Capítulo 20

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- ¿Esto es real o es que acaso estoy soñando?- pregunto graciosa, recostando mi espalda en el umbral de la cocina y cruzando los brazos sobre mi pecho.
- Por supuesto que es real, si esto fuese un sueño posiblemente estaría desnudo.- Ares contesta de la misma manera.
Su cabello castaño estaba despeinado, vestía unos shorts negros y, para mi sorpresa, usaba mis pantuflas color rosa.
- Gracioso...- suspiro.- Sabes, creo que esas pantuflas no son de tu talle.
- No, claro que no. Pero, te preparo un delicioso desayuno, ¿y es así como me lo agradeces?
- Ya, es lo menos que podías hacer luego de tu gran espectáculo de ronquidos y patadas.- me quejo, agarrando una deliciosa y crocante tira de panceta.
- Eso no es cierto.- responde con seriedad, llevando platos y pequeñas bandejas a la isla de la cocina.- Ven, siéntate.
- Debo admitir que todo huele bien.- halago.
- Por supuesto que huele bien, ¿acaso esperabas menos?
Me quedo en silencio, sentada a su lado, mientras sirvo jugo de naranja en ambos vasos.
Resultaba extraño verle así. Sonreía sin mostrar limitaciones, no se resguardaba, no ahora, no conmigo. Era eso mismo que resultaba extraño; no lograr percibir su mirada fría y alejada de siempre. Aquello que tanto lo caracterizaba bajo los ojos del resto.
- ¿En qué piensas, Aurora?
- En nada.- respondo con prisa, dándole un mordisco a la tostada.
- Acerca de anoche...- comienza.- me gustaría que lo que te he contado quedase entre nosotros dos. Ya sabes, la gente puede ser muy chismosa.- dice, con aparente indiferencia.
- No pensaba decir nada de todas maneras. No te preocupes, no es cosa mía para contar.- sonrío de lado.
Mi teléfono suena en la sala de estar y me excuso para ir a atenderlo. Ares asiente sin más.
- ¿Aurora?- pregunta Sophie al otro lado de la línea. Mi corazón se contrae en arrepentimiento, preguntándome qué había sucedido conmigo y a dónde había terminado a parar mi empatía.
- Hola Sophie.- respondo.
- Siento llamarte tan temprano, amiga. Estoy volviendo a Northwestern y pues, tu casa queda de camino. En verdad me gustaría hablar con alguien, la fiesta de ayer fue un completo desastre.
- Em...- me remuevo inquieta, mirando hacia el chico que desayunaba tranquilamente en mi cocina como si fuésemos familia.- si, claro. Ven. ¿Cuánto tardas?
- Estoy a dos cuadras, llegaré enseguida.
- ¡¿Dos cuadras?!- pregunto, tocando mi frente. Sin embargo, Sophie ya había cortado.
- Vamos, vamos, tienes que irte.- corro hacia la cocina llamando la atención de Ares.- Sophie estará aquí en cualquier momento.
Ares me mira quieto con atención, indiferencia y en completo silencio.
- ¡Ares!- pido con desesperación en un grito de ayuda.- Mi cuarto, ve. Tus cosas deben estar por todos lados. Yo arreglaré todo esto.
Sin apresurarse en lo más mínimo, sube las escaleras con vagancia hacia la segunda planta.
Tiro el segundo juego de vajilla en el lavado, olvidándome por completo que se trata de porcelana, y busco en la sala cualquier cosa que pudiera delatar la presencia de Ares.
El timbre de la casa suena y al instante miro hacia las escaleras. Ares las baja con simpleza, su camiseta y un par de zapatos en mano.
- ¡No, no, no! ¿Qué haces?- protesto al ver cómo se aproxima a la puerta principal.- No puedes salir por aquí. Patio trasero.- señalo.
Resopla y se da la vuelta.
- ¿Es que acaso tienes miedo de que te vea conmigo?- se vuelve a girar, y se aproxima a mi.
-¡Sh! ¿Es que no lo quieres gritar más fuerte?
- Respóndeme.
- No.- digo.- Ya vete.- pido impaciente.
Sin embargo, reposa su mano en mi mejilla y me besa. Me besa con delicadeza, y aún así, sentía como mi estomago daba vueltas, y el calor subía a mi rostro.
Sin decir más, sale por la puerta corrediza hacia el fondo de la casa.
- ¡Sophie!- saludo, luego de correr hacia la entrada, fracasando en el intento de disimulo.
- Amiga, creí que pasarían años. Me has dejado esperando una eternidad.
- Qué exagerada eres.- respondo.
- He visto el coche de Ares estacionado enfrente.- dice con soltura. Al instante, sentí la culpa de la mentira multiplicarse por diez.
- Huh, ¿estás segura que es el coche de Ares? Ya sabes, hay muchos coches negros.- suelto una risa nerviosa y le doy un sorbo al jugo de naranja. Sentía la garganta hecha un desierto y mi rostro debía ser una completa película.
- Sí, me sé la matrícula.
- Ah.- respondo insegura, extrañada de aquella información.- Yo...
- No debes decir nada.- contesta con enojo y tristeza.- Emily nunca fue de mi agrado.
- ¿Emily?
- Sí, la chica rubia y alta que vive enfrente. Toda una hueca. Es amiga de Ares, bueno, amiga... me entenderás.
- Ah, claro, Emily.- suelto con alivio.- Nunca la he visto.
- No es la gran cosa.- dice, dejando su cartera a un lado del sillón y tomando asiento.- Aunque a Ares le gustan así, por lo visto. Ya sabes, de esas que usan tacones por más que midan 1,75, mucho maquillaje y con gran experiencia.
Sentí una extraña punzada en mi pecho, pues yo no era ni tenía ninguna de todas esas cosas; y por alguna razón, con desesperación, deseaba encajar con sus gustos.
- Ya.- respondo, intentando restarle importancia. Pues, después de todo, no era Emily a quien visitaba.- ¿Qué pasó anoche en la fiesta? Me fui un segundo y cuando volví se habían ido.
- La policía llegó, no te encontrábamos por ningún lado. Así que supuse que te habías ido, no sería una sorpresa con lo poco que te gustan a ti las fiestas.- explica.- Luego oímos que había una fiesta cerca, en la casa de Hoyt a pocas cuadras. Fuimos hasta allí, nos quedamos un rato, aunque no conocíamos a nadie. No estaba Ares, solo Charles y Hoyt, lo cual resultó extraño. Pero que más da, los cinco minutos que estuvimos ahí apenas me dieron para tomar un vaso de cerveza.- resopla.- ¿Dónde te habías metido?
- Un chico me ayudó luego de que me tiraras a la piscina.- ambas sonreímos en recuerdo.- Entramos un segundo a la casa y cuando volvimos apenas había un par de gente en el patio trasero.
- ¿Era lindo?- pregunta con curiosidad.
- Pues...- intento recordar su rostro: sus ojos color verde y su cabello castaño claro.- Sí.
- ¡Aurora! Te ha ayudado en la mitad de una fiesta, a ti y solo a ti. Ese chico quiere contigo, amiga mía.
- No lo creo. Solo intentaba ser amable.- respondo con sinceridad. Jaden no parecía un chico de segundas intenciones, no a simple vista al menos.
- Ya, ¿qué más quieres? Es amable, sexy, y tiene auto, porque yo le he visto en la entrada...- arquea sus cejas de forma graciosa.
- No lo sé.- suspiro.
- Ya verás lo que te pierdes.

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¡Hola a todos!
En primer lugar, quiero pedirles disculpas a todas aquellas personas a las que les prometí una pronta actualización. Día a día avanzaba muy poquito en este capítulo, y luego de una semana incluso para mi resulta decepcionante que sea tan corto.
Se acumularon innumerables tareas, además del regreso al liceo en mi país (comencé este lunes), y se hace difícil acostumbrarse a otra rutina.
El próximo capítulo está en proceso, y calculo que lo subiré en un par de días. ¡Prometo no tardar tanto!
Por otro lado, quería agradecerles porque ¡llegamos a los 2K de votos! Significa muchísimo para mí todo su apoyo.
Espero que estén todos muy bien, disfrutando al máximo el día a día a pesar de todo lo que se nos presenta. Los quiero, cuídense mucho
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