Cómplice I : Monster [Gerard Way Ft. Billie Joe Armstrong]

#29

No entendía nada, no sabía ni quien era ese tipo o porque miraba así a Gerard.

—¿Te conozco? — preguntó pero el chico solo rió con indignación.

—¿Te estas haciendo el idiota, cierto? ¡¿Cómo puedes tener tan poca vergüenza?! — tiro el ramo de flores al piso y se acercó a Gerard para tomarlo por el cuello de la chaqueta. —¡Es tu culpa que mi hermana este muerta, maldito! — gritó molesto mientras lo sacudía con violencia, Gerard no hacía nada para defenderse solo estaba viéndolo sin poder decir nada.

—¡Basta dejelo! — aparte al chico y me miró. —Usted no puede tratarlo así ¿qué le pasa?

—Lo trató así porque se lo merece y tú deberías de alejarte de este asesinó sino quieres terminar en una tumba más de este o cualquier otro cementerio.

—No sé que haya pasado con Charlotte, tu hermana, pero estoy seguro de que yo no le hice nada.

—No te creó ni una palabra de lo que dices pero no importa porque de igual manera ya lo pagarás y caro. — nos miró a ambos —¿Qué esperan? ¡Largo! No los quiero ver por aquí nunca más,  fuera.

Gerard no se movía ni siquiera le contestaba, él estaba tan confundido como yo. Le entregue a Garred para que nos fuéramos, subimos al auto y seguimos.

Durante el resto del camino se mantuvo en silencio, después de lo que había pasado comenzaba a dudar de la historia que Gerard me contó sobre él y la tal Charlotte, su frase de hace unos momentos daban vueltas en mi cabeza sin parar.

“Ahora se porque mi mano estaba cubierta de tanta sangre ese día”

¿Y si realmente la mató él y la historia que me contó fue tan solo para cubrir lo que había hecho?. Sin embargo, la verdad él no tenía la necesidad de contarme sobre algo de lo cual quizás yo nunca me iba o hubiera enterado. Tal vez si quiso ser sincero conmigo... pero ¿a su conveniencia?

—Yo... estoy seguro de que no le hice nada a Charlotte — dijo de la nada cuando acababa de estacionar el auto, lo miré de reojo. —¿Tú me crees, verdad?

—Y si tal vez lo hiciste pero no lo recuerdas.

—¿Estas dudando de mi?— preguntó ofendido.

—Ciertamente, no sé que pensar Gerard.

Su rostro mostró una gran desilusión.

—¿Así? Pues yo creo saber exactamente lo que estas pensando de mi ahora mismo.

—¿Qué más puedo pensar de ti? si acabas de decir que tenias sangre en tu mano.

—Pero no era sangre de ella....— lo miré —Sino mía — hizo una pausa —Cuando ví la lápida rápidamente me vino a la cabeza el recuerdo de que cuando vine hasta aquí, y ví como la sepultaban, yo tenía en la mano una rosa blanca con espinas la cual apreté con todas las fuerzas de mi puño hasta que las espinas se clavarán profundamente en la palma de mi mano.

—¿Estas diciéndome la verdad?

Desvío la mirada molesto.

—Ya no importa. Entremos al hospital de una vez.