Capítulo 18

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Sophie desliza su blusa negra por arriba de sus hombros y la deja caer al suelo sin preocupación. Junto con ella, arroja la lata de cerveza y ríe con fuerza, estirando sus brazos y mirando el oscuro cielo estrellado.
La gente gritaba con euforia y cantaba a todo pulmón, moviéndose al ritmo de la música. Me sentía una completa extraña en aquella enorme multitud, envuelta en una insoportable ola de calor.

- Salta, salta.- grita; y antes de que pudiese hacer algo al respecto, un chico corre con Sophie, de ropa inferior, en sus brazos, zambulléndose en la piscina cubierta de espuma.
Alexa y Cris alentaban y aplaudían con vehemencia mientras observaban la situación.
La gente me pechaba y pisaba con indiferencia mientras me acercaba hacia la piscina en busca de Sophie.
Bien, estaba claro que las chicas se la estaban pasando mejor que yo, pues su alcohol en sangre hacía un excelente trabajo. En cambio, a mí la ausencia del mismo no solo me había convertido en niñera, sino también en aguafiestas. Me había visto obligada a cuidar que ninguna se ahogara en una piscina, o directamente cayera en un coma etílico.
Sophie se aproxima a la orilla con el agua al cuello y una sonrisa en su rostro.

- Ven amiga, te consiguiremos una toalla para secarte.- le extiendo mi mano en ayuda. Sophie tira de ella, haciéndome caer al agua. Parecía tibia, o tal vez era simplemente la vergüenza recorriendo todo mi cuerpo. Sentía mis mejillas arder mientras quitaba mi cabello mojado hacia atrás.
- ¡Ríete un poco, aburrida!- grita Sophie, arrojándome algo de agua al rostro. Se sentía su olor a alcohol incluso a casi un metro de distancia, y el rimel corrido manchaba su mejilla.
Pues, si de algo no había duda es que aquella bañándose en ropa interior, junto a un chico,  no era la insegura Sophie de siempre.

- ¿Te encuentras bien?- un chico de cabello castaño se agacha y pregunta desde fuera.- Déjame traerte una toalla, en seguida vuelvo.- dice, y luego de un gesto se pierde entre la gente que bailaba sin parar.

Genial, nada podría salir peor. Sentía mi vestido color crema inflarse bajo el agua mientras, bajo los ojos del resto, nada pasaba. El agua comenzaba a enfriarse sobre mi piel y yo ya podía sentir la gripe de los
próximos tres días llegar.

- Aquí tienes.- me entrega con prisa luego de subir los escalones y haber salido de la piscina.
- Gracias, en verdad.- digo con una sonrisa incómoda. De seguro mis ojos estaba rodeados por una enorme mancha negra, al igual que los de Sophie.
- No es nada. Soy Jaden, por cierto.- responde. Sus ojos eran verdes con un marrón clarísimo por fuera, color miel, y se le formaban unos pequeños oyuelos en las mejillas al sonreir.
- Aurora.- me presento.

Vaya lugar y momento para presentación, pienso. Pero al menos parecía un buen chico, atractivo y posiblemente el único que no había consumido alcohol a esta altura de la fiesta.
Mi cabello, mi rostro y mis piernas chorreaban agua sin parar, mientras mi vestido, bajo la toalla, se pegaba cada vez más a mi cuerpo, haciéndome remover inquieta.

- Conozco la casa, entra. Tal vez podamos conseguirte algo de ropa.

Le sigo por detrás sin decir nada. El interior de la casa se sentía refrescante. El aire no estaba pesado ni sofocante, y tampoco reconocía ese olor tan particular que aguanté durante, al menos así parecieron, horas.
Jaden vestía un pantalon color caqui y una camisa celeste. Guiaba por la enorme casa como si se tratase de la suya misma.

- ¿Eres familiar de Ares?- pregunto con seguridad. De ser así resultaría bastante lógico que andara con tal seguridad por la enorme mansión.
- ¿De Ares?- responde extrañado, dándose la vuelta, mostrando un gesto de confusión.- No, soy gran amigo de Utah. Nos conocimos hace un par de años, en secundaria.
- Oh, claro.- me arrepiento al instante de mi pregunta. Por supuesto que no se trataba de Ares, después de todo no era su cumpleaños, sino el de su hermano.
- Esto te servirá...- dice con duda, y me tiende un pantalón negro y una camiseta del mismo color. Acepto la ropa con una sonrisa incómoda y entro al baño para cambiarme.
Desde el mismo, por una ventanilla que daba hacia el fondo de la casa, se oía cada vez menos ruido. Debían ser altas horas de la madruga, y a medida que el tiempo pasaba la gente volvía a sus casas.
- Gracias, en verdad.- digo una vez más.
- No te preocupes. Menos mal que me he estado quedando aquí estos días y traía ropa conmigo.- sonríe.
Seguimos conversando mientras nos dirigimos hacia dónde, minutos atrás, había una masa de gente bailando y gritando.
- ¿Que sucedió?- pregunta Jaden, levantando los brazos en dirección a Utah y un par de sus amigos.
- La policía... vecinos se han quejado del ruido.- responde molesto mientras arroja los vasos de colores en una enorme bolsa de basura.
Intento llamar a las chicas, pero ninguna de ellas contesta; de seguro no estaban aún en la casa, pues había poquitísimas personas.
- ¿Quieres que te lleve?- pregunta amablemente.
- Oh no, no hace- comienzo, sin embargo, me interrumpen por detrás.
- Yo lo haré.- Ares se para a nuestro lado, con los brazos cruzados sobre el pecho y un aspecto inundado en el cansancio.
- No, gracias.- respondo al instante.
- No era una pregunta. Busca tu abrigo, nos vamos.- avisa, sacando las llaves de su bolsillo y tomando un camino lateral hacia el frente de la casa.
Me despido, no sin antes buscar nuevamente a las chicas con la mirada, y le agradezco a todos con prisa para luego agarrar mi campera negra y seguir los pasos de Ares.

- Podría jurar que esa ropa no es tuya.- dice con sequedad una vez dentro del lujoso auto.
- No lo es. Es de Jaden.- aclaro mi garganta; miro por la ventanilla la casi absoluta oscuridad de las calles, removiéndome en el asiento del copiloto. El auto olía a su delicioso perfume, se me hacía imposible ignorarlo.
- Ah, pues qué bien. Ahora usas la ropa de cualquiera.- responde, irónico.
- ¿Qué pasa contigo?- pregunto con enojo.- Me tiraron dentro de la piscina y- comienzo diciendo, pero me arrepiento, cortando la oración por la mitad.- ¿Sabes qué? ¡No tengo que darte explicaciones! No eres nadie, deberías dejar de pretenderlas.
Ambos permanecemos en un incómodo silencio el resto del viaje, hasta que el auto se estaciona frente a la entrada principal de la casa, justo como días atrás.
Se escucha la segunda puerta cerrarse a mis espaldas, la alarma del auto y sus pasos siguiéndome hacia la puerta.
- ¿Qué haces?- pregunto, deteniéndome a mitad de camino.
- Me quedaré contigo.- responde, con la misma voz cansada y triste de cuando apareció en la fiesta minutos atrás.
- No, Ares. No lo harás.
- Podemos hacer esto por las buenas o por las malas, Aurora.- hace una pausa.- Tengo mi juego de llaves, Carol me lo dió años atrás, y también sé que no estarán en casa hasta mañana en la noche. Así que, o me dejas entrar, o entraré de todos modos.- sentencia.
Con duda, rendida, abro la puerta y digito el código de la alarma. La enorme casa permanecía en completo silencio y oscuridad; e incluso por un segundo agradecí tener a Ares a mi lado.

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Nota de la autora:
¡Hola hola! Finalmente, capítulo 17. Lamento mucho haber demorado tanto, tuve cantidad de cosas para hacer y estudiar. Me entusiasma poder decirles que volví a encontrar esa pequeña inspiración en mí, y estaré subiendo los próximos capítulos estos días.
Con mucha felicidad les digo lo maravilloso que es tomarse tiempo para uno mismo. Disfruten, dejemos las redes sociales de lado por un tiempo y perdámonos en los viejos libros de papel todo el tiempo que sea necesario. Agradezcamos todo lo bueno que alguna vez se cruzó por nuestro camino, a pesar de que ahora no sea parte del mismo.
¡Cuídense mucho! Besos
f

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