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24 de julio, 15.34

Hace tres meses cumplí quince años. Me pregunto qué aspecto tiene, fuera, una chica de

quince años.

Hace mucho que no escribo, pero todo se complicó mucho y por mi propio bien voy a

callarme los detalles.

ME LLAMO MADISON ETCHART.

Que quede claro.

Mis téjanos se han quedado cortos (ahora mido un metro sesenta y seis) y muy anchos. R.

me compró ropa nueva, pero es horripilante y no me la quiero poner. Menos mal que las

Converse aún me entran, aunque el dedo gordo toque la punta.

Me cuesta escribir, más que al principio. Tengo los dedos entumecidos como los de una

persona mayor.

Después de la historia de la foto, me puse enferma. No sé si fue porque mamá estaba

embarazada pero pasé un período muy malo, puede que el peor de estos cuatro años (quizá

salvo el de antes de Dora, pues no entendía nada de lo que me pasaba). Tuve una fiebre

tremenda que no bajaba con nada: R. seguro que no me daba la medicación adecuada. Duró

unas semanas, aunque la palabra «semana» realmente ya no tenía sentido, ni «día», ni «mes»,

ni «hora». Siempre pensé que si me sucedía algo así podría ser EL FIN. Menos mal que me

encontraba en un estado en el que no era del todo consciente. En esa época tuve muchas

visitas: venía un gnomo llamado Samy, que se sentaba en la taza del váter, y también Larry,

aunque era enorme y sabía hablar. No me percataba de que se me había ido totalmente la

pinza y a veces me daba la impresión de tener el cuarto lleno de personas y animales raros que

no paraban de hablar todos a la vez y me entraban ganas de darme cabezazos contra las

paredes para que todo aquello parara. Tenía la piel como papel viejo, amarillenta y arrugada

con herpes rojos: toda hecha jirones.

Empecé a reponerme hacia octubre: en cualquier caso, a R. le había entrado el canguelo y

al cabo de poco pude volver a salir (primero de noche, pues temía que reapareciera Mariette, y

luego también de día, pero ni te cuento la vigilancia).

Físicamente, recuperé las fuerzas; pero en mi cabeza seguía la debacle. Durante todo ese

tiempo dejé de marcar cruces en el calendario. Así que estaba totalmente descolocada en

cuanto a la estación del año y cuando volví a salir por primera vez me resultó rarísimo el

crujido de las hojas muertas bajo mis pasos. En la oscuridad se habría dicho que eran miles de

millones de insectos muertos.

Ciclotimia.f.

Anomalía o constitución psíquica en la que se alternan períodos de excitación

(inestabilidad, euforia) y de depresión (apatía, melancolía). Cf.: psicosis maníaco-depresiva.

Había explicado que me estaba convirtiendo en ciclotímica. Pero después de mi

Nunca olvides que te quiero - Delphine BertholonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora