Capítulo 22

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Y así es como terminan semanas de sonrisas y largas charlas. Como termina aquella buena actitud y disposición que tanto me costaba creer viniendo de Ares.
Terminaban con una inesperada discusión en la mitad de un bosque oscuro.
Quería darme la vuelta, dejarlo allí sólo arrepintiéndose de sus palabras y acciones; pero no podía hacerlo.
No tenía como volver, y sin duda las ganas de una actuación dramática no superaban el miedo que daría correr por un bosque a solas.
Por esta misma razón simplemente crucé mis brazos sobre mi pecho, insegura de qué querer escuchar como respuesta, o si de querer escuchar una en absoluto.
- ¡Mierda!- resopla desesperado; en un instante se acerca a mi y me besa con fuerza.
Aquello era imprevisto, y a pesar de todavía sentir el enojo a flor de piel mi cuerpo no podía detenerle.
Mi espalda choca contra el tronco de un árbol; Ares desliza sus manos por mi cintura, mi cadera y se detiene en mis muslos para levantarme y enredar mis piernas a su alrededor.
- Ares.- digo segundos luego, posando mi mano sobre su pecho y haciendo fuerza hacia atrás.- Ares, para.
- No haré nada que tú no quieras, Aurora.- dice, aún recorriendo mi cuello con tibios besos y acariciando mis piernas.
Con determinación apoyo mis pies en el suelo y le separo de mi. Me miraba con intensidad, su pecho subía y bajaba con rapidez.
- Así no se solucionan las cosas, Ares.- digo. Con unos simples besos había dejado de sentir el enojo que me recorría segundos atrás, pero aún tenía un nudo en la garganta que no me dejaba actuar como si nada hubiese pasado.
- No hay nada que solucionar.
- Pues el hecho de que digas exactamente eso indica lo contrario.
Se queda en silencio durante varios segundos.
- Me gustas, Aurora. No sé por qué, no sé cómo, pero no puedo dejar de pensar en ti.- dice exaltado.
- Eso no es cierto... ¡apenas me conoces! Lo único que quieres son besos por aquí y besos por allá, esperando que diga el sí para algo más.
- No.- niega con enojo.- ¿Por qué dices eso? Claro que te conozco, Aurora, y tú me conoces a mi.
- ¿Tú crees?- respondo con gracia.- No sé quién eres, Ares. Cada pregunta que hago sobre ti o sobre tu vida es una pregunta que ignoras.- me detengo.- Tú crees que te gusto, pero solo te agrada la idea de que alguien esté a tus pies. Te agrada la idea de que alguien guste de ti. ¿Y sabes qué es lo más irónico? ¡Que me gustas! Que no dejas de apartarme, y aún así estoy aquí; en la mitad de la nada, siguiéndote para todos lados como si me hubieses demostrado que puedo confiar en ti, cuando en realidad no lo has hecho.
Y sin decir más, se aproxima a mi despacio y me abraza. Me abraza con cariño, con dulzura, con fuerza y le correspondo.
- Lo siento.- dice.- Te demostraré que las cosas no son como tú crees.

(...)

Habían pasado algo más de dos meses desde que Carol me había convencido de entrar a Northwestern.
Había formado nuevas amistades, tal como ella me había asegurado, y me estaba yendo genial.
Dedicaba mucho de mi tiempo al estudio para ello, pero el esfuerzo valía la pena, pues sabía que en un futuro sería recompensado con el éxito.
- Ven, deja que te ayude.- me dirijo a Carol,  quien servía el desayuno sobre la mesa principal.
- Gracias, cariño. Los domingos Lila va a visitar a sus padres y no cuento con quién me ayude.
- No es nada.- sonrío.- ¿Y Louis?- pregunto al ver como en la mesa hay únicamente tres platos: uno para ella, otro para Sam, y el último para mi. Carol suspira.
- La verdad es que no lo sé. Últimamente ha tenido mucho trabajo con este nuevo proyecto y no le veo demasiado. Sam le extraña.- responde con tristeza.
- Ya, recuerda que todo ese esfuerzo lo hace por ustedes.
- Si, claro. Louis dice que este tal proyecto es todo un éxito, y estoy contenta por él. Ha soñado con algo así durante años.
- ¿Si?
- Sí, él y Thomas.- sonríe.- Deberías ver qué emocionados hablan al respecto.
Sam se sienta a la mesa y elige un muffin de chocolate.
- Mamá.- llama su atención con vergüenza.
- Dime, cielo.
- Me preguntaba si... uhm, bueno, si podríamos ir a una plaza más tarde.
- ¿Una plaza? Pero si aquí tienes todos los juegos del mundo y puedes invitar a los amigos que quieras, cariño.
- Lo sé, pero es que hay una chica...
Carol abre sus ojos en sorpresa y me mira con asombro.
- ¿Una chica?
- Sí, su nombre es Marga. Me ha dicho en clase que siempre va a una plaza con su mamá y su perro.
- Así que marga, ¿uhm? ¿No crees que eres demasiado joven para andar pensando en chicas?
- Bueno, pero es que ella... ella me gusta, mamá.
- Ya veo, cariño. Está bien, iremos.
Sam esconde su enorme sonrisa con un bocado a su maffin de chocolate, y yo hago exactamente lo mismo con mi risa.
- ¡Amor!- Louis aparece en el comedor con su traje azul marino impecable y un portafolio en mano.
Carol se dirige a saludarle con alegría y este le corresponde de la misma manera.
- He trabajado sin parar.- dice luego de haber tomado asiento a mi lado. Su rostro se notaba cansado, y parecía moverse en cámara lenta.
- Deberías descansar. No es bueno tanto trabajo, cariño. Mira, por poco que te tiemblan las manos del estrés. Deja que te sirva.- su esposa le quita la jarra de café de las manos y le sirve en su lugar.
- Gracias.- dice Louis, y esboza una pequeña sonrisa.
La conversación continúa trivial durante el desayuno y cada tanto intervenía con alguna que otra opinión; sin embargo, en mi cabeza solo daba vueltas una cosa: Ares.
Aún no había llamado, ni escrito, y no le había visto en el campus con ninguno de sus amigos.
Cierto era, de todos modos, que habían pasado apenas dos días y todo el asunto me importaba más de lo que debía.

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Nota de la autora:
¡Hola a todos!
Estoy súper contenta, me puse las pilas con toda. Nunca suelo escribir ni actualizar los domingos porque tengo muchas cosas en la cabeza, (sobre todo el estudio), pero hoy sentí particularmente esa energía de escribir.
Espero que les guste este capítulo, aunque ciertamente es algo más corto que el anterior.
¡Estaré actualizando pronto! Gracias por todos los mensajes y lamento mucho haber demorado tanto.
Los quiero,
besos
f

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