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2 de marzo, 15.13

Te ahorro porque tú también, sanseacabó, pronto entregarás el alma y será otra vez un

suplicio sustituirte. Intento que R. comprenda que necesitaría cuadernos POR

ADELANTADO, pero creo que le molesta que escriba tanto; debe de preguntarse qué

horrores cuento sobre él. Menos mal que el escondite detrás del zócalo es realmente efectivo.

Lo veo perfectamente: cuando está aquí busca con la mirada dónde podríais estar. No se

atreve a registrar porque sabe que me lo tomaría muy mal y a pesar de todo me tiene cierto

respeto. Pero a veces me da miedo que me apunte con el fusil en la cabeza para obligarme a

sacaros. Cuando pienso en esa posibilidad se me humedecen las manos, se me acelera el

corazón y tengo la impresión de que me sube por el gaznate como si fuera a escupirlo por la

boca. Creo que si llegara la ocasión, dejaría que R. me disparara antes que entregaros.

Estoy indispuesta. No soporto estar indispuesta. Cuando pienso que va a ser así cada mes

durante los próximos años... es algo que me hunde la moral hasta el fondo del fondo de las

Converse. Ya sé que eso significa que puedo hacer bebés; pero como no salgo nunca de aquí,

tendré que sufrir toda esta condena en vano. De modo que ayer me pasé el día en la cama, y

también la mitad de hoy. Esta mañana, antes de ir a trabajar, R. me ha traído una bolsa de

agua caliente, una cosa de goma roja que da calor en el vientre, y estoy un poco mejor. Por fin

ha dejado de estar de morros y me ha prometido una salida el sábado si hace buen día

(estamos a martes): ha dicho que haríamos «el mantenimiento primaveral» del jardín. De

modo que... ¿no te hueles mi misión del 7 de marzo...? No creo que aguante mucho más.

El domingo, cuando comíamos el platito preparado por Mona (un pastel salado con

aceitunas, no estaba mal), le pregunté si tenía el cacharro con el que se prepara la raclette, y a

que no sabes qué: NO, evidentemente. Le he pedido que compre uno, pero ni me ha

escuchado porque además pronto se acabará la temporada. ¿Sabes qué me dijo?

—Veremos en invierno.

¡Imagínate! ¡En invierno!

Si me quedo un año más en este sótano le quito el fusil y me vuelo el tarro.

7 de marzo, 18.42

Nada que señalar.

Ha llovido todo el día y eso que ni siquiera había ejecutado «La danza del copo». Estaba

tan decepcionada, que R. me alquiló un DVD para animarme: Gattaca, se llamaba, porque

había pedido ciencia ficción.

En esa peli te pueden seguir la pista con cualquier cosa: te rascas la cabeza y, hala, ya has

dejado tu ADN. La acción tiene lugar en un mundo futurista donde unas personas y unos

ordenadores deciden desde que naces si estás programado genéticamente para una gran

carrera o de entrada eres una nulidad que solo servirá para hacer la limpieza (lo que,

Nunca olvides que te quiero - Delphine BertholonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora