, le susurro al oído:
- Claro que sí.

Estaba dispuesta a marcharme, a dejarlo con las palabras en la boca mientras veía la puerta cerrarse detrás de mi deslumbrante vestido dorado. En cambio, en un rápido movimiento me detiene, descansando su mano sobre mi cintura.
- Quiero quitarte ese vestido, Aurora.- con rapidez se posa por detrás, empujándome hacia el lavado.- Mírate.
Sus ojos encuentran los míos en el reflejo del espejo. Podía sentir sus firmes brazos agarrándome por detrás, y con cada movimiento, mi piel erizándose cada vez más.
- Te encantaría.- dice por lo bajo.- Ese precioso vestido deslizándose hacia abajo por todo tu cuerpo. Mis manos recorriendo cada rincón, susurrándote al oído todas las cosas que te haría.
Desabrocha el cierre lateral con delicadeza, su respiración era agitada cercana a mi cuello.
Quería besarlo, quitarle le camisa y acariciar su pecho, su espalda. A pesar de ello, me aparto.
Me aparto porque por mas ganas que tuviese, hiciese lo que hiciese, Ares me seguiría viendo como un simple entretenimiento.
Sus ojos se inundan con confusión, y sin pensarlo dos veces, digo:
- Me harté de tu juego, que te diviertas jugando solo.

~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~

Nota de la autora:
¡Hola a todos, de vuelta! Lo más importante lara decir: gracias por leer una vez más.
Sé que todos están esperando algo más que idas y vueltas entre Ares y Aurora, pero no falta mucho. Lo prometo.
Incluso he recibido algunos mensajes privados, preguntando al respecto. Me parece importante respetar los tiempos, ya que de lo contrario la historia se volvería algo irrealista. Nada sucede tan rápido, y es importante tenerlo en cuenta.
Ciertamente disfruto mucho de escribir estos capítulos más descontracturados; espero que no les aburren y disfruten esta historia tanto como yo. No se olviden de votar si les gustó este capítulo, ya saben lo agradecida que estoy.
Besos y cuídense mucho,
f

PausaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora