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Ellie suspiro mirado la bola de pacientes que se encontraban en la sala de espera.
Hace unas horas se había encontrado un máximo de 20 cuerpos drenados en los callejones a una redonda de 35 kilometros por todo Beacon Hills.
—Familiares de Sarai Mitchell favor de pasar a reconocer el cuerpo de la víctima.
Tres personas se pararon de se asiento con rapidez y se acercaron a la McCall.
—Síganme por favor.
Los Mitchell, como supuso Ellie, siguieron a la chica que los guiaba a la morgue, donde podías observar los 20 cuerpos cubiertos de bolsas negras.
Ellie se acerco a un bolsa en particular, esta se vía más distorsionada que las otras. Bultos contrastaban contra la luz y el perfil de la bolsa en la parte de la cabeza se veía abollada.
—La víctima llego hace unas horas, a las 22 horas del día de hoy.
La castaña bajo el zipper de la bolsa negra y cerró los ojos con fuerza al oír el desgarrador grito de la señora Mitchell.
—¡MI HIJA!
La McCall miro al señor Mitchell que miraba el cuerpo de Sarai con una expresión de sorpresa y miedo, levanto la vista unos segundos después y asintió hacia Ellie.
La castaña cerro la bolsa de nuevo y toco el hombro de la chica Mitchell.
—Vamos por favor.
El señor Mitchell tomo a su esposa de los hombros.
—Amor —Ellie abrió las dobles puertas de la morgue y salió después de que lo que quedaba de la familia Mitchell saliera—, todo estará bien, lo superaremos.
La chica Mitchell se unió al abrazo familiar y se desconsoló a llorar en el hombro de su padre.
Ellie sonrío enternecida y rasco su brazo izquierdo.
Ella quería una familia, una gran familia con la que pudiera ser feliz. Siempre soñaba con que tenía una bonita boda, que tenía tres hijos y que vivía en una casa bonita, que tenía un perro y dos camionetas, una para ella y otra para su esposo.
—¿Estas bien Ellie?
La chica McCall se volteo mirando a Lydia, que se encontraba con una bolsa blanca en sus manos.
